No creo en la gente.
Son inconstantes, propensos a cometer errores y no tienen ni idea de lo que están haciendo la mayor parte del tiempo.
Son inútiles, insípidos y no deberían contaminar el aire con su aliento.
Este desprecio que tengo por la gente ha sido inherente a mí desde que salí de mi fase infantil y descubrí poco a poco lo que es el mundo.
Tampoco creo en el sistema de sanciones. La gente no tiene dos o tres oportunidades conmigo.
Un error y están fuera.
Para bien.
Cualquiera que cruce la línea una vez lo hará de nuevo si se le da la oportunidad. Es la fruta prohibida, la gratificación retardada y la glorificación buscada. Si prueban una vez, se verán obligados a probar otra.
Luego otra.
Y otra.
Hasta que se reducen a animales que persiguen sus necesidades básicas.
Darles la oportunidad de acercarse a la línea, y más aún de cruzarla, es la personificación de la estupidez.
Mi política de tolerancia cero podría pintar como de sangre fría y sin corazón, pero eso es mejor que ser tachada de blanda.
He visto lo que eso hace a la gente. Cómo preocuparse demasiado puede desgarrar a alguien desde dentro. Entonces no tenía ningún control sobre ello, no podía detenerlo ni evitarlo.
Pero ahora soy más vieja, más sabia, más dura, y me prometí no dejar que se repitiera nunca una variación de esas circunstancias.
Siempre.
El hecho de que esté de pie en un charco de sangre –mía y ajena– es una manifestación de la persona en la que me he convertido para llegar a esta etapa de mi vida.
El tipo al que tengo agarrado apenas respira, tiene los ojos hinchados y la cara cubierta de mocos y sangre de lo mucho que le he golpeado.
Este cabrón pensó que podía emboscarme en mi paseo vespertino. También me golpeó con un bate de béisbol con púas, haciéndome caer de mi Ducati Panigale, pero eso fue todo.
Lo agarro por el cuello y lo sacudo varias veces, respirando el hedor de sus fluidos corporales.
Bajo la luz del crepúsculo, parece monstruoso, con la cara ensangrentada e irreconocible.
—¡Oye! ¡Mira a quién he encontrado! —Jungkook vuelve a salir de entre los árboles, arrastrando a un rubio que se resiste como un saco de patatas.
El rubio tiene algunos músculos y da garras y patadas para escapar, pero bien podría ser una hormiga luchando contra un elefante. No sólo apenas da golpes, sino que los que da son completamente ignorados por Kook.
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Dark Temptress | Adaptación Jenlisa (G!P)
Fiksi PenggemarEl diablo me ha atrapado. Lo que comenzó como un error inocente se convirtió en un verdadero infierno. En mi defensa, no quise involucrarme con una princesa de la mafia. Pero ella irrumpió en mis defensas de todos modos. Me acechó desde las sombras...