Capitulo 31

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Capitulo 31: Cuando te miren, unos ojos azules.

                 CUENTA EDUARD

-Cuando vi a mi Pirata, entrar a ese salón, mi corazón quedó en un total vacío, solo espero que la operación sea todo un éxito. 

—Eduard, todo saldrá bien, tranquilo.—Dijo Yelenis mientras me dejaba un fuerte abrazo.

—¿Tambien tienes miedo,verdad?— Pregunté algo Sollozo.

—Pues creo que todos tenemos miedo de perderlo. —Respondió de una forma devastada, y sin fuerzas en su voz.

-cuando sacaron al donante, la señora María, se dirigió a él y lo destapó, no pude ver bien quién era, pero si pude apreciar el gran desmayo de mi suegra.

—¿Algunos de vosotros puede acompañarnos?. —Pregunto uno de los doctores, luego de haber tapado nuevamente el cuerpo.

—Si, iré con ustedes.— Les respondió la abuela, casi sin fuerzas.

-No pude hacer nada para ayudar a mi suegra, ya que mi cuerpo solo puede estar sentado, si me levanto, creo que caería al suelo, sin más. Me falta el aire, todo a mi alrededor da vueltas, y el dolor de cabeza es intenso.

—Eduard, Eduard.— Escucho la vos de mi hermana, muy lejos.

—¿Doctor, puede revisar a mi hermano?, creo que le sucede algo.— Pregunto Ana muy esaltada.

-el doctor empezó hacerme preguntas, podía escucharlo, pero no tenía fuerzas para hablar.

—Benjamín, rápido, necesito que lleves a Eduard a la oficina del segundo piso. —Dijo mi hermana muy desesperada.

-Benjamín me tomo en sus brazos y corrió conmigo hasta el ascensor.— Cada vez mi vista se hacía más  nublada, ya no podía ver absolutamente nada.

—¿Que le ha sucedido?— Pregunta la doctora.

—No sabemos, el se sentó un segundo, y luego le hablamos y no respondía, solo nos miraba,y su cuerpo esta súper frío. — Respondió mi hermana muy preocupada.

-Pude sentir en mi brazo algunos aparatos, que se llenaban de aire, y después de unos segundos lo expulsaban.

—¡Tiene la presión muy baja!.— Dijo la doctora algo exaltada.

-Cuando pasaron unos segundos, ella le ordenó a Benjamín que me diera la vuelta, y pues, me inyerto, aquello dolió cantidad. Me dejaron en reposo, y Ana me hizo beber una taza de café negro. Al menos puede hablar, en unos minutos , y más tarde ya podía ver con total claridad.

—¿Ya te sientes mejor?. — Pregunto Ana algo asustada.

—Si, creo que me asusté mucho, al ver a mi niño, entrar en ese salón.— Respondí nuevamente con lágrimas en mis ojos.

—Bueno chicos, los tengo que dejar, mi madre aún no despierta.

—Benjamín gracias.— Dije con una voz algo baja.

—Anda Eduard, que no se diga, eres prácticamente mi hermano.— Después que el dijo esas palabras se marchó.

—¿Chico, me puedes explicar cómo se siente, ser mirado por unos ojos azules?.— Pregunta la doctora, con una bella sonrisa. Pero como supo que mi chico, tiene los ojos azules.

—Doctora, ¿disculpe, pero como sabes que mi novio tiene ojos azules? —Pregunté algo confundido.

—Bueno si vuestro teléfono, no   hubiera llegado amis mano, no lo sabría. —Me mostró mi teléfono desde su escritorio.

—bueno doctora, no sé en otras personas como sería, pero cada vez que mi chico me mira; «siento que esos ojos, son como un regalo del cielo, de los angeles que nos cuidan desde ahí arriba.Es por eso que tienen un brillo diferente, porque los ojos azules no miran a cualquiera. Hay personas, que le temen a su transparencia, pero esos ojos, no mienten, no disimulan, lo que ves es lo que hay... Un regalo que no todos valoran, pero que nadie olvida, porque sabrás lo que es la verdadera magia, cuando te miren, unos ojos azules».
La doctora, al parecer es muy sensible, de sus ojos brotaron pequeñas lágrimas.

—Eduard, eres el único chico, que me ha respondido a unas de mis preguntas, con tanto amor, y brillo en vuestros ojos, en mis treinta y seis años, que llevo como doctora, nunca he visto a un chico como tú.

—Gracias doctora, pero ahora debo bajar. — Dije mientras me levantaba.

-Mientras bajaba, con mi hermana el ascensor, pude notar en ella una gran tristeza, aunque no lo aparente, pero ella es la que más sufre, ya que Jack es el primer amigo hombre de ella. Al llegar a la sala de operaciones, no avía espacio para que entramos, debido a que estaban, todos los chicos de nuestro antiguo salón sin excepción de ninguno, y al lado de la puerta, pude ver a la princesa más linda del mundo, Emely.

—¡Emely! —Grito Ana mientras corría hacia ella.

-estás se abrazaron con mucha fuerza, pero  a la vez una gran tristeza se podía notar en sus rostros.

—¿Y tu, por qué no me avisaste? —Pregunto Emely muy enojada, mientras me daba puñetazos en el pecho.

—Te juro que no sabía nada. —Respondí  con una voz baja.

—¡Mentiroso! Ustedes se contaban todo, y por no quererlo comentar, ahora no pude verlo, ¿y si no vuelve a despertar? ¿Y si mi niño muere?

—¡Vasta!, el despertara, y vivirá. —Dije mientras ponía su rostro en mi pecho.

-Poco tiempo después, la señora María se recuperó, pero la abuela todavía no avía vuelto. Eso nos preocupo un poco, pero lo más sorprendente, es que Benjamín y mi suegra se fueron, por unas largas horas, y viraron a las doce, con una caja negra, y mucho peor de ánimo. Deberás que no entendía nada de lo que estaba sucediendo.  Pero a las dos y veinticinco de la madrugada, los doctores salen y nos dicen.

—¿Los familiares del chico pueden acercarse?— Pregunto la doctora.

—¿Como está mi hijo?— Pregunta María.

—Pues queremos decirle, que la operación, fue todo un éxito. El chico deberás que es fuerte.

-al escuchar esas palabras, mi felicidad volvió, y con ella una gran sonrisa. Todos los chicos del salón empezaron a gritar. Nunca los avía visto tan contentos. A la cinco de la mañana, nos dijeron que podíamos pasar a verlo, y pues nos quedamos a su lado toda la noche. Espero y cuando despierte, sea el chico más feliz del mundo, ya que se lo merece.El amor de mi vida, deberás que es el guerrero más grande que he visto. 

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