NUEVA COSECHA

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                     Eran las ocho de la mañana cuando DiCarlo volvía de la reunión con su abogado. Se disponía a buscar a Christine Shepard, cuando uno de sus hombres lo detuvo por el pasillo.

-Esta en el despacho de Kelson. A pedido verle allí. No hemos podido negarnos. Los rusos se pusieron... insistentes. Pero dos de nuestros hombres están con ella y otros dos fuera en la puerta. Está protegida.

Cuando DiCarlo entró en el despacho percibió la tensión en la mujer, pero no podía reconfortarla en ese momento, no delante de Kelson.

-¡Buenos días! - saludó fríamente.

Ella le miró buscando al hombre amable y considerado de la pasada noche, pero no lo encontró.

-Estaba explicando a la señorita Shepard lo que le ocurrirá si el detective Daniels no da señales de vida.

DiCarlo miró a la mujer intensamente. Quería tranquilizarla, ella debía entender sin palabras, pero Christine no sabía que pensar. En todo momento, en contraposición a como la había tratado Kelson, DiCarlo fue amable y amistoso. ¿Realmente sería capaz de hacerle todo lo que el magnate le había dicho? Le miró nuevamente. La expresión de DiCarlo era fría e ininteligible. Kelson se levantó y se acercó a ella. Tiró de su pelo sin contemplaciones para que lo mirara a la cara.

-Tan solo le daremos a tu policía veinticuatro horas más. Si para entonces no está aquí con los pergaminos...

Le soltó bruscamente del pelo mientras gritaba.

- ¡Llévatela!

DiCarlo le agarró del brazo con fuerza y la sacó del despacho. Ya en el pasillo, y seguido por sus hombres la llevó casi arrastras sin pronunciar palabra con gesto furioso. Al llegar a su habitación entró tras ella y la soltó. Christine se sentó en la cama un tanto preocupada observándolo pasearse ante ella.

-¡Voy a sacarla de aquí!

-¿Qué? ¡No! Richard vendrá con los pergaminos. Todo se arreglara y...

-¡No! - grito él - Nada se arreglara. Kelson no va a dejarlos libres una vez tenga los pergaminos en su poder.

-¿Cómo lo sabe?

Él le miró con el gesto fruncido. Ella no necesitó más explicaciones, entendió perfectamente y no pudo evitar contener el aliento. La situación era peor de lo que pensaba.

-¡Vamos! - le dijo mientras la agarraba de la mano -No se separe de mí.

Le sacó de la habitación, seguido por los hombres apostados en la puerta hasta el salón Templario.

La alarma silenciosa se accionó en el despacho de Kelson. Este se sentó ante el ordenador para visualizar la pantalla de vigilancia. El estomago le dio un vuelco.

-¡Maldito cabrón!

Observó a DiCarlo haciéndose con el pergamino y metiéndolo en un cilindro metálico de conservación para después dárselo a la mujer. El magnate sacó un revólver del cajón de su mesa y salió en su busca. A mitad de camino escuchó tiroteo fuera de la casa. Primero se ocuparía de DiCarlo y luego resolvería el resto.

*  *  *  *  *  *  *

                    El FBI asalto la mansión y como se esperaba, la resistencia parecía que iba a ser contundente. Richard no podía pensar más que entrar en la casa, pero la refriega en el jardín comenzaba a ser dura.

Cuando Kelson llegó al pasillo del salón Templario vio como DiCarlo llevaba de la mano a Christine para desaparecer por una bifurcación derecha que daba a la parte trasera del jardín.

LA FIGURA CHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora