Me convierto en una celebridad del terror.

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Jade estaba al lado de su madre tomando una pastilla para calmarse había olvidado las cosas que le pasaban a su amiga por lo que se estaba planteando seriamente pedirle a la enfermera que le pase una camilla por si se desmayaba.

Su madre se reía de lo dramática que era su hija.

Empezando por la mitad de mi travesía al otro lado del mundo y teniendo en cuenta que ya había cruzado el mar atlántico, corrido por Nueva York y peleado con un monstruo alado feroz que parecía buscar algo perdido, consideré que ya nada podría sorprenderme. Pero Quirón lo consiguió, y no solo por su camiseta verde olivo que ponía "Mi otro yo es un centauro". No. Es que simplemente no te encontrabas con centauros a diario.

Al menos no en Hogwarts.

En los terrenos de nuestra escuela sí teníamos centauros, en el Bosque Prohibido, pero estos eran completamente salvajes y en su grupo no se les permitía acercarse a los humanos. Así que si te perdías en el bosque era mucho más probable que un centauro te clave una flecha en el ojo a ayudarte a encontrar el camino de regreso al castillo.

Pero Quirón era todo lo opuesto, un equino completamente amable, decente y civilizado. Al final, no sé qué había esperado, pero el sujeto no parecía aparentar los tres mil años que llevaba vivo, aunque su mirada era una clara muestra de experiencia y la muestra de que, probablemente, ya lo había visto todo.

-Buenas tardes -lo saludé mientras me ponía de pie, di un último vistazo sobre mi hombro hacia el altísimo pino que había delimitado mi llegada al lugar, como asegurándome que en verdad llegué y no era solo una trampa.

-Tú debes ser Cassiopeia Weasley --él estrechó mi mano-. Bienvenida al Campamento Mestizo. Por favor, sígueme.

Comenzó a caminar delante mío con Jade a su lado y yo me quedé observando su cuerpo de caballo de la cintura para abajo, colgando de su hombro llevaba con él un arco y un carcaj repleto de flechas. Suspiré y desenrede la caracola de mi pulsera en la que se convertía mi tridente, y mientras lo seguía hasta la misma gran casa color azul que vimos en el Mensaje Iris, comencé a jugar con el objeto entre mis manos, sin el hilo enredado en él.

Subimos por el porche y Quirón me hizo caminar hacia uno de los laterales donde un hombre de rizos negros, rollizo y con la punta de la nariz roja se encontraba a mitad de un interesantísimo juego de pinacle pausado. Quirón se sentó frente a él, ocultando sus cuartos traseros en una caja metálica, y luego sus pezuñas delanteras. Era su silla de ruedas con la que camuflaba su cuerpo que no semejaba ser mortal, noté.

-Sí, sí, como sea -el hombrecillo no me miró, tan solo bebió un trago de su lata de Coca-Cola light y le hizo una señal a Quirón para que realizara el siguiente movimiento en la partida-- Bienvenida al Campamento Mestizo, cabaña once, película de orientación en la tercera puerta del pasillo, etcétera, etcétera.

Quirón se aclaró la garganta con una tos falsa-. Señor D, quizá le interese saber que se trata de la semidiosa del otro lado del mundo que encontraron las hijas de Hécate y la señorita Bernard.

El, supongo, señor D alzó su vista con interés. Yo me removí un poco incómoda en mi lugar ante su mirada y di unos pequeños golpecitos en el suelo con mi bota mientras él me analizaba.

-Bah, no parece la gran cosa -concluyó el señor D, y bajó sus ojos púrpura inyectados en sangre a las cartas nuevamente-- ¿Sabes jugar pinacle, Casandra Waterbley?

-Es Cassiopeia Weasley, señor -dije yo lanzando la concha marina al aire y volviéndola a atrapar-. Aunque prefiero solo Cassidy. Usted es Dioniso, el dios del vino, ¿verdad? -pregunté. No sabía mucho de mitología, como ya he dicho, pero algo recordaba. Debía devanarme los sesos, pero no tenía más opción, si me interesaba conocer más sobre este mundo tendría que aprender lo más posible.

LEYENDO Cassidy Weasley y Los Elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora