El diablo me ha atrapado.
Lo que comenzó como un error inocente se convirtió en un verdadero infierno.
En mi defensa, no quise involucrarme con una princesa de la mafia. Pero ella irrumpió en mis defensas de todos modos.
Me acechó desde las sombras...
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—Ve.
Anatoliy hace saltar la puerta de sus goznes al entrar cuando se supone que debemos ser discretos.
Sin embargo, la mirada de absoluta conmoción en las caras de los hijos de puta cuando nos colamos en su apartamento vale la pena.
El moreno, Larry, se sobresalta de su sueño, parpadea lentamente y luego mira hacia abajo, a su apenas cubierto trasero.
Su amigo de pelo rizado, Donovan, es el siguiente en despertarse de su posición de sueño en el suelo.
No hay señales de Steven.
Anatoliy me asiente y abre de golpe las otras puertas en su busca.
—¿Qué mierda? —dice Donovan con voz ronca. Es de madrugada, y aunque esta operación tenía que haber tenido lugar a última hora de la noche anterior, como que no pude irme cuando Jennie se quedó dormida en mis brazos.
Y puede que me haya pasado horas viéndola dormir como la asquerosa que me tachó.
No fue hasta que Anatoliy me envió un mensaje de texto, recordándome que estos malditos tienen clases esta mañana y preguntando si deberíamos reprogramar para esta noche, que finalmente me fui de su lado.
El hecho de que realmente haya luchado por quitarme su calor de encima y retirarme es molesto y francamente irritante.
Anatoliy levanta a Steven agarrándolo por el cuello. El bastardo luce un moratón de cuando conoció mi puño anoche, y parece una versión grotesca de sí mismo.
Mi guardia lo empuja entre sus amigos y hace que los tres se arrodillen frente al sofá mientras forcejean infructuosamente y liberan algún juvenil qué mierda.
—Mi padre es poderoso —dice Donovan, relamiéndose los labios y sudando profusamente.
—Qué coincidencia. —Inclino la cabeza hacia un lado—. El mío también, pero no me ves usar su nombre o su influencia.
Larry mira fijamente a Anatoliy, que es nada menos que una pared detrás de él, y luego suelta:
—¿Podemos hablar de esto?
—Eso es lo que tenía en mente. —Hago un ademán de quitarme la chaqueta y dejarla en una silla cercana antes de volver a situarme frente a ellas—. Anoche tenías una misión que implicaba acercarte a Rosé y Jennie, separarlas y acorralar a Jennie. Quiero saberlo todo sobre esa misión: el por qué, el cómo y el quién.
Steven gruñe:
—Vete a la mierda.
Le clavo el puño en el lado bueno de la cara hasta que la sangre estalla por todas sus facciones, salpicándolas de rojo, y luego doy un paso atrás con indiferencia.
—Eso no fue una respuesta. Lo intentaremos de nuevo. ¿Quién te ha puesto a ello?
—Escucha, mujer. —Donovan tiembla al ver a su amigo—. Realmente no queríamos hacer daño.
