Capítulo 1: Un Nuevo Comienzo

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Fernando había pasado los últimos meses reflexionando sobre su vida. A los 30 años, sentía que estaba estancado en su pequeña ciudad natal. Su carrera como diseñador gráfico había alcanzado un punto de meseta, y su vida social era más predecible que emocionante. Decidió que era momento de hacer un cambio radical: mudarse a una ciudad más grande, un lugar donde las oportunidades fueran más abundantes y donde pudiera darle un nuevo impulso a su vida.

Después de analizar varias opciones, finalmente se decidió por una ciudad que siempre había querido conocer. Recordaba con cariño la última vez que estuvo allí de visita hace un par de años, en una fiesta donde le habían presentado a Diana, una chica hermosa y de sonrisa cautivadora. Aunque en aquel entonces solo intercambiaron algunas palabras y risas, Fernando sentía que había algo más, una conexión especial que no había podido olvidar.

Con esa idea en mente, se preparó para su mudanza. Quizás, además de mejorar su carrera, esta ciudad también podría darle la oportunidad de retomar el contacto con Diana y explorar esa conexión que alguna vez sintió.

Llegada a la Ciudad

Cuando Fernando finalmente llegó a su destino, se sintió emocionado y algo nervioso. La ciudad lo recibía con su bullicio constante y su energía vibrante. Entre edificios altos, calles llenas de vida y luces de neón, Fernando sintió que estaba exactamente donde debía estar. Pero, aunque tenía varios planes en mente, lo primero que hizo fue buscar en su teléfono el número de Diana.

Después de un breve momento de duda, le envió un mensaje. Le explicó que se había mudado a la ciudad, y le preguntó si le gustaría reunirse para ponerse al día. Para su sorpresa, Diana respondió rápidamente, diciéndole que le encantaría verlo y que podrían encontrarse en un parque céntrico ese mismo fin de semana. Ella incluso se ofreció a mostrarle algunos lugares interesantes de la ciudad.

Fernando no cabía en sí de la emoción. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio, pero recordaba perfectamente su belleza y dulzura. No podía dejar de imaginarse cómo sería verla de nuevo.

El Encuentro

El día de la cita llegó, y Fernando se levantó temprano, ansioso por el encuentro. Se puso su mejor atuendo, algo casual pero elegante, y se dirigió al parque donde habían quedado. El lugar estaba lleno de vida: familias disfrutando del sol, parejas caminando de la mano y músicos callejeros tocando melodías suaves. El ambiente era perfecto.

Al llegar al punto de encuentro, Fernando se sintió algo nervioso, revisando su teléfono cada pocos minutos para asegurarse de estar en el lugar correcto. Finalmente, vio a Diana a lo lejos, acercándose con una sonrisa radiante, tal como la recordaba. Sin embargo, no estaba sola. Una chica de cabello rojo y muy atractiva caminaba junto a ella, riendo y charlando animadamente.

Diana le dio un abrazo amistoso cuando lo alcanzó, y luego hizo las presentaciones.

—Fernando, te presento a mi amiga Pamela —dijo Diana con una sonrisa—. Como hoy tenía libre, pensé que sería divertido que ella también viniera a acompañarnos.

Fernando no pudo evitar sentir una ligera decepción. Había esperado pasar tiempo a solas con Diana, pero pronto esa sensación fue reemplazada por otra. Pamela era igualmente hermosa y simpática, con una energía chispeante que complementaba la tranquilidad de Diana. Aunque no era lo que había planeado, la presencia de Pamela no le molestaba en absoluto. De hecho, rápidamente empezó a disfrutar de la dinámica entre las dos mujeres.

 De hecho, rápidamente empezó a disfrutar de la dinámica entre las dos mujeres

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