EL FILIBUSTERS

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JAMESTOWN

                          Christine despertó deslumbrada por el reluciente sol. Buscó a Richard a su lado pero sólo encontró una rosa roja con una nota sobre la almohada. La leyó mientras olía el perfume de la flor. Sonrió pensando en el adorable hombre que le había escrito aquello. En ese momento Max entró como un torbellino.

-Buenos días. ¿Qué es lo que vamos a hacer hoy?

-Buenos días Max. Veo que te has levantado muy contenta.

-No sean bruja Christine. Mis labios están sellados - dijo sonriendo - Luego te lo contare todo pero ahora dime que haremos mientras nuestros hombres van a trabajar.

-Deberíamos investigar sobre el tercer pergamino.

Max comenzó a aplaudir mientras daba saltitos como una niña pequeña con juguetes nuevos.

*  *  *  *  *  *  *

                      Richard y John iban juntos a comisaria. Ninguno de los dos se decidía a hablar sobre lo ocurrido la noche anterior. El trayecto estaba siendo tenso y desagradable. Por fin fue John quien se decidió.

-Richard siento mucho la situación de ayer.

Su compañero le miró sin contestarle. Sin previo aviso aparcó el coche y salió apoyándose en la puerta. John salió y poniéndose ante su amigo con las manos abiertas con gesto interrogativo esperaba una explicación.

-John. ¿Qué opinas de Maxim?

Wesley comenzó a pasearse nerviosamente ante su amigo.

-¿Aparte de lo evidente? ¿Qué es una mujer bella, de mundo, inteligente, intuitiva y adorable?

-¡Vale! Creo que no era eso lo que quería saber.

-¡Ah no!  – John Wesley levantó las manos - Ni se te ocurra pensar que te voy a contar detalles íntimos de tu prima. Me conoces bien, sabes que no acostumbro a contar nada de...

-¡Joder John! Parece que hablemos distintos idiomas. ¿Qué esperas de tu relación con Max?

John resopló pasándose la mano por el pelo. Realmente no sé lo que puedo esperar de lo que tengo con Max. Tampoco sé lo que ella espera de mí. Pero te puedo asegurar que ahora mismo con los ojos cerrados firmaba para seguir como hasta ahora.

-No me gustaría veros a ninguno de los dos sufrir. Sabes que te aprecio y ella me preocupa, es mi familia.

John le palmeó la espalda para tranquilizarlo.

- Me conoces lo suficiente como para saber que no soy una persona voluble y ella me gusta.

-Vale. No quiero tener otra conversación parecida a esta en todo lo que nos resta de vida. ¿De acuerdo?

John le sonrío.

- ¡De acuerdo!

*  *  *  *  *  *  *

                    Habían pasado ya cuatro meses desde que se mudara a Jamestown y todavía no había abierto la tienda al público. Se preguntaba si lo haría algún día. ¿Por qué no ese mismo día?

-¿A quién llamas? - preguntó Maxim ante una taza de café.

-A Richard.

-¡Por dios! Mi primo debe de ser muy bueno si ya lo echas de menos.

-No, no es eso Max. Es que... ¿Richard? Soy yo. Me preguntaba que te parecería si Max y yo abrimos la tienda al publico hoy mismo.

Christine escuchó en silencio la retahíla de preocupación del policía.

LA FIGURA CHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora