CAP. 6: De nada

32 4 6
                                    

Con párpados aún pesados del sueño, se encontraba en la recepción de Golden Gym. Apenas había logrado arrastrarse fuera del cuarto para inscribirse al gimnasio relativamente cercano. La recepcionista, una mujer sencilla, cuyo uniforme semideportivo le sentaba maravillosamente y profesional, tecleaba los datos en la computadora mientras le explicaba el proceso de inscripción.

—Están los tres planes para inscribirse. ¿Cuál desea?

—El mensual básico —dijo apagadamente. La señorita la miró un instante con juzgamiento antes de volver a digitar.

—Fecha de nacimiento —pidió; Syla lo dictó—. Número de celular. —Syla lo dictó—. DUI. —No hubo respuesta; levantó la vista para notar que estaba ladeada con los ojos cerrados—. Señorita.

—¡Ah!... ¿Qué? —Sobresaltándose.

—Necesito que me proporcione su DUI para completar el contrato, por favor.

Todavía medio dormida, abrió su bolsón con movimientos lentos y desganados.

**Te odio por dejarme a esta hora, papá.**

Sacó su portatarjetas y empezó a hojearlo, buscando dicho documento. Pero a medida que pasaban los segundos y no lo encontraba, cambió de tranquila a preocupada y muy despierta. La angustia comenzó a apoderarse cuando, tras revisar cada compartimento, no lo hallaba.

—Deme un momento, por favor... —pidió con un nudo en la garganta; al tanto, empezaba a revisar desesperadamente cada rincón de su bolsón. Sacaba y volvía a meter las cosas cada vez más rápido, cada vez más ansiosa. Los usuarios que entraban y salían la descubrían con extrañeza y curiosidad.

La situación era imposible; nunca había perdido su valioso trozo de identidad. Y para empeorar las cosas, también notó que su toalla sanitaria había desaparecido, aunque eso no le importaba en ese momento. Su angustia corría a mil por hora.

**¿Cómo pudieron haberse extraviado? Nunca lo saqué, ni he estado en mis días aún... A menos que... Mierda...**

Un golpe de realidad la paralizó. Recordó el día del set, la pelea con Gallo y el caos que se desató. Pensó y pensó, sintiendo un escalofrío recorrerle la espina dorsal; pero si fuese así, Aksis ya los habría recuperado... ¿o no?

La sola idea de que su DUI y toalla sanitaria hubieran quedado tirados en medio del escenario la horrorizaba. Mas lo peor de todo, la imagen de Minhyun advirtiendo esos objetos la llenaba de pánico y vergüenza.

**¡No! ¿Por qué debo preocuparme más por ese zorengo yeti ante mis pertenencias? Vergüenza es por todos los presentes.**

Sin pensarlo más, sacó su teléfono y torpemente llamó a Aksis. Cada tono que sonaba al otro lado de la línea aumentaba su desesperación. Cuando finalmente respondió, su voz le salió atropellada y llena de urgencia; presintiendo la gran reprimenda de su vida:

—¡Aksis, por favor, necesito que vayas a PAV ahora mismo! —demandó casi gritando, ignorando la mirada perpleja de la recepcionista.

—¡¿Qué?! ¿Por qué? ¿Qué está pasando? —Sonaba confusamente irritado—. Estoy ocupadísimo ahora y no es el horario.

—¡Perdí mi DUI! —reveló exasperada—. Creo que se me cayó en el set... con la toallita. ¡Tienes que encontrar más que todo mi credencial antes de que alguien más lo haya tomado!

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que aquel soltase un sonoro suspiro. Cerró los ojos, lista para...

—¡¿ES EN SERIO, HIJA DE LAS RE MIL PENDEJADAS?! ¡SEGURO DIOS COMETIÓ EL TREMENDO ERROR AL HABERTE TIRADO DE CARA AL MUNDO, TONTA! —La recepcionista lograba escuchar por el altavoz que pronto la castaña activó a llamada normal, apenada—. ¡¿Te das cuenta cuántos días han pasado de haber perdido tu identidad y dignidad de vaina frente a todos?!

DULCE AMARGURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora