Capítulo 25

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— ¿Cómo conociste a Stelle?

— ¿Qué?

— Te estoy preguntando cómo conociste a Stelle. Me refiero a cómo la conociste realmente, no a la falsa versión que ella tiene sobre la fiesta.

— ¿Viniste a despertarme a esta hora en mi día de descanso solo para preguntar eso? Eres un maldito loco.— Boothill iba a cerrarle la puerta en la cara, pero Argenti la detuvo.

— Hablé con ella. Acabo de salir de su casa.— Boothill abrió la boca como si fuera a quejarse, pero luego su expresión se suavizó.

— Stelle ya no forma parte de mi vida. Lárgate de aquí.

— Y es justo lo que teme. Ella piensa que, siendo como eres, no volverás a dar la cara para enfrentarla. Cree que no eres suficientemente maduro para afrontar el rechazo.— Se permitió cambiar un poco las palabras. Sin duda Stelle había tenido más tacto, pero eso era en esencia a lo que se refería.— Yo también me inclino a pensar que eso es justo lo que pasará. Conozco la otra versión de ti que se basa en la misma cobardía y actitud testaruda.

— Cuida tus palabras, imbécil. ¿Me buscas para permitirte ser grosero con alguien que crees que lo merece? Al carajo, yo no voy a soportar eso.— Nuevamente quiso cerrar la puerta, pero Argenti la detuvo con una mano. Boothill no recordaba que ese hombre tuviera tanta fuerza. Sin duda parecía mucho más débil en cualquier otro de sus encuentros.

— Estoy molesto. Estoy bastante molesto, así que no hagas esto más grande.— Supo que se estaba extralimitando porque le costó recomponerse. Ver a Stelle tan triste momentos antes por culpa de Boothill lo había sacado de sus casillas.
El hecho de que él y ella fuesen amigos ya lo había irritado inicialmente, pero que Stelle se viera tan afectada por la fragilidad de ese lazo solo lo empeoraba todo.

— Ah, ¿estás molesto? Eso a mí no me afecta en nada. No eres capaz de hacer algo para remediarlo.— Le dio la espalda, ya que no tenía sentido forcejear con Argenti para cerrar la puerta. Avanzó unos pasos sintiendo la brisa fría entrar, y luego ya no la sintió más. Entonces, quiso echar un vistazo a lo que había ocurrido, pero el cuerpo grande de Argenti lo sometió contra el suelo, boca abajo y vulnerable.

Notó la presión de una mano alrededor su cuello y otra que le tomaba el brazo derecho tras la espalda. Además, Argenti había apoyado el peso de su cuerpo sobre la parte trasera de sus rodillas, dejándolo inmóvil.

— Deja de actuar como un niño que hace berrinches. Yo podría hacerte obediente si se me antoja; pero estoy aquí, intentando hablar las cosas, y tú no dejas de hacerme enfadar.— Su voz salió más áspera de lo que hubiese imaginado. Boothill también se sintió paralizado con toda esa escena, pues no fue capaz de liberarse aunque lo intentó. Esa debilidad a la que no estaba acostumbrado lo sorprendió.

— ¡Oye, oye! ¿Ahora yo qué hice? Fue tu decisión hablar con Stelle de mí. ¿Y qué te sorprende? Ella me rechazó. No creo que le importe si somos amigos o no después de eso.— Quiso hablar alto, pero su voz no fue clara. El peso que se alojaba sobre él le oprimía los pulmones. Sentía que se le cortaba la respiración.

— ¿Crees que no le importa? Que estupidez. Tú podrás ser un insensible, pero ella es considerada. Además, tú eres...— Argenti se mordió el labio con más fuerza de la que creyó estar utilizando. Se sintió impotente, como si decirlo él mismo volviera aquello más real.— Tú eres su mejor amigo. No sé qué demonios hiciste para merecerlo pero debió ser grande, porque yo llevo años... Años, intentando ser especial para ella, ¿y qué crees? Ahora descubro que soy un amigo más, y todo porque tú, Boothill, eres su mejor amigo. No pude ni siquiera lograr algo como eso...— Se rió con tristeza, presionando más fuerte su brazo. Escuchó que se quejaba, pero no lo soltó.— Entonces, te vuelvo a preguntar: ¿Cómo conociste a Stelle?

Boothill guardó silencio. Su respiración agitada, difícil, fue lo único que se dejó oír por un instante. Parecía estar reflexionando de nueva cuenta todo lo que había dado por hecho.

— No lo sé... Yo no... No recuerdo cómo.— Cerró con fuerza los ojos. Sintió que se le acababa el oxígeno y comenzó a respirar con la boca.— Debió ser en la secundaria, pero ni siquiera era importante para mí o yo para ella. No se puede decir que nos conocimos entonces...— Intentó empujarlo, quitarlo de encima con su brazo libre, pero ni siquiera logró moverlo. Volvió a rendirse.— Ah, maldito, ya suéltame. Voy a morirme si no me dejas respirar.

— ¿Iban en la misma clase?— Siguió preguntando, ignorando completamente sus quejas.— Tienes una foto en tu billetera.

— ¿Revisaste mi billetera? En serio estás mal.— Dejó de removerse porque necesitaba regular su respiración. Si no dejaba de gastarse el aire de esa forma entonces comenzaría a sufrir en serio.— Es un recorte de la foto generacional en secundaria. Me tocó quedarme a su lado porque...— Al recordarlo, una sonrisa se le formó en los labios, llena de gracia. Se burlaba de sí mismo.— Porque no habían suficientes mujeres para completar la hilera. Faltaba una para que tuviesen la cantidad exacta para la foto, y me eligieron para cubrir el espacio por tener el cabello largo. ¿Ya estás feliz y contento? ¿Curiosidad saciada? Es una estupidez.

— Lo es.— Argenti finalmente exhaló, más tranquilo por lo absurdo de la situación pero todavía reacio a ser dócil igual que siempre. Liberó su agarre y Boothill aprovechó para escapar de entre sus manos y sentarse ahí mismo, frente a él sobre el suelo, aspirando una gran bocanada.— ¿Y después qué pasó?

— ¿Ya no me vas a torturar para sacarme información? Entonces ya no te voy a dar información.— Aquella provocación bromista no pareció ser bien recibida por Argenti, que lo fulminó con una simple mirada. Corta, precisa e intimidante. A Boothill le bastó con eso para hablar por su cuenta.— Solo interactuamos esa vez. Un saludo rápido y se acabó. Ella no iba conmigo en clase, pero su amigo sí. No me acuerdo de su nombre.— Se encogió de hombros, como si no le importara recordarlo.— Con él sí hablaba. No mucho, pero suficiente para enterarme de que iban a organizarle una fiesta un tiempo después. Ya ves, hay gente que se entera de todo si está en el lugar correcto.

— ¿Esa es toda la historia? No te creo.

— No me creas si no quieres. Yo ya te dije la verdad.— Se levantó del suelo, sacudiéndose la ropa. No tenía polvo, pero no quería arriesgarse.— Fui su mejor amigo porque soy mejor que tú. No hay tanto secreto detrás, simplemente no eres una buena primera opción.

— Te odio. Eres una terrible persona.— Argenti también se puso de pie, pero no parecía irradiar la misma normalidad que Boothill. De hecho, se le acercó despacio, tomándolo por la camiseta en una postura amenazante.— Y aún siendo una terrible persona... Me superaste. ¿Por qué estás arruinándome, Boothill?— Argenti sintió que quería golpearlo y Boothill no pensaba detenerlo. Lo merecía, según sabía. Sin embargo, no quería quedarse con una inquietud. La susurró.

— ¿Esto sigue siendo sobre Stelle?

— Esto dejó de ser sobre Stelle anoche.

Íntima Enemistad | Boothill & Argenti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora