SEGURIDAD PERSONAL

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JAMESTOWN

                               Christine y Richard desayunaron en el jardín. El día prometía ser brillante y precioso. Ella recogía los utensilios del desayuno mientras él se duchaba en el piso de arriba. Sonrió pensando en aquel hombre. Aquella no sería una mala vida. Aunque desde luego los últimos sobresaltos se podrían omitir. Escuchó llamar a la puerta y fue a abrir con el trapo de cocina en la mano.

-¡Buenos días!

Una despampanante mujer la miró de arriba abajo sobre las gafas de sol.

-Por lo que veo Richard se ha decidido a contratar servicio domestico. Me alegro, ya iba siendo hora. ¿Esta él en casa?

Christine observó atónita a aquel torbellino que acababa de entrar por la puerta sin siquiera ser invitada. Aunque quedaba claro que sabía dónde se encontraba. Christine sólo esperaba que fuera otra ex esposa. Era una hermosa mujer con un formidable aspecto. Tenía el pelo corto con un color rojizo que a todas luces, por el tono de su marfilada piel, se percibía que era natural. Llevaba un traje de corte ejecutivo a medida color gris y a pesar de su altura llevaba unos considerables tacones.

-Querida, si has saciado tú curiosidad inspeccionando mi persona, te agradecería me dijeras si Richard se encuentra en casa.

En ese momento, en el piso superior al borde de las escaleras, apareció el policía con tan solo una toalla en la cintura y otra en el cuello por atuendo.

-¿Maxim?

-Gracias. Ya puedes retirarte.

Christine sintió ganas de bajar a aquella mujer de los tacones de un bofetón. Lo que no tenía claro era si se sentía así por como la estaba tratando, o por la idea de que pudiera tener algo que ver con Richard.

-Richard. ¿Serías tan amable de decirme quien es esta... mujer? si necesitas que os deje solos dímelo y me iré a mi casa.

-Querido, creo que deberías hacer una sincera reclamación a la agencia que te mandó a esta mujer para el servicio domestico. Le falta... - Maxim no pudo acabar la frase.

-¡Basta ya Max!

Christine estaba en medio del salón con los brazos cruzados en el pecho cuando Richard se acercó a ella y le rodeo la cintura con el brazo.

-Christine, te presento a mi prima Maxim.

Christine miró al hombre y luego a la mujer, que al quitarse por fin las gafas de sol dejó al descubierto unos profundos ojos verdes idénticos a los de Richard.

-¿Tú...prima?

-Sí querida - le respondió la pelirroja dirigiéndose hacia ella para abrazarla - siento la confusión - Y sin dejar de mirar a Christine le dijo a su primo - cielo, veo que tu gusto por las mujeres ha mejorado considerablemente. Ahora, aunque siempre es un placer contemplar tu cuerpo de "Adonis" ¿quieres subir a ponerte algo para que nosotras podamos conocernos?

Él observó a Christine. Ella le hizo un gesto casi imperceptible para asegurarle que todo iría bien y subió a vestirse.

-¿Te apetece un café?

En cuanto Richard desapareció de su vista se efectuó un cambio en Maxim que dejó perpleja a Christine. Le cogió del brazo para ir juntas a la cocina.

-Me encantaría tomarme ese café contigo.

Cuando Richard bajaba por las escaleras escuchó a las mujeres reírse a carcajadas. ¿Qué podía ver Christine de divertido en su prima? Al entrar se colocó junto a la anticuaria mirando a Max. La actitud de Maxim volvió a cambiar ante su primo. Era como si tuviera varios registros de personalidad y el que utilizaba con Richard fuera para incomodarlo. Y parecía que lo conseguía.

LA FIGURA CHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora