18

3 1 0
                                    

Isabela, aún abrazada a Martín, levantó la mirada y, con ojos llenos de lágrimas, le hizo una petición.

—Martín, por favor, prométeme que no le contarás nada de esto a mi padre. No quiero preocuparlo más de lo necesario —dijo, su voz temblorosa.

Martín, aunque preocupado por la gravedad de la situación, asintió a regañadientes. Sabía lo importante que era para Isabela mantener la calma en su familia.

—Está bien, Isabela. Te lo prometo. No diré nada a tu padre —respondió, con voz firme pero llena de preocupación.

Isabela, aliviada por la promesa de Martín, tomó un respiro profundo y decidió compartir con él algo que había estado guardando en su corazón.

—Martín, hay algo más que necesito contarte. Rodrigo y yo... tuvimos una relación. Él fue mi consuelo en los momentos más oscuros. Pero ahora no sé nada de él. ¿Sabes algo sobre su paradero? —preguntó, con voz llena de esperanza y temor.

Martín, sorprendido por la confesión de Isabela, tomó un momento para procesar la información antes de responder.

—Isabela, Rodrigo decidió alistarse en el ejército para luchar en la batalla de Calatañazor. Fue una decisión difícil para él, pero sentía que era su deber. Desde que partió, no he tenido noticias suyas. No sé cómo está ni dónde se encuentra exactamente —dijo Martín, con voz seria.

Isabela sintió una mezcla de alivio y preocupación. Saber que Rodrigo estaba cumpliendo con su deber le daba algo de consuelo, pero la incertidumbre sobre su bienestar la angustiaba.

—Gracias por decírmelo, Martín. Rezaré por su seguridad y su regreso. Espero que esté bien y que algún día podamos reencontrarnos —dijo Isabela, con voz suave.

Martín asintió, comprendiendo la profundidad de los sentimientos de Isabela.

—Rodrigo es fuerte y valiente. Estoy seguro de que hará todo lo posible por regresar a salvo. Mientras tanto, estaré aquí para ti, Isabela. No estás sola en esto —dijo Martín, con una sonrisa cálida.

Isabela, sintiendo el apoyo y la comprensión de Martín, se sintió un poco más fuerte.

Martín salió de la alcoba de Isabela, su mente aún ocupada con los pensamientos de la conversación que acababa de tener. Al girar por el pasillo, se encontró cara a cara con Isolda. Ambos se detuvieron en seco, sorprendidos por el encuentro inesperado.

Sus miradas se cruzaron, y en ese instante, sintieron una conexión profunda, una chispa que sabían que había estado allí desde hacía años. Aunque sus caminos habían sido diferentes, siempre habían sentido una afinidad especial el uno por el otro.

—Isolda... —dijo Martín, con una sonrisa cálida—. Es bueno verte.

Isolda, sintiendo una mezcla de alegría y nerviosismo, le devolvió la sonrisa.

—Martín, me alegra verte también. Han pasado tantos años... —respondió, con voz suave.

Martín asintió, recordando los días de su infancia cuando jugaban juntos en los jardines del ducado de Montemayor. Aunque el tiempo había pasado, la conexión entre ellos seguía siendo fuerte.

—Sí, han pasado muchos años. Pero parece que el destino nos ha vuelto a reunir —dijo Martín, con una mirada significativa.

Isolda, sintiendo el peso de sus palabras, asintió.

—Así es. Y parece que ambos tenemos mucho de qué ponernos al día —respondió, con una sonrisa.

Martín, sintiendo que este era un momento importante, decidió aprovechar la oportunidad.

Bound by Fate, Freed by LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora