La noche fue larga y llena de pensamientos confusos. Dormí poco, inquieto por lo que había escuchado del hombre misterioso. En mi mente, las preguntas se agolpaban: ¿quiénes eran los demás? ¿Dónde podía encontrarlos? El fuego en mi interior, lejos de calmarse, parecía crecer con cada pregunta sin respuesta. Sentía que el momento de actuar se acercaba rápidamente, y no podía permitirme ser inactivo.
Al amanecer, decidí que debía salir de casa y buscar pistas. El hombre había mencionado que había señales que podrían guiarme hacia los otros como yo. Tenía que averiguar qué significaban esas señales y, más importante aún, dónde podía encontrarlos.
Tomé un cuaderno viejo que tenía y lo llevé conmigo, por si acaso necesitaba anotar algo. En mi mente, pasé el resto de la mañana planificando cómo podría comenzar mi búsqueda. Finalmente, decidí explorar algunos lugares que solía visitar cuando era más pequeño, lugares que parecían tener una atmósfera única, casi mágica. Quizás ahí podría encontrar algo que me ayudara.
Mi primera parada fue un viejo parque en la periferia de la ciudad. Era un lugar que había visitado con mi madre de niño, lleno de árboles frondosos y un arroyo que fluía suavemente. Al llegar, el ambiente me envolvió con una sensación de calma, pero también de inquietud. Algo en el aire me decía que este lugar guardaba secretos.
Me senté en una banca, observando el paisaje. Las hojas susurraban suavemente con el viento, y el murmullo del agua parecía hablarme. Era el momento perfecto para escuchar mi intuición. Cerré los ojos y me concentré en el fuego que ardía en mi pecho. Intenté dejar que mi mente se aquietara, buscando alguna dirección, alguna respuesta.
Mientras estaba así, sintiendo el calor en mi interior, noté un leve destello de luz en el rabillo de mi ojo. Abrí los ojos y vi una figura a lo lejos, acercándose. Era una chica, quizás un par de años mayor que yo. Tenía el cabello largo y oscuro, y sus ojos brillaban con una intensidad que me recordó al fuego que sentía en mí. Al acercarse, el aire alrededor parecía vibrar, y una sensación familiar y reconfortante me envolvió.
—Te estaba esperando —dijo con una sonrisa, como si nos conociéramos desde siempre.
—¿Quién eres? —pregunté, incapaz de ocultar mi sorpresa.
—Soy Maya. He estado buscando a otros como nosotros. El fuego que llevas dentro te trajo aquí, ¿no es así?
La incredulidad se apoderó de mí. ¿Cómo podía saberlo? Pero su mirada era profunda y sabia. Era como si pudiera ver más allá de mi exterior, tocando el núcleo de mi ser.
—Sí, pero no entiendo qué significa todo esto —respondí, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.
—Los números en tu piel son una manifestación de tu poder. Cada uno de nosotros tiene una habilidad especial que está conectada a ese fuego. Mi poder está relacionado con el agua; puedo manipularla y comunicarme con ella. Pero necesitamos unir nuestras fuerzas para descubrir qué debemos hacer.
Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Había otros como yo? ¿Tenía una habilidad? Las palabras de Maya resonaban en mi mente, y el fuego en mi pecho pareció calmarse un poco, como si hubiera encontrado un propósito momentáneo.
—¿Y cómo sabemos qué hacer? —pregunté, sintiéndome un poco más seguro.
—Debemos encontrar el lugar de reunión, el lugar donde todos los que tenemos el fuego nos congregamos. Se manifiesta a través de los sueños, las visiones y, a veces, incluso a través de la intuición. Tú has sentido el fuego, ¿verdad? Eso significa que estás conectado a algo más grande.
Asentí, recordando mis visiones y la conversación con el hombre de la gabardina. El fuego que ardía en mí era un llamado a la acción. Debía descubrir quién era realmente y por qué había nacido de esta manera.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —pregunté, con la determinación comenzando a crecer en mí.
—Debemos reunir a más de nosotros. Hay otros que han sentido el fuego, y juntos podemos entender lo que está sucediendo. Pero necesitamos hacerlo antes de que el tiempo se agote. La cuenta atrás ha comenzado, y los números en tu piel son una advertencia.
Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar esas palabras. ¿Qué sucedería cuando llegara a cero? ¿Era ese el destino del que hablaba el hombre misterioso? La urgencia era palpable, y sabía que no podía esperar más.
—¿Dónde encontramos a los demás? —pregunté, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis hombros.
—No lo sé exactamente, pero debemos confiar en nuestras intuiciones y en el fuego. Él nos guiará. La primera parada debe ser el lugar donde se encuentran las aguas. Si el fuego y el agua pueden unirse, tal vez podamos desatar el poder que llevamos dentro.
Con una nueva meta en mente, seguimos conversando mientras nos dirigíamos hacia el arroyo que corría por el parque. Las hojas crujían bajo nuestros pies, y una chispa de esperanza comenzó a encenderse en mi interior. No estaba solo en esto, y, por primera vez, sentí que la búsqueda de respuestas había comenzado de verdad.
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El Elegido de las Cifras
Espiritual¿Qué harías si pudieras recordar todo desde el momento de tu nacimiento? Desde el primer segundo, sentir el tiempo avanzar más rápido, notar cómo tu cuerpo crece a un ritmo alarmante y, para colmo, ver números misteriosos aparecer en tu piel. Esta e...