Mi verano se vuelve complicado.

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Habían tomado un descanso para poder comer algo antes de volver a leer, por lo que varios estaban comiendo, los semidioses tenían un pequeño lugar aparte donde comían.

Cassidy hablaba con sus hermanos que solo la oían atentos.

Annabeth estaba al lado de Will comiendo en tranquilidad y observando la conversación de los hijos de Poseidón.

Jake ya había acabado, por lo que hacía lo que más disfrutaba molestas a Jade quien solo pedía paciencia para no darle un tajo en la garganta

Unos minutos después reanudaron la lectura.

Para mi suerte personal, mi familia nunca notó lo rara que me había vuelto aquel verano. Bueno, al menos la mayoría no lo hizo. Porque aunque Percy sospechaba de algo, él se mantenía muy ocupado escribiéndose cartas con su querida novia, Penélope Clearwater.

Sí, la misma chica que había sido petrificada junto a Hermione.

Yo intentaba no salir mucho de los límites de casa, porque la primera vez que lo hice un gigantesco perro negro me atacó y para mi propia suerte tenía mi tridente literalmente en la mano para defenderme. Me costó, bastante, salir de aquel aprieto, y me deprimí mucho de que eso ocurriera a solo dos días de llegar a casa. Hestia y Flora tenían razón, ahora era peligroso para mí el andar por ahí, y eso a la larga pondría a mi familia en peligro.

Suspiré y metí las camisetas en la mochila, un par de pantalones, y un par de cosas para mi aseo personal. Me puse las zapatillas y me coloqué adecuadamente la túnica antes de salir de la habitación, asegurándome que mi varita se encontraba en mi bolsillo.

-¿Dónde vas? -Percy me acorraló a medio camino hacia abajo. Los demás estaban jugando Quidditch en el jardín, mamá haciendo el almuerzo en la cocina, y papá seguro se encontraba aún en el Ministerio. Pero Percy Weasley me conocía demasiado bien y no iba a soltar mi muñeca hasta que le diera una respuesta convincente.

-A casa de Daphne y Astoria -Mentí.

Percy me escaneó -- Mientes. Te conozco, Cassiopeia.

-¡No me digas Cassiopeia! -exclamé con las mejillas rojas, odiaba cuando me llamaban por mi nombre completo porque mamá lo hacía siempre con su tono de voz enojada-- Está bien, te lo diré, pero debes guardar el secreto -caminé hasta su habitación y le pedí que hiciera un hechizo silenciador, él me obedeció y yo le conté absolutamente todo lo ocurrido en el año escolar... obviando, claro, el hecho de que mi padre era un dios griego. Sólo le entretejí una mentira que se escuchó lo suficientemente creíble.

-Entonces, ¿básicamente me estás diciendo que te vas a Estados Unidos dos minutos antes de irte? -me interrogó en tono recriminatorio, aunque sonó más a afirmación que a pregunta. Yo solo asentí con la cabeza desde mi lugar en su cama mientras lo veía caminar de un lado a otro por la habitación, quizá estaba intentando hacer un pozo y llegar al otro lado del mundo-- Absolutamente no.

Hice un puchero con mis labios-. Pero, Percy...

-Es muy peligroso -dijo él.

-Sé cuidarme sola -me encogí de hombros-- Y tengo mi varita y un arma -levanté mi brazo mostrándole mi pulsera con el tridente oculto.

-Aún así no puedes irte. Mamá y papá se van a enfurecer.

-Tú sabes tan bien como yo que no pertenezco aquí --le dije mientras comenzaba a jugar distraídamente con un mechón de mi cabello negro azabache. Percy se detuvo y me miró antes de abrazarme con fuerza-- Debo hacerlo... no quiero ponerlos en peligro a ustedes también.

LEYENDO Cassidy Weasley y Los Elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora