La atmósfera entre Maya y yo había cambiado después de nuestra conversación con Elian. Caminábamos en silencio, avanzando hacia el bosque de Larion, con la mente cargada de preguntas, pero sin respuestas claras. El eco de las palabras de Elian resonaba en mi cabeza: La Forja del Alma. Un artefacto tan antiguo y poderoso que incluso las fuerzas más antiguas lo temían.
El paisaje cambió rápidamente mientras nos adentrábamos en la espesura del bosque. Los árboles eran gigantescos, como columnas que sostenían el cielo, y la luz apenas atravesaba el denso dosel de hojas verdes. A medida que avanzábamos, sentía una extraña sensación en el ambiente, como si el mismo bosque estuviera observándonos.
—Este lugar... es diferente —murmuró Maya, mirando a su alrededor—. Se siente vivo.
Asentí. El bosque de Larion no era como los demás. Había algo primitivo en él, como si la naturaleza aquí no estuviera sujeta a las mismas reglas que en otros lugares. Los animales que solíamos ver en nuestro camino ahora parecían ocultarse, y el silencio que nos rodeaba era ensordecedor.
—Elian dijo que esta fuente sería una prueba —recordé en voz alta—. Debemos estar atentos. No sabemos qué tipo de guardianes o criaturas nos esperan aquí.
Maya me miró, con una mezcla de resolución y preocupación en sus ojos.
—Lo superaremos. Como lo hemos hecho hasta ahora.
Quería compartir su confianza, pero algo en mi interior me decía que esta vez sería diferente. Sabía que, en este lugar, el peligro acechaba en cada rincón. Mientras más nos adentrábamos en Larion, más crecía la sensación de que algo nos observaba desde la oscuridad.
Después de varias horas de caminata, el terreno comenzó a cambiar. Las raíces de los árboles sobresalían del suelo como tentáculos, retorciéndose entre sí, formando un laberinto natural. Avanzar se hacía más difícil con cada paso, pero no podíamos detenernos. Sabía que la fuente estaba cerca. Podía sentir la energía en el aire, una vibración casi imperceptible que atravesaba el bosque.
De repente, el silencio fue roto por un sonido extraño. Un crujido, seguido de un leve susurro que parecía venir desde lo más profundo del bosque.
—¿Lo escuchaste? —pregunté, deteniéndome en seco.
Maya asintió, con los ojos fijos en las sombras entre los árboles.
—Sí. Algo se mueve... pero no puedo verlo.
Desenfundé mi arma, sin saber qué esperar. Elian nos había advertido que este lugar albergaba criaturas que ni siquiera los habitantes de las cercanías se atrevían a mencionar. Y ahora, estábamos en su territorio.
El crujido se hizo más fuerte, como si algo pesado se arrastrara por el suelo. Los árboles comenzaron a agitarse, aunque no había viento. Sentí cómo mi corazón se aceleraba mientras el susurro se volvía más claro, como si el bosque estuviera hablándonos.
—¡Cuidado! —gritó Maya, saltando hacia mí.
Un gigantesco ser emergió de entre los árboles. Era una criatura compuesta de raíces, hojas y tierra, sus ojos brillaban con un fuego verdoso. Su cuerpo parecía formado por la misma naturaleza que nos rodeaba, como si el bosque hubiera tomado forma física para defenderse.
—¡El guardián! —grité, esquivando uno de sus golpes masivos.
El monstruo golpeó el suelo con una fuerza increíble, arrancando las raíces del suelo y lanzándolas hacia nosotros como látigos. Maya y yo nos separamos, buscando maneras de esquivar los ataques mientras intentábamos encontrar su punto débil.
—¡Khaled! —gritó Maya desde el otro lado del claro—. Sus ojos... creo que son el núcleo de su poder.
Me concentré en los ojos brillantes de la criatura. Sabía que ella tenía razón. Si podíamos atacar su centro de energía, tal vez podríamos derrotarlo.
—¡Cúbreme! —le grité.
Maya asintió y comenzó a lanzar piedras y ramas al monstruo, distrayéndolo lo suficiente para que pudiera acercarme. Corrí hacia el ser, esquivando los latigazos de las raíces mientras su cuerpo temblaba con cada movimiento.
Alcancé su base, saltando hacia sus piernas hechas de troncos. Desenfundé mi arma y apuñalé hacia los ojos brillantes del monstruo. Un rugido ensordecedor salió de su boca, sacudiendo todo el bosque a nuestro alrededor.
El ser se retorció, intentando deshacerse de mí, pero me aferré con todas mis fuerzas. Con otro golpe directo al ojo izquierdo, el brillo verde comenzó a desvanecerse.
—¡Lo estás logrando! —gritó Maya, alentándome desde el otro lado.
Con un último esfuerzo, clavé mi arma en su ojo derecho. El guardián soltó un rugido final antes de desmoronarse, su cuerpo hecho de raíces y hojas se desplomó como una pila de escombros, dejando tras de sí solo un montón de ramas secas.
Me dejé caer al suelo, exhausto, jadeando por el esfuerzo.
—Lo logramos... —murmuré, mirando a Maya que corría hacia mí.
—Sí, pero apenas estamos empezando —dijo ella, ayudándome a ponerme de pie.
Nos quedamos ahí por un momento, observando los restos del guardián mientras el aire del bosque volvía a llenarse de calma. Pero sabíamos que esto no era el final. La fuente aún estaba por restaurarse.
Poco después, encontramos la fuente. Estaba oculta en el corazón del bosque, un pequeño lago rodeado de árboles cuyas raíces parecían protegerlo. El agua brillaba con una luz suave, y sentí una paz momentánea al acercarme.
—Es... hermoso —dijo Maya, observando el agua cristalina.
Me arrodillé junto a la fuente, sintiendo la energía fluir a través de ella. Sabía lo que teníamos que hacer. Tomé el medallón que Aiden nos había dado y lo sumergí en el agua. De inmediato, una onda de energía recorrió todo el lago, haciendo que el agua brillara aún más intensamente.
—Hemos restaurado la segunda fuente —dije con una mezcla de alivio y temor—. Pero aún nos falta mucho por hacer.
Maya asintió, aunque su mirada estaba fija en el agua.
—¿Qué sigue ahora?
Me puse de pie, guardando el medallón nuevamente.
—Ahora seguimos adelante. Elian nos dijo que cada fuente sería una prueba. Ya hemos superado dos. Debemos estar preparados para lo que venga.
Ambos nos miramos, sabiendo que el verdadero desafío apenas comenzaba. El destino del mundo seguía en nuestras manos, y cada paso que dábamos nos acercaba más a la verdad detrás de la Forja del Alma.
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El Elegido de las Cifras
Spiritual¿Qué harías si pudieras recordar todo desde el momento de tu nacimiento? Desde el primer segundo, sentir el tiempo avanzar más rápido, notar cómo tu cuerpo crece a un ritmo alarmante y, para colmo, ver números misteriosos aparecer en tu piel. Esta e...