Anochecía cuando llegaron a casa de Christine. A esas alturas, Richard acostumbraba a llevar una bolsa con ropa de recambio en el coche.
-¿Crees que realmente necesito un guardaespaldas todo el día?
Richard frunció el ceño.
-Si lo prefieres puedo poner una patrulla para que vigile la casa.
-No, no, tan sólo...
La interrumpió el sonido de su teléfono. Reconoció la voz de Sheldon Russel al otro lado del auricular.
-Me alegro de que me llame señor Russel. Quería preguntarle por su desempeño como abogado de mi abuelo.
Richard rebuscó en la nevera algo para preparar la cena mientras escuchaba atentamente la conversación. No le gustaba Sheldon Russel. No sabía por qué. O tal vez sí.
-...de acuerdo. Mañana al mediodía le espero aquí. Adiós.
Cuando colgó el teléfono se quedó mirándolo distraídamente. No se dio cuenta de que Richard le observaba.
Sacó el móvil y llamó a comisaría para solicitar un coche patrulla para la vigilancia nocturna. Realmente seguía creyendo que estaba en peligro. Ella le miró con extrañeza.
-¿Qué ocurre?
-Nada. Acabo de recordar que tengo cosas que hacer en comisaria. Pero no te preocupes, en unos momentos se estacionara frente a tu casa un coche patrulla para velar por tu seguridad - le dijo mientras cogía su cazadora y salía sin despedirse.
Christine se quedó de pie sin entender lo que acababa de ocurrir.
* * * * * * *
NEW YORK
Se encontraba observando Central Park desde las magníficas vistas de la terraza de su apartamento de la Quinta Avenida. Se giró para mirar su lujoso hábitat. Escaleras de mármol negro, paredes revestidas con madera inglesa antigua y ventanas al más puro estilo francés. Todo al mínimo detalle con el máximo coste. Él había nacido para esa vida. Viajes en yates de lujo, trajes de confección con las más costosas telas y todo tipo de gustos caros. Su matrimonio le había ayudado a llegar hasta allí. En ese momento su forma de vida peligraba pues su última transacción de negocios no estaba saliendo como esperaba. Hacer tratos con cierto tipo de gente podía acarrearle serios problemas. Pero no podía negarse. Su contrato prematrimonial contenía una cláusula muy clara sobre en qué estado quedarían sus finanzas si engañaba a su mujer. Una gran sensación de rabia se apoderaba de él. Ellos sabían muy bien a quien buscar para sus negocios turbios con obras de arte y reliquias. Sus contactos en galerías de arte y subastas por su familia política lo hacían un candidato idóneo para ser chantajeado y tenerlo en nómina incondicionalmente. Se revolvió ante la certeza de que ni siquiera recordaba el día que engañó a su mujer, pero tuvo una visión clara y video gráfica del momento en que se encontraba en la cama con una despampanante rubia, además de otro hombre. Un "ménage á trois" en toda regla con todo tipo de drogas a su alrededor de las que hicieron uso y abuso. Lo peor de toda esa historia era que la chica apareció muerta al día siguiente flotando en el puerto. No quería pensar más en el tema. Se tomó su whisky de un trago y se metió en el jacuzzi.
* * * * * * *
JAMESTOWN
Era mediodía cuando llamaron a la puerta. Al abrir se encontró con el semblante apuesto y sonriente de Sheldon Russel.
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LA FIGURA CHINA
ActionSólo ella podía descifrar los mensajes que su abuelo le había dejado. Sólo ella podía descubrir por qué había sido asesinado.