3

327 24 2
                                        

Empezaba a despertar poco a poco, sentía algo suave debajo de mí, podía suponer que tal vez era una cobija... ¿En dónde estaba?. Claramente no estaba en casa de Minji, podía saberlo sin siquiera abrir los ojos... Poco a poco empezaba a oír con más claridad, escuchando una respiración no tan lejos pero ni tan cerca de mí, y también podía escuchar como golpeteaban un pie contra el suelo, como si fuera una persona con apuro..

-Al fin despiertas, T/N..- Escuché una voz seria.

Sin duda, no estaba en casa de Minji.

Rápidamente, todos mis sentidos volvieron a mí, viendo a aquel hombre sentado frente a mí de brazos cruzados mientras me veía con una mirada seria. Yo estaba acostada en una cama, y me senté de golpe en la misma.

-¿Quién eres? ¿En dónde estoy?...- Dije de forma rápida y algo nerviosa. Ese hombre era de todo, menos una persona buena.

-¿Por qué estás nerviosa? No te haré nada mientras no colmes mi paciencia y sigas todas mis órdenes al pie de la letra. Y te aseguro que no te haré nada.-Dijo aquel hombre mientras recargaba sus codos en sus rodillas y ladeaba su rostro.

-Al final de todo, no podría... Herir a alguien tan hermosa como tú, tesoro..- Escuché a aquel sujeto mientras soltaba una risa baja y malvada.

-Al menos dime quién eres... Y que hago aquí..- Dije tratando de no sonar desesperada.

Solo recibí un bufido cómo en forma de risa de aquel sujeto, y luego todo el lugar quedo en silencio antes de que él respondiera.

-Soy Muzan. Muzan Kibutsuji, el mafioso más poderoso de todo el mundo.-  Dijo el mismo con tono orgulloso.

Aquel apellido hizo resonar en mi mente aquel recuerdo cuando había llegado a Tokio, "La mafia Kibutsuji". Entonces quería decir que... Él era el jefe de esa mafia...

Eso solo hizo que me alarmara más.

-¿Por qué me tienes acá? Yo no he hecho nada malo.- Dije en voz algo nerviosa.

-Tu no, preciosa. Pero... Tu amiga sí, nadie la mando a meterse con alguien como yo... Y bueno, no me podía quedar de brazos cruzados, y como tú eres... Alguien importante en su vida, quiero asustarla un poco... Pero no te haré nada, tranquila, preciosa..- Dijo aquel hombre, mirándome...

-No me llames así.- Dije con voz neutral.-Y, ¿A quien te refieres con esa persona que dices— fuí interrumpida por el mismo hombre.

-Minji, ella... Digamos que tiene unas cuentas pendientes conmigo...- Él al ver mi rostro en shock, solo soltó una carcajada malvada.- ¿Qué? ¿Pensaste que tú amiga era una santa? Pues no, trabaja para mí, o bueno. Trabajaba, la despediré.- Dijo el con obviedad, dejándome en claro la cruda realidad de la situación.

Ahora entendía todo, me secuestro sólo porque... Minji le había... ¿Fallado? Supongo?.

Me quedé callada sin nada que decir, tratando de evitar aquella mirada de aquel hombre, haciéndome millones de preguntas en mi mente.

-Mírame, T/N.- Dijo Muzan de forma seria.

-¿C-Cómo sabes mi nombre?- Dije algo nerviosa.

-Porque te mandé a investigar. Ahora sé incluso en dónde naciste, quienes son tus padres, tus familiares, amigos, cuántos años tienes, cuando naciste, que trabajas. Y un montón de cosas más que ni te imaginas.- Dijo Muzan de forma directa, sin ningún rodeo.

-¿Sabes?... Eres muy hermosa...- Dijo aquel hombre acercándose a mí, tomando mi barbilla con delicadeza en su mano y alzando mi mirada hacia él.- Eres como una diosa... No sé cómo es que alguien como tú está soltera...- Dijo Muzan, mirándome con... ¿Deseo? Espero que no...- Tengo muchos planes para ti, pequeña... Tranquila, no estés nerviosa, no te haré nada... Mientras sigas mis órdenes..- Dijo él, empezando a besar mi mejilla con algo de deseo y delicadeza.

-T/N Hayashi.... Mm, tu nombre sonaría mejor con mi apellido, ¿No crees? Tesoro..- Susurro en mi oído mientras acariciaba mi mejilla, y con su otra mano empezaba a acariciar mi espalda baja.

-¿A qué te refieres— Fui interrumpida de nuevo.

-Ay, por favor, preciosa... Sabes muy, muy bien a lo que me refiero. Así que, no te hagas la ingenua o la inocente, porque sé muy bien lo que piensas o como te sientes aunque no lo creas.- Dijo el en voz neutral pero calmada- Eres como un libro abierto, y yo... Digamos que... En mis años de experiencia con personas, las descifro más fácil que otra cosa que sepa hacer. Así que, déjate de ingeniudades o inocencias conmigo, ¿Si, preciosa?, Porque sé que podrás parecer una adulta inocente. Pero por dentro debes ser la lujuria encarnada.- Dijo el mismo sin rodeos, o siquiera vergüenza.

La Debilidad Del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora