LUZ EN EL EMBARCADERO

6 0 0
                                    

NEW YORK

DiCarlo buscó a su jefe en el despacho.

-¿Ocurre algo?

-He estado hablando con uno de los expertos de arte. Asegura que el pergamino no es único. Existen otros tres.

-Sí. Eso tengo entendido. Imagino que no estarán muy lejos de donde hemos encontrado el primero.

-Creo que habrá que seguir vigilando a la anticuaria.

-Encárgate de ello.

****************************************************************

JAMESTOWN

                       Desde hacía un mes todas las noches Christine y Max se reunían con John y Richard en casa de este para cenar, y esta no iba a ser distinta. John estaba continuamente pendiente de las necesidades y deseos de Maxim adelantándose a sus peticiones. Hacia una noche agradable y ante la sugerencia de Max salieron al jardín.

-Querido Richard. ¿Serias tan amable de dejarme salir con tu velero?

-Ni lo sueñes.

-Vamos Richard. Yo la acompañare.

Richard miró a su compañero con una ceja levantada.

- ¿Qué te hace creer que eso me hará cambiar de opinión?

-Vale, está bien. Sé que el velero es tu joya más preciada, pero podríamos utilizar el bote.

Christine miró a Richard con la intención de presionarle.

-De acuerdo.

-Gracias primo. No será lo mismo, pero será muy romántico - replicó Max risueña.

Richard y Christine los observaban marcharse desde la cómoda hamaca del jardín.

- ¿Verdad que hacen una bonita pareja?

Richard puso los ojos en blanco.

-Vamos. ¿Dónde has dejado tu romanticismo?

El policía le levantó para sentarla sobre él a horcajadas.

-En el dormitorio, reservado sólo para ti.

A ella le complació esa revelación y besó al policía sin ninguna reserva.

              John y Maxim se hallaban fuera del haz de luz del embarcadero. La penumbra de la noche en el bote era un aliciente para desinhibirse. Observaron a Richard y Christine en el jardín en pleno intercambio de fluidos.

-¿Qué piensas de esos dos?

John sonrió.

-Christine es lo mejor que le ha pasado a tu primo en mucho, mucho tiempo.

-Sí. Yo también lo creo.

                    A lo lejos se escuchaba el ladrido rabioso de un perro. Instintivamente John dirigió la mirada hacia donde procedía, a varias casas de distancia, y fue cuando acertó a percibir varios destellos de luz en la oscuridad. No escuchó más sonido que el alarido doloroso del perro. Sintió que algo no había ido bien

-¿Qué ocurre? - preguntó Max percibiendo su expectante tensión.

-¡Shhh!

Afinó la vista y el oído y volvió a ver otro destello. Sin pensarlo sacó su arma y su móvil.

-John, si lo haces para impresionarme no hace falta. Me estas asustando.

La expresión del policía decía a Maxim que aquello no se trataba de ninguna broma.

LA FIGURA CHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora