LA DAMA BLANCA

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                Seguían sin encontrar nada raro en el inventario. Christine observó como Richard se atusaba el pelo con la mano. Parecía cansado de trajinar entre objetos con los que necesitaba manos de algodón. Sonrío al pensar como a ella se le pasaba el tiempo sin sentirse cansada y mucho menos aburrida.

-¡Vamos! Esta vez me toca a mí invitarte a cenar.

Richard sonrió.

-Te acepto la invitación.

Christine fue al despacho a por su bolso. Miró el correo por si Susan Richmond había respondido a su mensaje, pero no había tenido tanta suerte. Apagó el ordenador y salieron a cenar.

-Mañana deberíamos pasarnos por el despacho de "RUSSEL & RUSSEL"

* * * * * * *

              Eran las 8:30 de la mañana cuando sonó su móvil. Lo descolgó mientras salía de la habitación. Christine estaba dormida y no quería despertarla.

-¿Sí?

-¡Richard! Soy John.

-Dime.

- Ayer estuve con uno de los herederos de Agatha Philips. Estamos estancados y lo peor es que nadie parece saber qué objeto fue el que Sam heredó.

-De acuerdo. Luego hablamos.

                        Se despertó con la sensación de haber descansado varios días. Comenzaba a acostumbrarse a despertar así cuando dormía junto al policía. Lo buscó por la habitación pero él no se encontraba allí. Se vistió y cuando llegó al alto de las escaleras el olor a café llegó hasta ella. Dedujo que se hallaba preparando el desayuno. Estaba claro que se defendía muy bien en aquella cocina.

-¡Buenos días dormilona!

-Buenos días.

-Siéntate. Todo está preparado.

-Huele fenomenal.

-Me ha llamado John. No sabe nada sobre el objeto que Agatha Philips legó a tu abuelo.

-Tal vez lo encontremos haciendo el inventario.

* * * * * * *

DESPACHO DE RUSSEL & RUSSEL

                        Eran las 2 de la tarde cuando se presentaron en el despacho de "RUSSEL & RUSSEL". La secretaria les hizo pasar a una sala de juntas, dejándolos solos con la afirmación de que el abogado les atendería en un momento.

-¿Estás nerviosa?

-Un poco. No me gustan los abogados.

-Tranquila. Si tu abuelo confiaba en él, creo que deberíamos hacer lo mismo.

Christine suspiró.

-Sí, quizás tengas razón.

En ese momento la puerta se abrió y entró un hombre mayor de pelo cano seguido de otro más joven.

-¡Buenos días! Soy Austin Russel, abogado y fideicomisario de Sam Shepard. Sam era un buen amigo. Siento su pérdida y espero que me perdone por no haber asistido a su funeral. Problemas de salud.

-¡Gracias!

En ese momento entró la secretaria con café para todos.

-Este es mi nieto y socio Sheldon Russel y actuará como testigo en el proceso de lectura del testamento de Sam Shepard.

Los dos hombres iban impecablemente vestidos. El único parecido entre ellos eran sus ojos de un azul profundo. El abogado joven tenía el pelo rubio con vetas más claras. El dorado tono de su piel sugería que gustaba de disfrutar del aire libre. Posiblemente el abogado mayor en alguna época de su vida también tuvo el pelo claro. Sin más dilación se dio paso a la lectura del testamento.

LA FIGURA CHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora