Cap. 30 Cuerpo y Alma.

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Capitulo 30.

—Angélica.
Ella sonrió y cerró la puerta detrás de ella. Me puse nerviosa al escuchar el sonido del seguro.

—¿Te ayudo a buscar?
El sarcasmo en sus palabras despertaba el coraje en mí.

—¡Sí! ¡Me encantaría que me ayudaras con mi expediente!

—¡Oh! Emily.
Su sonrisa hacía que quisiera lanzarme sobre ella.

—¡Mi nombre es Cassie!
Ella volvió a reír.

—¿De dónde sacas eso?
Su curiosidad era evidente.

—Eso no importa, ahora sé que tenía una vida que amaba antes de entrar aquí y tú no eres más que una desequilibrada que me mantiene encerrada.
Su expresión cambió radicalmente.

—Estoy harta de tus acusaciones, todo lo que he hecho es tratar de ayudarte.

—¡Pero claro que sí!
Solté con sarcasmo.

—Te haré volver a la realidad. —Camino hacia su escritorio, abrió uno de los cajones. Miré con sorpresa una enorme carpeta.—Aquí está.—Arrojo sobre la mesa, un sobre negro. —Ábrelo.

Tomo el sobre con las manos temblorosas. Lo abrí y lo primero que miré fue una fotografía mía, parecía ser mía.

—Emily Torres. —Dije en voz alta por la impresión. —Edad 24 años, paciente con tendencias suicidas, trastorno depresivo persistente y esquizofrenia. — Lancé lejos el documento para no seguir leyendo.

—¿Quieres saber más sobre tí?—La mire sin poder decir nada—. Tienes sangre española por parte de tu madre, pero naciste en México. Tu padre es la única familia que tienes, ya que eres hija única y tu madre falleció hace tiempo en un accidente. Te han internado en varios centros psiquiátricos desde que eras una adolescente para intentar ayudarte, porque mira tus manos. —Levanté la tela blanca que cubría a mis muñecas y veo todas mis marcas. —Ahí tienes la respuesta, señalo mis marcas. —Sueles alucinar bastante. Crees tener una vida que no es la tuya. Y sí, efectivamente eres la chica de esa foto. —Observe con asombro la foto frente a nosotras que se me ha salido de entre mi ropa. —Solo yo puedo ayudarte.

—Angélica… —Me puse de rodillas ante ella—. ¡Ayúdame! 

// // //

Mientras pasaba las hojas del libro, pensaba en la cruda realidad de mi existencia y en lo sola que me encontraba.

Suspire y busqué el siguiente capítulo para continuar con mi lectura y escapar del mundo.

XXXXX

Enero del 2018, estaba por cumplirse al año y medio desde que ella no estaba. No había señales de Meg. Solo miraba a la pantalla de mi celular en espera de una señal suya. Algo que me ayudará a soportar su ausencia.

Aún recordaba sus últimas palabras plasmadas en una publicación. 

“Volveré a ti, y si un día es tu turno de marcharte, yo iré detrás de ti.”

Su última publicación, 25 de diciembre de 2017. Tenía casi un mes sin darme señales de vida. No soportaba más.

—Hija, buenos días. —Mi madre se detuvo frente a mí, parecía analizarme.—¿No irás al colegio?

—Sí.
Respondí débilmente mientras tomaba mi café sentada frente a la mesa del comedor.

—Bien. —Me miró mientras se debía el último trago de su café. —¿Entonces? —preguntó interrogante. No tenía ganas de responder. —Se hace tarde, Cassie. 

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