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—¿Samantha? ¿qué haces aquí? —preguntó Alejandro al salir de la casa del capataz
—Tengo que hablar algo de la hacienda con Antonio —mentí
—¿Es algo importante?
—No, no te preocupes
Alejandro asintió dejando un beso en mi cabeza para después irse.
—Hola Renato —lo saludé en cuanto entré, él sólo me sonrió —Antonio, quiero hablar contigo
—Los dejo para que puedan hablar —avisó Renato antes de irse
—¿Estás bien? —pregunté nerviosa
—Si, ¿por qué no lo estaría?
Respondió él moreno, comencé a jugar con mis manos sin saber que decir.
—Lo que paso en la feria ganadera ¿por qué no dejaste que te ayudara a curarte?
—Podía hacerlo yo mismo señorita
Antonio seguía con la mirada fija en sus papeles y cada vez respondía más cortante haciéndome sentir un poco mal.
—¿Qué te pasa Antonio?, hace varios días estas muy raro conmigo
—¿De verdad? —me miró —bueno solamente quiero mantener un poco la distancia
—Es por Angélica ¿no?, tienes algo con ella —reí con ironía —por eso estaban tantas juntos en la feria ganadera
Antonio rápidamente se levantó de su silla acercándose a mi y colocando ambas de sus manos en mis hombros.
—¿De qué hablas? yo ni tengo nada con Angélica
—Es lo que me haces pensar —susurré debido a la cercanía
—No hay nada entré Angélica y yo —repitió —tú y Dimitrio, ¿hay algo entre ustedes?
—¿Lo conoces? —pregunte confundida
—Lo he visto con tú hermano y eso pero, no has respondido mi pregunta
—No voy a responderte eso, Antonio
Él solo negó con la cabeza, en sus ojos se veía algo de decepción. El contacto visual entre ambos duró un par de segundos pero de un momento a otro los labios de Antonio estaban sobre los de Samantha, la rubia tardo un poco en reaccionar pero finalmente correspondió el beso el cual no duró mucho ya que fue detenido por la misma.
