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—Samantha, acompáñame

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—Samantha, acompáñame

—¿A dónde? —pregunté dejando los papeles sobre el escritorio

—Sólo ven conmigo

Rodé los ojos y seguí a Alejandro, noté que íbamos para la casa del capataz pero en el camino la odiosa de María se nos unió.

—Bueno, hasta que regresaron —dijo mi hermano en cuanto entramos y saludó a ambos hombres —me da gusto saber que están bien, pero ¿qué paso? ¿dónde estaban?

—Pero si te dije Alejandro que me iba a ausentar el fin de semana por un asunto personal —respondió el moreno

—Y yo te pedí que te quedaras para que recibieras los pie de cría

—Discúlpame pero eso lo pudo haber hecho Juventino sin ningún problema, lo mio era urgente

—¿Se puede saber de que se trataba?

—Cómo te dije es un asunto personal y pues la verdad, no quiero volver a tocar ese tema

—Está bien, todos tenemos nuestros asuntos privados. Pero, no estoy de acuerdo con que hayas abandonado tu trabajo sin que yo te hubiera dado permiso y sin avisarle a nadie

—Estábamos muy preocupados por ustedes —dije rápidamente cuándo noté que María iba a decir algo —creímos que se habían cruzado con los tipos del otro día

—Les pido una disculpa, en especial a ti Alejandro, no se volverá a repetir. Lo que pasa es que cuando fui a decirte pues, estabas ocupado tenias una visita y la verdad pues no quería molestarte —explicó Antonio —pero, nuevamente les pido una disculpa, ahora bien, si quieres correrme pues estas en todo tu derecho

—No te voy a correr Antonio —sonrió mi hermano y yo suspiré aliviada por su respuesta —tampoco es para tanto. Y de verdad me da gusto que no les haya pasado nada malo

—Bueno, pues si, muchísimas gracias

—Luego nos vemos —se despidió mi hermano —¿vienes, Sam?

—Ahora te alcanzo

En cuanto Alejandro salió Antonio se acercó a mí para abrazarme lo cuál correspondi rápidamente.

—Por un momento creí que ya no volverías y te escaparias

—¡Oye!, no soy un fugitivo cómo para escaparme eh —dijo entre risas

—Nunca se sabe —reí y me separé del abrazo —realmente me alegra que estés aquí de nuevo

—Sé que lo dices porque te encanto

—En tus sueños Antonio

Dejé un beso en su mejilla para después salir de ahí no sin antes despedirme de Renato y nuevamente volví a la casa grande para continuar con mi trabajo pendiente.

𝐄𝐧𝐜𝐡𝐚𝐧𝐭𝐞𝐝 || 𝐃𝐢𝐦𝐢𝐭𝐫𝐢𝐨 𝐌𝐞𝐧𝐝𝐨𝐳𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora