La conversación con el hombre misterioso no me dejó en paz. Pasé el resto de la tarde y toda la noche intentando dormir, pero mis pensamientos no se aquietaban. Cada vez que cerraba los ojos, el fuego en mi pecho se reavivaba, y las palabras del extraño resonaban en mi mente: “No eres el único”, “Tu tiempo se está agotando”. La idea de que había otros como yo, otros que podrían comprender lo que estaba experimentando, me llenaba de curiosidad y miedo a partes iguales.
A la mañana siguiente, decidí que debía hacer algo. No podía seguir así, viviendo con la incertidumbre y sin respuestas. Al llegar a la escuela, me senté en mi pupitre, pero mi mente estaba lejos de las lecciones. En lugar de concentrarme en matemáticas o ciencias, pensaba en cómo encontrar a este hombre, cómo entender qué significaban realmente los números y el fuego que ardía en mí.
Durante el receso, vi a mis compañeros jugar y reír, ajenos a los secretos que me atormentaban. Sentía que había una línea invisible que me separaba de ellos. Aunque intentaba actuar como un niño normal, el conocimiento que poseía me aislaba. A medida que el tiempo pasaba, la sensación de que algo grande estaba por suceder se hacía cada vez más fuerte.
Al final del día, decidí que no podía esperar más. Sabía que debía buscar respuestas. Tenía que encontrar al hombre de la gabardina negra. Con el corazón acelerado, recordé el lugar donde lo había visto: el camino solitario que me llevaba a casa. Tal vez podría encontrarlo de nuevo allí.
Esa tarde, después de la escuela, me dirigí hacia el mismo lugar. Cada paso que daba era un latido en mi pecho, cada respiración, un recordatorio del fuego que nunca se apagaba. Al llegar, me quedé quieto, observando el horizonte, esperando que apareciera. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranja y púrpura, pero no había rastro del misterioso hombre.
Estuve allí durante horas, sintiéndome cada vez más frustrado y desanimado. Justo cuando estaba a punto de darme por vencido, escuché un leve susurro. Al girar, lo vi. Estaba a unos metros de mí, como si hubiera salido de la misma sombra. Su presencia era tan intensa que sentí que el fuego en mi pecho se intensificaba, como si respondiera a su cercanía.
—Buscabas respuestas —dijo, su voz serena cortando el aire de la tarde.
—Sí —respondí, casi sin aliento—. Quiero entender qué está pasando conmigo. ¿Por qué tengo esos números? ¿Por qué siento este fuego?
El hombre se acercó un poco más, observándome con esos ojos penetrantes.
—Hay un propósito detrás de lo que sientes y de lo que ves. Tu historia está conectada con algo mucho más grande que tú. Y debes estar preparado para lo que viene.
—Pero… ¿cómo puedo prepararme? —pregunté, sintiendo la urgencia de conocer más.
—Debes encontrar a los demás. Los números que llevas en tu piel son una señal de que perteneces a un grupo especial. No todos los que tienen esta habilidad son iguales, pero cada uno tiene un papel en esta historia.
—¿Qué tipo de habilidades? —indagué, cada vez más intrigado.
—Algunos pueden ver el futuro, otros pueden manipular la realidad a su alrededor. Pero todos nosotros tenemos un fuego interno, algo que nos conecta a una fuerza mayor. El fuego es el catalizador. Es lo que nos impulsa a cumplir nuestro propósito.
Su explicación resonaba en mí. A medida que hablaba, el fuego en mi pecho parecía responder, crepitando con energía. ¿Era posible que yo también tuviera un papel en esto? ¿Qué era lo que debía hacer?
—¿Dónde están los demás? —pregunté con ansias.
—No lo sé exactamente. Pero hay señales, lugares donde se reúnen. Tú tendrás que encontrarlos, y ellos te guiarán. Recuerda, el tiempo se está acabando, y los números en tu piel son la clave.
Una sombra de preocupación se instaló en mi corazón. No tenía idea de dónde comenzar, pero sabía que tenía que hacerlo. Sin embargo, antes de que pudiera expresar mis dudas, el hombre hizo un gesto con su mano.
—No temas, Khaled. La búsqueda comenzará pronto. Confía en tus instintos y sigue el fuego que llevas dentro. Cuando estés listo, ellos te encontrarán.
Con esas palabras, el hombre se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Desapareció entre las sombras del anochecer, dejándome una vez más solo, pero ahora con una nueva dirección. Tenía que encontrar a los demás, aunque no sabía dónde estaban ni cómo hacerlo.
Mientras caminaba hacia casa, sentí que el fuego en mi interior se avivaba. Algo dentro de mí sabía que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre. Era solo cuestión de tiempo antes de que los números en mi piel llegaran a cero y el verdadero propósito de mi existencia se revelara.
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El Elegido de las Cifras
Spiritual¿Qué harías si pudieras recordar todo desde el momento de tu nacimiento? Desde el primer segundo, sentir el tiempo avanzar más rápido, notar cómo tu cuerpo crece a un ritmo alarmante y, para colmo, ver números misteriosos aparecer en tu piel. Esta e...