¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Odio a ese grupito de idiotas, molestando de aquí a allá ¿No tiene algo mejor que hacer?
—No hables con la boca abierta, Furina.
Mis dos amigos más fieles, prácticamente mis mejores amigos, eran hermanos ¿Algo mejor que eso? Nada. Compartíamos la mayoría de gustos ya sea desde música hasta cine, sentía que nadie podía comprenderme más que ellos y lo mejor era que también no soportaban a aquel grupo.
—¿Ahora que hicieron? Mire a mi amiga con duda, ella normalmente no hacía comentarios hacia aquel grupo solo si algo le molestaba en realidad.
—¿Lyney? Creo que se llama así, hizo un desastre en el pasillo con sus truquitos de magia, tuve que hacer un gran formulario explicando lo sucedido a la secretaria del director. La cabeza de ella pegó con la mesa donde estábamos comiendo, en su rostro solo se podía ver frustración.
—Tu querías ser parte del consejo estudiantil ¿No es así?
—SÍ, pero no pensé que cada día de la semana tuviera que hacer el mismo formulario por cada cosa que hacen ellos.
—Furina el carro de una de las profesoras está lleno de pintura. Un joven pelinegro se metió a la conversación con una sonrisa realmente fastidiosa para la peliceleste.
—¡Ya ni comer tranquila me dejan! Dejo salir un grito de fastidio incluyendo un gruñido en el, Furina tomo sus cosas para luego irse de ahí, parecía que sus pies pronto prenderían fuego de lo enojada que se encontraba.
—Esos chicos... ¿Simplemente no pueden ser expulsados?
—No gran bobo, sus padres dan grandes donaciones a la institución por lo tanto no se puede hacer tal cosa. Explique con enojo, la gente con dinero y sin cerebro era lo que más me fastidiaba en el mundo ¿Cómo se habían hecho ricos? Para tener riquezas había que tener al menos un poco de neuronas.
Hablando de pocas neuronas la chica con menos neuronas que conocía me miraba fijamente desde su mesa con una gran sonrisa ¿Que estaba tramando? Me quedé pensando en las pocas posibilidades que sus tres neuronas podrán pensar. Aquella rubia tonta no podía alterar mi cabeza por una simple sonrisa, aún así aunque hiciera algo realmente contra mí no era algo en lo que debería de preocuparme.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
