Cap. 4 Los Amigos

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Capítulo 4

Había comprobado que la mente era demasiado poderosa y si yo no aprendía a controlarla, ella lo haría conmigo.

Pero, ¿Cómo hacerlo?

En estos días mis nervios habían aumentado y la Doctora Rojas lo había notado, pero como sabía que no hablaría con ella, optaba por no preguntar.

Mi día comenzó normal. Tomé mis pastillas y después me acosté en mi cama.

Tenía muchas ganas de leer. Desde el día en el que vi la sombra no había podido concentrarme.

XXXXX

La amistad, para mí, era algo importante. Nunca llamaba amiga a cualquiera. No todos sabían el verdadero significado. Sin embargo, yo sabía tan poco sobre lo que implicaba la amistad.

Tenía más de un mes en el colegio Peter Champions y aún no tenía amigos. No me importaba. Pero justo hoy comencé a ver qué me hacía falta por lo menos una amiga. Así no tendría que ir al baño en cada cambio de hora para ver si me había manchado. Estos eran los únicos momentos en los que odiaba ser mujer. Mis cambios de humor eran terribles. No me soportaba a mí misma.

Cuando la campana sonó, quise quedarme en mi lugar, pero el hambre me llamaba. Tenía un poco de miedo por mancharme. La fila en la cafetería no ayudaba. Claro que solo los becados y uno que otro estudiante se formaban.

Sentía que lo estaba logrando cuando la cocinera me dio mi charola. Ahora solo debía llegar a la mesa y tratar de no mancharme.

—Parece que alguien está en sus días, chicos. —Sentí que mi cuerpo se paralizó al escuchar eso. Y ver cómo ella llamaba la atención de todos al aplaudir —¡Acaso nuestra plebeya no tiene una toalla?!—No me hacía falta voltear para saber de quién se trataba. Y entre tantas risas, la suya era la más fuerte. Apreté fuertemente mi bandeja con la comida. Debía ser mentira. No podía haberme manchado —Si quieres, puedo regalarte una. —Podía escuchar sus pasos cada vez más cerca hasta que la vi frente a mí. Parecía tan divertida con esa sonrisa tan odiosa. —Límpiate, tonta. —Aunque alcancé a ver el movimiento de Fedra, ella fue más rápida al golpear mi bandeja y tirarla al suelo, haciendo que me manchara por completo.

Las risas en el lugar eran tan fuertes que solo salí corriendo mientras tapaba mis oídos. Mi vista se nublaba más con cada paso que daba.

El baño fue mi primera opción, al parecer se convertiría en mi refugio. Al llegar, cerré la puerta con fuerza. Entré al baño con prisa. Solté un grito ahogado al ver la mancha en mi falta. Estaba perdida. Mi ropa también estaba sucia y olía a fideos.
Salí del baño y camine hasta el espejo. Me veía fatal con los ojos hinchados y rojos. El maquillaje corrido y la ropa sucia.

Cerré fuerte los ojos para tratar de olvidar. Todos en esta escuela eran un asco. Este lugar estaba lleno de hijos de papis dónde nunca encajaría. Sentía mis mejillas calientes, entonces abrí los ojos para tratar de limpiar mis lágrimas con la manga de mi camisa.

Soy un asco. —Dije al ver mi maquillaje batido.

No es verdad. —Me paralicé al instante. Miré a través del espejo. No podía distinguirla bien por mi vista nublada, pero sabía que era ella. Limpié mis lágrimas como pude.

Me sentía nerviosa. Tal vez venía a burlarse de mí. Pero después de unos segundos me di cuenta de que miraba mi falda, seguramente había notado la mancha en ella porque se encontraba a mis espaldas.

Apreté fuertemente la barra al ver que comenzó a dar pequeños pasos. Pero esta vez podía ver algo diferente en su rostro. Sus ojos se veían algo. ¿Angustiados? Aunque su semblante se veía completamente normal, ella actuaba cuidadosa como si no supiera qué hacer. Sus labios rojos formaban una línea recta. Su respiración era un poco acelerada y su ceño estaba algo fruncido.

Me tomó por sorpresa verla tan cerca de mí y a mis espaldas, realmente me sorprendí y me tensé al ver cómo se quita su abrigo. Su mano helada me erizó la piel cuando me tomó por el brazo para girarme hacia ella.

No es necesario. —Dije prácticamente en un susurro, pero al mirarla a los ojos no pude negarme y termino poniéndome su abrigo que de inmediato impregnó su aroma tan fresco por todo mi cuerpo. Solo sonreír por dentro. Sentía la tela tan suave y a la vez pesada. —Gra-gracias. —No entendía por qué me costaba trabajo hablar frente a ella y mirarla a los ojos. Por eso mantenía mi vista fija en el piso. Me entretenía mirando sus botas negras. Eran diferentes a las demás, se veían tan bien con su falda ajustada.

No es nada, ahora déjame limpiarte. —Sin decir más, me tomó de la barbilla y me hizo verla de frente. Su mano helada me hizo temblar. Mis nervios aumentaron al tenerla tan cerca y mirándome fijamente. Mientras ella me limpiaba con la manga de su camisa, yo me entretenía observando su rostro, cada parte de él, quise acomodar sus cabellos sueltos que caían por su cara.

Se veía tan concentrada limpiando mis labios. Su respiración se había acelerado cuando se enfocó en esa parte. Yo aprovechaba para detallarla. Y me di cuenta de que tanto sus cejas como las pestañas eran igual de negras, así como la noche. Sin duda hacían ver mejor sus ojos. Cada rasgo de ella era perfecto. Desde su nariz tan fina hasta sus labios rojos y gruesos.

Gracias.—Dije cuando terminó. Y no sabía qué más decir, así que tomé valor y la miré nuevamente. Teníamos la misma estatura. —Nadie había hecho algo por mí desde que llegué a esta escuela.—Estaba tan nerviosa porque no dejaba de mirarme.

Siempre habrá alguien dispuesto a hacer todo por nosotros -—Abrí la boca intentando decir algo. Pero me dejó sin palabras. Entonces entendí que la había juzgado mal. Pensé que por su apariencia era igual a Fedra, pero ella era distinta. No solamente era linda por fuera, también lo era por dentro.

XXXXX

—¿Hola?Mi corazón comenzó a latir tan rápido que sentía que saldría de mi pecho.
Estaba tan concentrada leyendo que, cuando escuché de nuevo esa voz, di un brinco en mi cama, pero traté de mantenerme tranquila pensando en no ser descubierta.

Me refugié en una esquina abrazando mis
piernas mientras miraba atentamente la puerta, como si alguien fuera a entrar.
Así me quedé durante horas hasta que el sueño me venció.

......

No sabía cuántas horas había dormido, pero desperté con el sonido de la puerta al abrirse.

Me relajé al ver a la doctora.

—Buenos días, Cassie. —Ella siempre me regalaba una sonrisa a pesar de que yo nunca le correspondía.

—¿Hay algún paciente cerca de aquí? —pregunté sin rodeos. La doctora de inmediato me miró sorprendida al escuchar mi voz.

Tenía curiosidad por saber, ya que una vez escuché a la enfermera Dora decir que los pacientes se encontraban demasiado separados por seguridad.

—¡¿Hablaste?! ¡¿De verdad?! —Se veía demasiado sorprendida, pero yo la ignoré impaciente porque respondiera a mi pregunta. Reaccionó al ver que no dije nada más y cambió su expresión a una más seria. —No, en esta sección solo te encuentras tú. ¿Por qué lo preguntas?—No respondí, solo miré fijamente al suelo.

Al parecer, mi mente comenzaba a jugar conmigo y tal vez esas voces se debían a lo sola que me sentía.

XXXXX

Les dejo este cap.

En unos días estaré subiendo un maratón.

Atte. Ana_Gonzz

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