Cap. Final N°12 Temp. 2.|Confesiones en la Penumbra

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Stronbol mira el reloj, observando cómo pasa el tiempo.
“33... 34... 35...”
Agarra el frasco y toma más medicamentos.
“Puaj... 55... 56...”

Lion abre la puerta con cuidado y lo ve golpeando su cabeza contra la pared acolchada.
—En solo dos meses ya estás actuando muy raro... No haces más que tomar medicamentos y contar la hora —dice Lion, con preocupación en su voz.
Stronbol gira lentamente la cabeza para mirarlo.
—Escuchar la voz de las personas me da hambre. ¿Podrías irte? Preferiría salir de aquí lo más pronto posible...
Lion cierra la puerta lentamente.
—Lo siento... Suerte con el psiquiatra...

Stronbol está sentado en el sofá, todavía con la camisa de fuerza puesta.
—¿Es necesario que cuente mis pensamientos sobre las personas que he conocido? —pregunta, inquieto.
Ben, el psiquiatra, se sienta frente a él, tomando notas mientras observa el lenguaje corporal de Stronbol.
—Sí. Pareces muy nervioso, como si tuvieras mucho guardado. No es la primera vez que trato a un caníbal, puedes hablar con seguridad.
Stronbol alza la mirada.
—Bien, empecemos...

Ben sigue escribiendo, claramente cansado.
—Bien, ya entendí que te gusta un chico... Pero quiero saber más sobre tu comportamiento caníbal.
Stronbol fija la vista en el techo.
—¿Caníbal?... Sinceramente, me parece algo romántico desde los ocho años...
Ben deja de escribir por un momento y lo mira, incrédulo.
—¿Hablas en serio?
Stronbol lo observa fijamente, haciéndolo sentir incómodo.
—Cuando probé ese sabor por primera vez, se sintió como la eternidad que tanto había esperado... Me sentí tan unido a mi hermano, como si aún estuviera vivo —suspira—. Eso fue amor de hermano...
Se muerde el labio hasta sangrar.
—Con mi padre fue igual... No sé si él me quería, pero yo sí lo quería a él.
Cruza las piernas, tensándose.
—Con Leo... fue puro placer probar su carne.
Ben deja la libreta de lado.
—Estamos llegando al núcleo. ¿Qué te parece tu amigo Legolaz en el menú?
Stronbol permanece en silencio unos segundos antes de responder.
—No pienso en tenerlo entre mis dientes... —se inclina hacia adelante en el sofá—. Quisiera que él fuera quien lo haga... Que se tome su tiempo desmenuzándome, que pruebe mi carne.
Ben vuelve a tomar la libreta, escribiendo rápidamente.
—¿Tienes el deseo de que él termine con tu vida?
Stronbol se recuesta por completo en el sofá y aparta la mirada.
—No es eso... Con él, es solo una metáfora.
Ben lo observa con atención.
—Ya veo... Solo quieres estar con él, ¿verdad?
Stronbol hunde su rostro en el cojín.
—Quiero una vida junto a él...
Ben guarda la libreta y lo mira con curiosidad.
—¿Serías capaz de dejar esos pensamientos retorcidos por él?
Stronbol se reincorpora rápidamente.
—¡Por supuesto que sí!... Solo necesito tiempo para reflexionar sobre lo que he hecho.
Ben lo mira con una mezcla de compasión y precaución, acariciándole la cabeza.
—Eres peligroso... pero supongo que incluso tú podrías tener una vida normal. Buena suerte en tu tarea de recuperar la cordura...
Un enfermero entra y se lleva a Stronbol de vuelta a su habitación acolchada.

Tumbado en el suelo de su habitación, Stronbol mira la luz del techo.
—Solo es cuestión de tiempo hasta salir de aquí... Supongo que el primero al que visitaré será Alex. No creo que Legolaz quiera verme después de lo que sucedió.
Su estómago gruñe con fuerza.
—Quiero carne...
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