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—¿Quién era ella?

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—¿Quién era ella?

Sus ojos azules parecían molestos, su ceño estaba fruncido y sus labios que solo marcaban una línea, su contacto visual podía matarme ahí mismo si eso fuera posible. Navia estaba ¿Celosa? Solo me reí en su cara mirandola seriamente ¿Por qué estaba celosa? Sí ella había hecho lo mismo.

—Dejame ir, la fiesta está afuera. Evadi su pregunta intentando salir de aquella habitación al intentar abrir la puerta ella se puso en frente, sus manos empujaron levemente mi cuerpo hacia atrás.

—Lo volveré a repetir ¿Quién era ella?

—¿Estás celosa, rubia?

—Pff- Nadie puede ser mejor que yo, a la vez ¿Por qué lo estaría? Ella sonrió de lado mostrando su egocentrismo.
—No somos nada, solo nos divertimos teniendo sexo.

Claro... Había olvidado aquello, mi mano se desplazó hacia mi cabello echando este para atrás por el calor que sentía en aquel momento, tome a Navia de su cintura tirandola hacía aquella cama, aquello se iba a hacer costumbre. Sus ojos me veían fijamente con deslumbró y curiosidad, mis manos acariciaron sus muslos adentrándose en aquel vestido negro para luego bajar rápidamente su ropa interior.
Senté a Navia en aquella cama para luego sentarme yo en el suelo quedando a la altura de sus piensas, con mis dientes subí aquel vestido apretado y con ambas manos separé las piernas de ella, quedando su parte íntima en mi rostro.

Mi lengua caliente paso por toda su intimidad, dejando besos en sus labios y dando leves mordidas en la misma zona. Busque su clítoris con mi lengua encontrandolo a los cuantos segundos, comencé a lamerlo sin perder el ritmo en aquel movimiento. Navia posicióno sus manos en mi cabeza y sus dedos se enredaban en mi cabello, ella empujaba desesperadamente mi rostro contra su intimidad jalando un poco mi cabello en el proceso.

—C..Clorinde... Ahí. De nuevo empujó mi cabeza, mi lengua empezó a acelerar haciendo que ella soltará unos pequeños gemidos ahogados.

Lamía su clítoris como si de un helado se tratase, aunque era mejor que un helado... Su sabor no era malo, más bien sabía bastante bien. Las piernas de la rubia temblaban y su desesperación se volvía más, seguí un rato así hasta que sentí un líquido recorrer por mi barbilla, pare aquel movimiento para poder observar que ya había llegado al orgasmo, mi lengua paso por aquel fluido que había salido de la rubia saboreando cuidadosamente su sabor, sin decir nada tomé la ropa interior de la chica y la pase por mi rostro limpiando este, la rubia al ver eso intento detenerme pero ya era muy tarde.

—Me voy rubia tonta.

—¿No te quedarás?

—Mhm... No, ya me divertí. Intenté mostrarme sería ante ella, le di una última mirada de frialdad para luego abrir aquella puerta.
—Ya no tengo nada que hacer aquí, luego nos vemos Navia. Salí de aquella habitación sin mirarla y cerrando aquella puerta, sentía como mis palpitaciones estaban echas un lío.

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ᴅᴜᴍʙ ʙʟᴏɴᴅᴇ | ᴄʟᴏʀɪᴠɪᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora