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Había un nudo en mi garganta que cada vez se enredaba más por el miedo impidiendo que hablara, si le confesaba la verdad a ella y no tenía los mismos sentimientos ¿Que haría después? Si ella me rechazaba y quitaba todo nuestro contacto, eso me iba a dar un mal rato... ¿Realmente estaba preparada para esto? Los días que estuvimos alejadas fueron duros de alguna manera, pero los sobrelleve ya que sabía que volveríamos a encontrarnos.
—Clorinde...
—¿Navia? Escuchar mi nombre proveniente de sus labios hacia mi corazón latir por ese simple acto tan pequeño.
—Quiero... Que sigamos divirtiéndonos, pero con reglas. Eso no era lo que quería decir, pero por ahora podía conformarme con eso, al menos podía tocarla por más tiempo.
—¿Reglas? ¿Cuáles serían? Su mirada me veía atentamente ¿Ella estaba de acuerdo? De alguna manera me dolía que ella aceptará por la posibilidad de que solo me quiera tener como un juguete sexual.
—Sí, solo puedes hacer esta clase de cosas conmigo.
—¿Tu igual?
—Sí, yo igual solo las haré contigo.
—¿Otra regla más?
—Nadie puede saber que seguimos en esto. Si ambas chicas se enteraban que la había cagado con esto después de su ayuda me iban a golpear... Mentira es una exageración decir eso, pero si iba a tener un buen sermón.
—¿Desconocidas?
—Exacto, enemigas. Ella me miró unos cuantos segundos y asintió con su cabeza ¿Por qué se veía tan tierna haciendo eso? Mis sentidos se descontrolan, mi odio a sus acciones se había desaparecido y ahora cada cosa que hacía lo veía lindo.
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