Kike, en el funeral de Ósver, reflexionaba sobre las últimas palabras que le había dicho su amigo, sin lograr comprenderlas. Días después, recibió una llamada de la abuela de Ósver, quien le informó que tanto él como Ailice tenían participación en el testamento que su nieto había dejado, y les pidió que asistieran a una reunión al día siguiente en una conocida notaría.
En la notaría, Kike descubrió que Ósver le había dejado una carta privada para él. Además de legarle sus juguetes de infancia, incluyendo su consola de PlayStation y sus preciadas colecciones de álbumes, Ósver había dejado también a Kike y a Ailice el terreno de la casa donde había pasado su niñez. Todo esto venía con una nota que el notario empezó a leer:
«Mis queridos amigos, me enteré por las redes sociales que tienen un terreno y que piensan construir su casa ahí; no lo hagan, construyan su casa donde yo viví de niño. Vivan felices como yo lo fui. Construyan el centro de fisioterapia en el otro terreno y cumplan sus sueños. Los quiere y los estima, Ósver».
Kike y Ailice, a pesar de la tristeza por la pérdida de su querido amigo, se sintieron felices por el inesperado regalo que recibieron de parte de él. Más tarde, después de los trámites en la notaría, se dirigieron hacia el barrio Belén y pasaron por un terreno que evocó gratos recuerdos en Kike. En ese lugar había estado la casona que alquilaba videojuegos en los años noventa, a la que tanto él como Ósver solían ir. Kike se estacionó frente a la iglesia Belén; salió del auto y miró el barrio que lo había visto crecer. Recordó las calles llenas de niños jugando, el bullicio de las tardes en el parque, y el sonido de risas que solían llenar el aire. En los años noventa, el barrio era un mosaico vibrante de vidas, un lugar donde cada rincón tenía una historia que contar. Ahora, restaurado por su valor histórico, se encontraba silencioso, como una escena congelada en el tiempo. La restauración no había logrado devolverles su esencia. Las calles, antes llenas de alegría, ahora se sentían desoladas. Los niños que correteaban por el parque, cuyas risas se escuchaban en cada esquina, habían crecido y se habían ido, dejando solo ecos de un pasado distante.
Luego, Kike entró al complejo betlemítico, mientras Ailice se quedó en el auto esperándolo. Caminó hacia el parque donde se alzaban las dos palmeras de dátiles y se sentó en una banca. Sacó la carta que le había dejado su querido amigo, y comenzó a leerla:
«Querido amigo, durante el tiempo que estuve con Ailice, me di cuenta que ella te ama. Te pido que la perdones. No podemos ser puritanos ni conservadores todo el tiempo; siempre existe la posibilidad de sucumbir ante alguna tentación. Confío en que con el tiempo podrás perdonarla. En cuanto a mí, sé que me perdonarás. Te conozco y sé que me quieres más que a ella. Pero dejemos las bromas. Cuando puedas, ve a la casa de mis abuelos. Mi mamá Lucía te dará un peluche, un Tigger, para que se lo entregues a Ailice. Así, el Winnie Pooh, que le diste tendrá compañía. Sin embargo, entrégaselo de tu parte; por ningún motivo le digas que es mío. Ailice se alegrará más al saber que es un regalo tuyo. También te dejo mi PlayStation 3, aunque no sé por qué te lo estoy dejando, ya que siempre sueles perder. Quizás sea para los hijos que algún día tendrás con Ailice. Estoy seguro que serán mejores que tú en los videojuegos. Me despido sabiendo que ambos serán felices. Un abrazo, tu amigo, Game Ósver».
Ósver había escrito esa carta antes de enterarse de que los hijos de Ailice eran suyos. Entonces, por fin, Kike comprendió las últimas palabras que su amigo le había dicho en el umbral de la muerte, las cuales fueron: «Game Ósver». Porque, aunque Ósver no pudo ganarle el corazón de Ailice, sí le ganó la batalla al embarazarla. Pero también había llegado al final de su juego, al final de su vida. Después de comprender eso, Kike miró al cielo y, con lágrimas, gritó:
—¡¿Por qué nunca te puedo ganar?! ¡Ja, ja, ja...!
Fin
A la memoria de: Ósver Enrique Díaz Barrios.
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Game Ósver
Roman d'amourLa novela narra la profunda amistad entre Ósver y Kike desde la infancia. A medida que crecen, sus vínculos se ven sacudidos cuando Ósver recibe un devastador diagnóstico de una enfermedad degenerativa en su adolescencia. A lo largo de la historia...