Capítulo 17: Los Ecos de una Victoria

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El aire fresco de las montañas me envolvía mientras Maya y yo descendíamos la cuesta rocosa. A pesar del cansancio, no podía evitar sentir una especie de alivio en el pecho. Habíamos superado el primer gran obstáculo en nuestra misión, pero el eco de nuestra victoria se sentía agridulce. Sabía que lo que venía después sería aún más desafiante.

—Khaled —dijo Maya, rompiendo el silencio mientras avanzábamos lentamente—, ¿crees que lo que ocurrió dentro de la cueva fue solo el comienzo de algo más grande?

Me detuve un momento para mirarla. La luz del sol ya empezaba a decaer en el horizonte, proyectando sombras largas sobre las rocas que nos rodeaban. Había algo en su voz, una mezcla de incertidumbre y preocupación, que reflejaba lo que yo mismo sentía.

—Lo sé —respondí, suspirando mientras miraba el terreno delante de nosotros—. Aunque derrotamos al guardián y restauramos la primera fuente, siento que no tenemos idea de la magnitud de lo que enfrentamos.

Maya se cruzó de brazos, mirando hacia el horizonte con una expresión pensativa.

—Y esos números en tu piel... —murmuró—. Siguen cambiando. No sé qué significa eso exactamente, pero no puedo evitar pensar que es una cuenta regresiva.

Miré la numeración en mi pecho. Desde que habíamos restaurado la primera fuente, los dígitos brillaban con menos intensidad, pero seguían ahí, como una constante advertencia de que algo más grande estaba en juego. Cada vez que los observaba, me invadía la sensación de que el tiempo era nuestro enemigo.

—No lo entiendo completamente —admití—, pero si esta cuenta regresiva está ligada a las fuentes, entonces no tenemos mucho tiempo. Debemos seguir adelante, cueste lo que cueste.

Maya asintió en silencio, sabiendo que lo que decía era verdad. Habíamos logrado restaurar una fuente, pero aún quedaban muchas más. No podíamos permitirnos descansar demasiado tiempo.

—Necesitamos un plan —dijo ella, sacando el mapa que Aiden nos había dado—. La siguiente fuente debería estar en el bosque de Larion, al este. Es una región llena de misterios, y he escuchado que hay criaturas allí que ni siquiera los habitantes del lugar se atreven a mencionar.

—Entonces vamos a descubrirlo —respondí con firmeza—. No podemos dejar que el miedo nos detenga.

Seguimos avanzando, dejando las montañas atrás mientras el sol se ocultaba completamente. Las estrellas comenzaron a aparecer en el cielo nocturno, iluminando nuestro camino. Sentía una extraña calma en la noche, aunque sabía que las sombras que nos rodeaban podían esconder más secretos de los que estábamos preparados para enfrentar.

Horas más tarde, encontramos un lugar relativamente seguro para acampar cerca de un arroyo. Nos sentamos en silencio alrededor de una pequeña fogata que habíamos encendido, las llamas crepitando suavemente. Era reconfortante, pero el peso de la misión seguía presente en cada respiro.

—¿Alguna vez pensaste que terminarías aquí? —preguntó Maya de repente, rompiendo el silencio con una sonrisa cansada—. En medio de una misión imposible, con guardianes oscuros y fuentes de poder elemental a nuestras espaldas.

Me reí, a pesar del agotamiento.

—La verdad, no. Nunca imaginé que estaría en una situación como esta. Siempre pensé que mi vida sería normal, común... pero ahora me doy cuenta de que todo lo que he pasado, cada paso, me ha traído hasta aquí.

Maya sonrió, su rostro iluminado por la luz de la fogata.

—Tienes razón. A veces no entendemos por qué suceden las cosas, pero luego miramos atrás y todo cobra sentido.

El silencio volvió a apoderarse de nosotros, pero esta vez no era incómodo. Sentía que había algo entre nosotros, una conexión más profunda que antes. Después de todo lo que habíamos enfrentado juntos, y lo que todavía nos esperaba, sabíamos que nuestras vidas estaban entrelazadas de una manera que ninguno de los dos había anticipado.

—Maya... —comencé, pero antes de que pudiera continuar, un ruido entre los árboles nos alertó.

Ambos nos levantamos de inmediato, preparados para cualquier cosa. El bosque que rodeaba nuestro campamento era denso, y la oscuridad hacía imposible ver lo que se movía entre las sombras.

—¿Qué fue eso? —preguntó Maya en un susurro, sus ojos fijos en la dirección de donde provenía el sonido.

Antes de que pudiera responder, una figura apareció entre los árboles. Era un hombre, cubierto con una capa oscura que lo ocultaba casi por completo, excepto por sus ojos, que brillaban con un resplandor extraño. Su presencia era inquietante, pero no parecía agresivo... al menos no de inmediato.

—No teman —dijo con una voz grave pero calmada—. No estoy aquí para hacerles daño.

—¿Quién eres? —pregunté, manteniendo mi postura defensiva.

El hombre sonrió ligeramente, pero su sonrisa no alcanzó sus ojos.

—Mi nombre es Elian. Estoy aquí porque... he estado observando su viaje. Ustedes no son los primeros en intentar restaurar las fuentes. Y, tristemente, la mayoría ha fallado.

Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar sus palabras. Maya y yo intercambiamos miradas de desconfianza. ¿Qué quería este hombre?

—¿Por qué nos observas? —preguntó Maya, dando un paso adelante.

—Porque su misión es crucial —respondió Elian—. Y quiero ayudarlos.

Su oferta sonaba tentadora, pero algo en su tono me hacía dudar. No sabíamos quién era realmente, ni cuáles eran sus verdaderas intenciones. Pero si había algo que aprendí en este viaje, era que no podíamos confiar en nadie a ciegas.

—¿Por qué deberíamos confiar en ti? —pregunté, sin bajar la guardia.

Elian dio un paso más hacia nosotros, sus ojos brillando aún más intensamente bajo la luz de la luna.

—Porque yo también busco restaurar el equilibrio. Y sé cosas que ustedes no saben... sobre los guardianes, sobre las fuentes... y sobre lo que realmente está en juego.

Sus palabras nos dejaron en silencio. ¿Sería posible que él supiera más de lo que Aiden nos había dicho? ¿Podría ser la clave para avanzar más rápido en nuestra misión? O, por el contrario, ¿era una trampa?

—La decisión es suya —dijo Elian, como si leyera nuestras dudas—. Pero les aseguro que, sin mi ayuda, no llegarán muy lejos.

Maya me miró, buscando una respuesta. Sabíamos que el camino por delante no sería fácil, y cualquier ventaja que pudiéramos obtener podría marcar la diferencia. Pero, ¿estábamos dispuestos a arriesgarnos a confiar en alguien tan misterioso?

—Tómense su tiempo para pensarlo —dijo Elian, antes de desaparecer en las sombras del bosque—. Estaré cerca cuando decidan.

El silencio volvió a caer sobre nosotros, pero esta vez se sentía más pesado. Habíamos encontrado un nuevo aliado, o tal vez un nuevo enemigo. La elección que hiciéramos a partir de ahora podría cambiarlo todo.

—¿Qué crees? —preguntó Maya, rompiendo el silencio.

Me quedé mirando las llamas de la fogata, pensando en todo lo que había dicho Elian. Sabía que la decisión no sería fácil, pero también sabía que el tiempo no estaba de nuestro lado.

—Vamos a tener que confiar en nuestro instinto —respondí, con la vista fija en el bosque oscuro—. Pero sea lo que sea, lo descubriremos juntos.

El Elegido de las CifrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora