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Los aposentos de Fernando, envueltos en la penumbra de la noche. Las cortinas rojas están entreabiertas, dejando filtrar una tenue luz de luna. Fernando y Elvira yacen entrelazados en la cama, sus cuerpos sudados y brillantes.

Elvira, con los ojos cerrados, exhala un suspiro de placer.

—Fernando... nunca pensé sentir algo así.

Fernando sonríe, besando su cuello.
Fernando: —Mi amor, tú tampoco sabes lo que me haces sentir.

Sus manos recorren su cuerpo, acariciando cada curva.

—Cada vez que estamos juntos, el mundo desaparece. Solo existimos tú y yo.

Fernando se acerca a su oído y susurra:—Eres mi todo, Elvira.

Se besan con una intensidad que los consume, sus lenguas entrelazadas en un baile apasionado.

—Te amo, Fernando. —Susurra entre besos.

—Y yo a ti, mi amor.

Sus cuerpos estan moviéndose al ritmo de su pasión, creando una atmósfera de intimidad y deseo.

Los amantes yacen entrelazados, su respiración entrecortada. Un silencio cómodo se instala en la habitación, roto únicamente por el latido acelerado de sus corazones.

—¿Te acuerdas la primera vez que nos vimos?— Elvira acaricia el rostro de Fernando.

— ¿Cómo olvidar esos ojos que me cautivaron desde el primer instante?— Sonrie mirándola.

Ambos se sumergen en recuerdos compartidos, sus miradas se cruzan y una nueva oleada de deseo los invade.

— Nunca pensé que alguien como tú se fijaría en mí.—Susurra en su oído.

—Tú eres única, Elvira. No puedo negar lo que siento por ti.— Besa el cuello de la mujer.

Los cuerpos se vuelven a unir, esta vez con una intensidad más suave, disfrutando de la cercanía y el calor del otro.

Los amantes yacen entrelazados, sumidos en un profundo sueño. De repente, la puerta se abre de golpe, dejando entrar una luz intensa. La madre de Fernando, Doña Leonor, entra en los aposentos, su rostro desencajado por la sorpresa y la indignación.

—¡Fernando! ¿Qué significa esto?—Su voz es agohada.

Fernando y Elvira se despiertan sobresaltados, cubriéndose con las sábanas.

— Madre, ¿qué hace aquí?—La voz de Fernando es de alguien asustado y sorprendido.

—¿Quién es esta mujer? ¡En tus aposentos!—señala a Elvira con desprecio.

—Soy Elvira.—Sé levantó de la cama.

Doña Leonor se acerca a Elvira, examinándola de pies a cabeza con una mirada llena de desprecio.

— ¡Una advenediza! ¡Una cualquiera! ¡Cómo te has atrevido a manchar el honor de mi familia!

Fernando intenta calmar a su madre, pero ella lo interrumpe.

—¡No me interrumpas, Fernando! Esta mujer no es digna de ti. Te casarás con la hija del Duque de Montemayor, como lo hemos acordado.

Elvira, avergonzada y humillada, se dirige hacia la puerta.

—Con permiso, mi señora.—Habló con voz temblorosa.

Antes de salir, lanza una última mirada a Fernando, llena de dolor y resignación.

Fernando se levantó rápidamente, tratando de detener a Elvira.

—¡Elvira, espera!—gritó, pero ella ya había salido de la habitación.

Bound by Fate, Freed by LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora