Capítulo 34

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—¿Qué estamos haciendo aquí?

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—¿Qué estamos haciendo aquí?

El sonido de la voz asustada de Jennie me hace sonreír. No es mi intención. Simplemente sucede.

Muchas cosas de ella me hacen sonreír. Ya sea su tonto psicoanálisis de los personajes de ficción, su apego a dichos personajes o la expresión que pone cuando la toman desprevenida.

Como ahora mismo.

Me bajo de la moto y arrojo el casco a las manos de Anatoliy, que me espera. Me saluda con la cabeza y luego mira a Jennie, cuyas cejas se han levantado hasta casi tocar la línea del cabello.

No parpadea ni reacciona cuando la tomo de la mano y empiezo a guiarla hacia la mansión. No es hasta que estamos en el umbral cuando sacude físicamente la cabeza y nos hace parar.

—En serio. ¿Qué estamos haciendo aquí?

—¿No preguntaste el otro día por qué nunca te traigo aquí?

Su garganta trabaja con un trago y su mano se afloja en la mía. Está tan cerca que puedo ver las pequeñas pecas que espolvorean sus mejillas, la mancha de raíces más oscuras en su cabello naranja, y respirar su aroma.

Malditos nenúfares. Nunca pensé que un aroma me fascinaría tanto como el de Jennie.

Nunca me ha gustado nadie lo suficiente como para centrarme en ello, para querer aprender más sobre alguien, para grabarme tan profundamente bajo su piel que no pueda quitarme a menos que se abra y sangre.

Y sin embargo, esos son los pensamientos exactos que he tenido sobre esta mujer.

—Eso era... sólo una pregunta figurada. —Mira fijamente a Anatoliy, que la sigue de cerca—. ¿Se toma todo tan literalmente?

Mi guardia asiente.

—Cuando se trata de ti, me temo que sí.

—Tenemos que arreglar eso de ella.

—Deja de hablar de mí como si no estuviera aquí. —Le agarro la barbilla y giro su atención hacia mí—. No hables con Anatoliy cuando puedes preguntarme a mí.

—Oh, por favor. Necesitas ayuda.

Mis dedos se flexionan sobre su garganta y ella se estremece, poniéndose ligeramente de puntillas, lo que suele ser una invitación para que le folle los sesos.

—Compórtate. —Gimo en lo más profundo de mi garganta y vuelvo a tomar su mano entre las mías, porque si no dejo de tocarle la garganta, tendré la tentación de tirar por la borda todo lo que estoy tratando de hacer y comérmela para cenar.

No llevamos ni dos pasos cuando se detiene de nuevo.

—Sólo me preguntaba. No tenemos que estar aquí.

—No veo por qué no habríamos de estarlo, y no sólo te lo preguntabas. Te sentiste excluida de una parte importante de mi vida, los Heathen, y estás aquí porque no eres mi pequeño y sucio secreto.

Dark Temptress | Adaptación Jenlisa (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora