El diablo me ha atrapado.
Lo que comenzó como un error inocente se convirtió en un verdadero infierno.
En mi defensa, no quise involucrarme con una princesa de la mafia. Pero ella irrumpió en mis defensas de todos modos.
Me acechó desde las sombras...
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Me doy cuenta de que algo va mal en cuanto aterrizo en el aeropuerto.
La gente suele decir que no existe el sexto sentido y que tener la capacidad de predecir el peligro es un mero mito inventado por los creyentes supersticiosos de los espíritus del mal.
Sin embargo, ese sexto sentido es lo que me alertó de que algo iba mal y me permitió tomar contramedidas. Eso, y mi firme control de la información crítica y de los puntos débiles del enemigo.
No existe la defensa perfecta. Ni siquiera las casas tipo fortaleza, la seguridad encriptada o los ejércitos de guardias. La única manera de eliminar los peligros y proteger a los que importan es reunir toda la información posible sobre las personas adecuadas.
La gente que no se atreve a cruzarse conmigo. Porque temen tener un espía en sus filas que les corte el cuello antes de llegar a mí.
Así es como he conseguido proteger eficazmente a mi familia durante décadas. He perdido la cuenta del número de veces que he descubierto un complot mucho antes de su ejecución y he puesto fin a él rápidamente antes de que se produjera.
Nadie más que mis guardias mayores saben de estos intentos. Ciertamente no mi esposa.
Por mucho que se haya integrado en mi estilo de vida, no quiero preocuparla por plagas de las que ya me he ocupado.
Y como la información es esencial, enseñé a mis hijas desde pequeñas a adquirir toda la información posible, no sólo sobre sus enemigos, sino también sobre sus amigos, su entorno y sus guardias.
Básicamente, cualquiera que se cruce en su camino.
Si conocen a las personas con las que tratan, podrán evitar cualquier intención maliciosa e incluso destruir el conflicto antes de que surja.
Ese talento es natural en mi hija. Es plenamente consciente de todo lo que le rodea y se esfuerza por aplicar ese principio en su vida cotidiana.
Puede que Irene haya sido protegida, pero también puede obtener cualquier información que se proponga gracias a su don social. Así es como ha conseguido sobrevivir en nuestro mundo todo este tiempo.
Confío en las habilidades de supervivencia de mis hijas, incluso cuando no estoy cerca.
Todavía me gustaría que dependieran de mí para protegerse, pero sabía que habría un día en que tomarían sus propios caminos en la vida.
A pesar de esa confianza, puedo percibir que algo se ha torcido durante el tiempo que estuve de camino desde Estados Unidos.
Comparto una mirada con mi guardia principal, Misha, y él asiente, probablemente teniendo la misma sensación que yo.
—Señor.
Me detengo en la entrada de la mansión en la que se aloja mi hija. Un hombre más joven, probablemente unos años menos que Lisa, nos recibe en la puerta. Tiene una complexión musculosa, pelo rubio claro, ojos azules pequeños y rasgos angulosos.
