CAP. 25: Amor ciego

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¡Feliz cumpleaños, Aksis Falco!

La fiesta de cumpleaños de Aksis se desarrollaba de manera apacible en el prado del jardín de un hotel reservado. Todo era como oasis por su tranquilidad y alegría; los rayos del sol caían sobre el césped verde y el aire estaba lleno de risas y conversaciones animadas; los amigos, Randy, Ed y otros cercanos estaban presentes, todos reunidos para celebrar.

El cumpleañero, como centro de atención, reía y disfrutaba de su momento de satisfacción. Sin embargo, la paz del momento fue bruscamente interrumpida cuando Syla apareció por la entrada del jardín, aparentemente apagada; además que lucía un poco despeinada, ojerosa y un poco más pálida, sosteniendo un gran regalo envuelto en sus brazos.

No había sido invitada por su propio mejor amigo.

La tensión privada se hizo palpable en el aire cuando dio su primer encuentro visual con Randy, quien callaba la pena angustiante que a gritos quería romper para volverla a su realidad.

Los presentes dirigieron su atención hacia ella, el murmullo de las conversaciones cesó repentinamente.

Aksis, al repararla, detuvo su disfrute de inmediato; su rostro se tornó a un rojo furioso, se levantó bruscamente de su asiento y exclamó con desprecio:

—¡Lárgate de mi fiesta! No eres bienvenida.

—Randy levantó una mano para interrumpir al pelinegro—: Hijo, es de agradecer que se haya acordado de tu cumpleaños y haya venido con un regalo. Es una muestra de cortesía.

—¡¿Fuiste tú el que le divulgó esto?! —le refunfuñó.

—Pues es tu segunda alma. Ten la madurez suficiente en situaciones que han convivido desde que se cagaban encima —defendió—.

Aunque obviamente frustrado, sabía que no podía desobedecer a su preciado señor y no armar un drama al público. Con dientes apretados y resignado, cedió y se volvió hacia sus amigos tratando de retomar la celebración, pero la tirantez era evidente. Aquella, por su parte, se mantenía firme sin inmutarse siquiera ante su hostilidad.

A medida que la tarde avanzaba, todos participaban en diversas dinámicas y juegos para mantener el ánimo festivo. Aksis, sin embargo, no podía ocultar el enojo; la evitaba cada vez que se acercaban por coincidencia; sus intentos de ignorarla eran obvios, pero ella no le prestaba esmero, sino indiferencia.

Llegó el momento de uno de los juegos más esperados, uno que involucraba a padre e hijo (o cercanos incondicionales): cara a cara.

Frente a todos, junto con Randy, se sentaron sobre sillas opuestas, cada uno sosteniendo una caja con cereal ultra ácido; la caja de Randy tenía ilustraciones infantiles y la de Aksis estaba decorada con ilustraciones femeninas, lo cual le era embarazoso.

—Prepárense y traigan sus cobijas para dormir, porque con el viejo, su historia empieza antes de Cristo —bromeó Ed—.

—Comenzamos —anunció Daniel, tomando el rol de moderador del juego—. Señor Blair, inicia usted.

—Soltando pequeñas risas—. Sé que te gusta practicar danza árabe en secreto en tu habitación desde tus cuatro años.

Impactado de que supiera eso, tomó un cereal, metiéndoselo a la boca. Se contrajo al instante por el sabor ultra ácido, pero aguantó, socando el trasero. Luego era su turno con desafío.

—En tu trinchera, te gusta modelar en tanga, hasta que se te sale la verga para un lado. —Hubieron risas alrededor—.

Randy arqueó una ceja por la acusación. Sin embargo, asintió tomando una hojuela y llevándosela a la boca, causando gestos impactados por su callada confirmación. Aunque su expresión se mantuvo controlada, una ligera mueca de incomodidad asomaba.

DULCE AMARGURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora