Capítulo 7

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Al llegar al mercado, todos nos bajamos de los caballos y nos colocamos unas capas para esconder nuestra identidad. La multitud bulliciosa nos envolvía, y el aire estaba impregnado de aromas vibrantes de especias y alimentos frescos. Sin perder tiempo, cada uno se dispersó en diferentes direcciones.

—Me dirigiré hacia la izquierda del mercado —dijo Orhan Bey, su mirada fija en los puestos.

—Yo iré a la derecha —añadió Alaeddin Bey, ajustando su capa con determinación.

—No se alejen demasiado y estén atentos a cualquier movimiento —les advertí, consciente de la necesidad de mantenernos unidos a pesar de la separación.

Ambos asintieron, y en un instante, se perdieron entre la multitud. Con el corazón latiendo con fuerza, me dirigí hacia el centro del mercado, donde esperaba encontrar información valiosa entre los comerciantes.

Mientras caminaba, observé a mi alrededor, notando cada pequeño detalle: el bullicio de las voces, las risas de los niños y el olor tentador de la comida callejera. Pero en el fondo, sabía que el peligro acechaba.

Me detuve en un puesto de especias, tratando de parecer casual mientras escuchaba las conversaciones de los compradores. Sin embargo, en ese momento, las puertas del mercado se abrieron de golpe, y Tajeddin y sus soldados ingresaron a caballo, provocando un murmullo de sorpresa entre la multitud.

El ambiente se tornó tenso. Las risas se apagaron y los comerciantes comenzaron a mirar nerviosamente a su alrededor. Tajeddin, con su mirada altanera y su postura desafiante, comenzó a avanzar por el pasillo principal, acompañado por una docena de soldados armados que parecían dispuestos a todo.

Mi corazón se aceleró al darme cuenta de que su presencia podía significar problemas. Rápidamente, busqué a Orhan y Alaeddin, pero la multitud se había agolpado en torno a Tajeddin, dificultando la visión.

Al llegar al centro del mercado, Tajeddin se bajó de su caballo y se dirigió a una tienda que estaba en el medio, mientras sus soldados permanecían alerta, observando a la multitud en busca de cualquier movimiento sospechoso. Justo cuando volví a dirigir mi mirada, vi a un soldado de Tajeddin acercándose a Orhan Bey.

—¡Detente! —le ordenó el soldado, con una voz firme que resonó entre el bullicio del mercado.

-Alpes.-gritó Orhan, despojandose de su capa. Esa señal resono en mi pecho como un llamado a la accion. Sin pensarlo, me quite la capa y tome mi espada, sintiendo, la determinacion fluir en mi.

La atmosfera se transformo al instante.El bullicio del mercado se torno en un murmullo de inquietud mientras los comerciantes y compradores retrocedian,atemorizados.Orhan se lanzo hacia el soldado, desarmandolo con un golpe rapdio. El hombre cayo al suelo, muerto.

Un soldado se lanzo hacia mi su espada reluciendo con la luz. con un movimiento rapido, esquive su golpe , girando mis pies y acertando un corte en su costado. el hombre cayo al suelo, y en lugar de detenerme, continue avanzando, buscando mi proximo oponene.

En medio del caos, escuché mi nombre entre los gritos y el sonido de espadas chocando.

—¡Ayca Hatun! —la voz de Orhan se alzó por encima del tumulto, justo a tiempo para que girara y lo viera desviar con maestría el golpe de un soldado que se lanzaba hacia mí por la espalda. Gracias a su intervención, pude concentrarme nuevamente en el enemigo frente a nosotros.

Nos miramos por un breve segundo, y sin necesidad de palabras, atacamos al soldado como si fuéramos uno solo. Orhan lanzó un golpe alto, dirigiendo su espada hacia la cabeza del enemigo, mientras yo me agaché rápidamente y corté hacia sus piernas. El soldado, incapaz de defenderse de ambos ataques a la vez, tambaleó, su defensa quebrada.

Entre el deber y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora