Prologo

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"Después de que Tajeddin Noran destruyera nuestra tribu y nos hubiera secuestrado a mi Bey y a mí, me sentía débil, como si todas mis fuerzas me hubieran abandonado. Pero lo que más me atormentaba no era mi propio sufrimiento, sino el saber que Ayca Hatun estaba sola, arriesgándolo todo, tratando de liberarnos haciéndose pasar por mí. La sola idea me consumía de culpa y miedo. ¿Cuánto tiempo podría sostener la mentira antes de que Tajeddin la descubriera? Sabía que era valiente, pero también sabía lo despiadado que podía ser nuestro enemigo. Cada minuto que pasaba me preguntaba si sería el último que la veríamos con vida.

Estar encerrada junto a mi Bey en una carreta, encadenada como si no fuéramos más que prisioneros sin valor, era lo más denigrante que jamás me había pasado. Las ruedas crujían bajo el peso de nuestra humillación, y el aire pesado y sucio de nuestro confinamiento me asfixiaba más que las cuerdas atadas a mis muñecas. No podía mirarlo a los ojos sin sentir la vergüenza de no haber podido protegerlo, de no haber podido proteger a los nuestros. El silencio entre nosotros era opresivo, roto solo por el sonido de los latigazos que nos recordaban nuestra vulnerabilidad. Mi corazón latía con furia, pero mi cuerpo seguía prisionero, incapaz de hacer lo que deseaba: luchar, escapar, liberar a mi gente.




Entre el deber y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora