Capítulo 9: La Cuenta Regresiva

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El silencio que quedó tras la desaparición de la criatura era abrumador. El arroyo volvió a su flujo natural, pero el mundo ya no se sentía igual. Cada paso que daba se sentía más pesado, como si el aire mismo hubiera cambiado. Las palabras de la criatura seguían resonando en mi mente: _"Los números en tu piel son la cuenta regresiva."_

Miré mis manos, observando los números brillantes en mi brazo: **715**. Sabía que significaban algo más que simples cifras, pero ahora estaba claro que también eran una advertencia. Cada vez que el número bajaba, algo dentro de mí cambiaba, y sabía que el tiempo se estaba agotando.

Maya permanecía a mi lado, observando el arroyo en silencio. Sabía que ella también estaba procesando lo que acababa de suceder, pero su rostro mostraba una calma que yo no podía sentir. Finalmente, habló, rompiendo el tenso silencio.

—No tenemos mucho tiempo, Khaled. Si esos números realmente son una cuenta regresiva, debemos prepararnos. No sabemos qué sucederá cuando lleguen a cero.

Asentí lentamente. Sabía que tenía razón, pero aún no estaba seguro de cómo nos prepararíamos para algo tan incierto. La sensación de estar atrapado en algo más grande que nosotros era abrumadora, pero también sabía que no había vuelta atrás. Ya habíamos desatado esta fuerza, y ahora tendríamos que enfrentar las consecuencias.

—¿Cómo crees que podemos prepararnos? —le pregunté, buscando algún tipo de dirección. Maya había mostrado ser más sabia en este tipo de situaciones, y confiaba en su intuición.

—Primero debemos entender mejor lo que llevamos dentro —respondió, volviéndose hacia mí—. Tú tienes el fuego y yo el agua, pero no hemos aprendido a controlarlos del todo. La criatura dijo que si no lo logramos, estos poderes podrían destruirnos. Así que el primer paso es dominar lo que somos.

Sus palabras tenían sentido, pero no era tan fácil. El fuego que sentía dentro de mí no era algo que simplemente pudiera controlar a voluntad. Siempre había sido impredecible, respondiendo más a mis emociones que a mi voluntad. Y si lo que la criatura había dicho era cierto, necesitaba encontrar una manera de domar ese poder, o podría desatar un desastre.

—¿Y cómo hacemos eso? —pregunté, sintiendo la frustración burbujear dentro de mí—. No sé ni por dónde empezar.

Maya me miró, con una calma que me sorprendió.

—El fuego siempre responde al corazón, Khaled. Y el corazón siempre sigue lo que crees y sientes. No es cuestión de luchar contra él, sino de aprender a escucharlo, a entenderlo. El control no viene de la fuerza, sino del entendimiento.

Sus palabras me dejaron pensativo. Estaba acostumbrado a pelear contra el fuego, a tratar de contenerlo cuando se salía de control. Pero nunca lo había visto como algo que pudiera guiar. Tal vez eso era lo que me estaba perdiendo. Tal vez había estado enfrentando este poder de la manera equivocada todo este tiempo.

—Necesitamos un lugar para entrenar —continuó Maya, interrumpiendo mis pensamientos—. Un lugar donde podamos explorar nuestras habilidades sin causar daño. Aquí, en medio de la ciudad, es demasiado arriesgado.

Eso tenía sentido. No podíamos permitirnos desatar accidentalmente las fuerzas dentro de nosotros en un lugar lleno de gente. Pero encontrar un lugar aislado donde pudiéramos practicar no sería fácil.

—¿Conoces algún sitio? —le pregunté.

Maya asintió, su rostro iluminándose con una idea.

—Conozco un lugar. Está lejos, pero es perfecto. En las montañas, hay un valle oculto donde la naturaleza es fuerte. Es un lugar donde las fuerzas de la tierra están en equilibrio, y allí, podremos entrenar sin preocuparnos por dañar nada ni a nadie.

La idea de alejarnos de todo por un tiempo era tentadora. Sabía que necesitábamos tiempo y espacio para entender lo que estaba pasando dentro de nosotros, y un lugar tan alejado podría ser la respuesta. Además, había algo en la forma en que Maya hablaba del valle que me daba esperanza. Parecía que ese lugar tenía un significado especial para ella.

—Entonces, vamos —dije, con más determinación de la que realmente sentía—. No tenemos tiempo que perder.

Maya asintió, y ambos comenzamos a caminar hacia el próximo paso de nuestra misión. No sabía exactamente cómo íbamos a dominar estos poderes, pero estaba claro que no teníamos otra opción. La cuenta regresiva había comenzado, y no podíamos permitirnos fallar.

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Viajamos durante días, alejándonos de la ciudad y de cualquier señal de civilización. El trayecto fue largo y agotador, pero poco a poco, el paisaje comenzó a cambiar. Las carreteras desaparecieron y fueron reemplazadas por senderos rocosos y montañas majestuosas que se alzaban hacia el cielo. El aire era más puro, y el silencio que nos rodeaba se sentía casi sagrado.

Finalmente, después de lo que parecieron semanas, llegamos al valle del que Maya había hablado. Y en cuanto puse un pie allí, supe que había algo especial en ese lugar. Había una paz indescriptible en el aire, como si la misma tierra nos diera la bienvenida. El fuego en mi interior, que siempre estaba ardiendo, se calmó un poco, como si también sintiera el poder de ese lugar.

—Este es el lugar —dijo Maya suavemente, mirando el valle con una mezcla de nostalgia y reverencia—. Aquí es donde aprenderemos a dominar nuestras habilidades.

Asentí, tomando una respiración profunda y dejando que el aire puro llenara mis pulmones. Sabía que este era solo el comienzo, pero también sabía que era el lugar correcto para lo que venía. El fuego y el agua estaban en equilibrio en este valle, y ahora nos tocaba a nosotros encontrar ese mismo equilibrio dentro de nosotros.

Los números en mi piel seguían brillando: **711**. Sabía que el tiempo seguía corriendo, pero por primera vez, sentí una chispa de esperanza. Aquí, en este lugar sagrado, tal vez podríamos encontrar las respuestas que necesitábamos.

El Elegido de las CifrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora