CAP. 5, TEMP. 4 | Sombras compartidas

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Sam jugaba con sus dedos, nerviosa.
—Uh... ¿Puedo preguntar cuánto tiempo llevan conociéndose? —tragó saliva con dificultad, mirando a Stronbol.
—Nos conocemos desde los ocho años, nos llevamos muy bien... Ahora que respondí tu pregunta... —Stronbol abrió una lata de soda—. ¿Hasta dónde ha llegado su relación?
Sam lo miró unos segundos, confundida, y luego se cubrió la boca, avergonzada.
—No... No es algo que pueda comentar a la ligera...
Stronbol apretó la lata con fuerza en sus manos mientras tomaba un sorbo.
—Ujum... Mierda.
El silencio incómodo se adueñó de la habitación mientras Sam miraba a su alrededor, incómoda.
—¿Puedo preguntar por qué tienes vendas? —Stronbol lanzó la lata a un lado.
—Puedo hacerte la misma pregunta, tus muñecas también están marcadas.
Sam escondió las manos detrás de la espalda.
—Primero respóndeme tú...
Stronbol se acomodó el cabello.
—Supongo que si tú también haces lo mismo, puedo decirlo sin problemas. —Suspiró y miró las muñecas de Sam—. Son autolesiones. También tengo muchos golpes por todo el cuerpo, pero yo... lo disfruto. ¿Qué hay de ti?
Sam cruzó los dedos y bajó la mirada.
—Los cortes en mis muñecas son algo que hacía desde hace mucho tiempo. Solo los medicamentos me mantenían tranquila durante la escuela... Y respecto a lo segundo... —Volteó a mirar a Legolaz—. Él es realmente amable y amoroso... Pero aún no logro aceptar que le guste el daño ajeno.
Stronbol la observó por unos segundos con una expresión seria.
—¿Eso te desagrada?
Sam jugueteó con su cabello, sin apartar la mirada de Legolaz.
—Realmente no, todo de él es perfecto... Solo me intriga cuál es el origen de esa extraña satisfacción que recorre su cuerpo al ver o hacer daño.
Stronbol desvió la mirada, visiblemente más relajado.
—Bueno, realmente piensas casi como yo...
Sam lo miró con curiosidad.
—¿Qué dijiste?
Stronbol se levantó rápidamente y corrió hacia las escaleras con un ligero sonrojo en las mejillas.
—¡Nada!

Stronbol se dejó caer en la cama y abrazó una almohada.
—Ugh... Me siento mal ahora. —Miró hacia la ventana—. ¿Qué estoy pensando? El tiempo que estuve deprimido debe haberme ablandado... Pero al verla, me hace pensar que es algo parecida a mí. —Tragó saliva—. Entonces... debe haber una parte en ella que aún no ha salido a la luz. —Suspiró y miró la foto de Legolaz en la pared—. Por más parecida a mí que sea, ella se interpone en mi camino.
Se levantó de la cama y caminó hacia la puerta.
—Preferiría evitar la violencia por esta vez...

Stronbol llegó a la cocina y abrazó a Danny.
—¡Abrazo!
Danny lo abrazó de vuelta, un poco confundido.
—Woah... Es de las pocas veces que me abrazas...
Stronbol rió en voz baja y salió corriendo.
—¿Qué acaba de pasar...?

Al rato, llegó un ramo de flores a la puerta y Stronbol lo abrió.
—¡Bien! —dijo con entusiasmo—. ¡Oye, Legolaz! —Cerró la puerta con el ramo en la mano—. Tengo algo para ti.
Sam y Legolaz lo miraron con atención.
—¿Te refieres al gran ramo de flores en tu espalda?
Stronbol bajó la mirada, avergonzado.
—Si fuera un poco más alto, no lo verían... ¡Es un regalo!
Legolaz recibió el ramo con una sonrisa y miró de reojo a Sam.
—Es bonito, supongo... Stronbol es muy amable contigo.

Danny buscó en sus bolsillos, frunciendo el ceño.
—¿Dónde carajos está mi tarjeta de crédito?
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𝑾𝒆𝒕 𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora