Capítulo 4: El Extraño Encuentro

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Después de aquella noche, todo cambió. El brillo en mi piel desapareció al amanecer, y el fuego en mi interior se calmó, aunque nunca se fue por completo. Sabía que algo estaba gestándose dentro de mí, pero lo que no sabía era que, pronto, conocería a alguien que entendería lo que me estaba pasando más que yo mismo.

Los días pasaron y traté de continuar con mi vida normal. Aunque sabía que no era como los demás, intentaba fingirlo. La escuela no me interesaba. Mientras mis compañeros luchaban por entender conceptos básicos, yo ya había comprendido todo desde el primer día. Mi mente no paraba de procesar cosas mucho más complejas. Sin embargo, fingía, como siempre, solo para no levantar sospechas.

Una tarde, mientras caminaba solo de regreso a casa desde la escuela, tuve un encuentro que cambiaría el curso de todo. El sol se ocultaba en el horizonte, y las sombras de los árboles caían largas sobre el suelo. No había nadie más en la calle, excepto un hombre que caminaba hacia mí. Su aspecto me llamó la atención de inmediato. Llevaba una gabardina negra, sus cabellos eran plateados y sus ojos tenían una intensidad que no había visto antes en nadie.

Al principio, pensé que solo era un transeúnte más, alguien que no me prestaría atención, pero cuando pasamos uno junto al otro, me habló.

—Khaled.

Mi corazón se detuvo por un segundo. ¿Cómo sabía mi nombre? Nunca antes lo había visto. Me quedé quieto, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad.

—No te asustes —dijo con voz suave, aunque firme—. Sé que has estado notando cosas… diferentes. Los números en tu piel, el calor en tu pecho.

Mi boca se secó de inmediato. ¿Cómo podía saber todo eso? No había hablado de los números con nadie desde aquel día con mi madre. Mi mente se aceleró, tratando de encontrar una explicación. Pero antes de que pudiera decir algo, él continuó.

—No eres el único —añadió, y dio un paso más cerca de mí—. Hay más como tú, Khaled. Y el tiempo está corriendo. Esos números no son solo una cuenta atrás; son una señal de algo más grande.

Lo miré, sin poder evitar preguntarme si estaba soñando. ¿Quién era este hombre? ¿Y qué sabía sobre mí? Finalmente, encontré el valor para hablar.

—¿Qué significan los números? —pregunté, mi voz más débil de lo que hubiera querido.

El hombre sonrió, aunque no era una sonrisa reconfortante. Era una sonrisa que llevaba consigo una verdad que aún no estaba listo para escuchar.

—Cada número que baja te acerca más a tu verdadero propósito. Y cuando llegues a cero, todo cambiará. El fuego que sientes en tu interior es solo el comienzo.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y el fuego del que hablaba comenzó a crecer nuevamente, como si sus palabras lo hubieran avivado.

—Tienes un papel importante en todo esto, Khaled —continuó—. Mucho más de lo que puedes imaginar. Y no te queda mucho tiempo para descubrirlo.

Antes de que pudiera hacer otra pregunta, el hombre comenzó a caminar de nuevo, alejándose. Intenté detenerlo, correr tras él, pero mis piernas no se movieron. Era como si algo me hubiera congelado en mi lugar. Lo único que pude hacer fue gritar:

—¡Espera! ¿Quién eres?

El hombre se detuvo por un momento y giró la cabeza lo suficiente para que su voz me llegara, aunque no volteó completamente.

—Un guía. Nos veremos pronto.

Y con eso, desapareció entre las sombras de los árboles, dejándome solo en la calle, con más preguntas que respuestas. Mis manos temblaban, y el fuego en mi pecho crecía más con cada segundo. Miré mi brazo, y los números brillaban débilmente. **725**. Habían cambiado nuevamente.

Me quedé allí por unos minutos, intentando procesar todo lo que había sucedido. ¿Había más como yo? ¿Qué significaba todo esto? ¿Y cuál era ese propósito del que hablaba? Lo único que sabía con certeza era que mi tiempo se estaba agotando, y lo que fuera que venía, no podía detenerlo.

El Elegido de las CifrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora