Deckard Shaw lleva una vida aparentemente tranquila junto a su esposa, la encantadora y enigmática Camila Harrison. Sin embargo, la serenidad de su matrimonio se ve interrumpida cuando Camila recibe una oferta irresistible para regresar a su antiguo...
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Camila se encontraba colocándose una blusa más cómoda, la chica estaba algo cansada y pensativa por todo lo que Hobbs le había dicho.
Todos sus sentimientos y pensamientos estaban hechos un solo revuelo, solo esperaba que todo se aclarara pronto en todos los sentidos.
Comenzó a caminar un poco recorriendo los pasillos de la base, la chica se detuvo al ver un Porsche 911, la mujer sonrió con nostalgia sabiendo que su auto quedó completamente destrozado aquella noche.
Camila se sentía atrapada entre el rencor y algo más profundo, algo que había tratado de enterrar desde hacía años. Sabía que no podía confiar en Deckard, no después de lo que había hecho. Pero entonces, ¿por qué una parte de ella no podía odiarlo por completo.
Soltó un suspiro.
Sus ojos se cruzaron con los de él, y por un momento, las viejas memorias comenzaron a inundarla: las risas compartidas, los momentos en los que habían sido un equipo.
Deckard comenzó acercarse con precaución sabiendo que la morena aún no lo había perdonado del todo.
—¿Todo bien con el grandulón?—se apoyó en el capó del auto junto a ella— Parecen molestos.
—No sucede nada.—le dedicó una leve sonrisa— Dime la verdad, ¿por qué decidiste ayudar? Conociéndote, hubieras preferido trabajar solo.
—Si. Tal vez.—respondió— Pero quizá pensé que el ayudarlos sería una forma de redimirme ante ellos, sé que son importantes para ti y además te creí muerta. Lo encontré como una forma de que me perdonaras.
—Siempre pensé que si volvía a verte, lo primero que haría sería pedirte una explicación... —su voz era suave, casi insegura. —Pero ahora que estás aquí, no sé por dónde empezar.
—Sé que cometí errores, Camila... —dijo con el ceño fruncido, su voz cargada de pesar. —Si pudiera cambiar lo que hice, lo haría. Nunca quise lastimarte de esa manera.
—No fue solo el disparo, Deckard... fue todo lo que vino después. El silencio, la distancia, las muertes... —Hizo una pausa, sus ojos buscando los de él, intentando encontrar algo que le diera respuestas. —Nos alejamos tanto. Y no sé si fue por lo que pasó o si simplemente estábamos destinados a rompernos.
—Nunca quise alejarme de ti. —Se frotó el rostro, como si al hacerlo pudiera borrar los errores del pasado. —Pensé que mantenerme apartada del peligro era lo mejor para ti... para nosotros. Quería protegerte, pero en lugar de eso, te perdí.
—Deckard, siempre intentaste cargar con todo tú solo, y eso es lo que nos destruyó. Pensabas que alejándome de ellos, me estabas protegiendo, pero lo que necesitaba era que estuvieras allí, conmigo. —Sus palabras no llevaban reproche, solo una tristeza calmada por el tiempo.
