Capítulo 15

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Cuánto deseaba Vidia haber tenido más tiempo para arrancar más plumas. Apenas si le quedaban un par de puñados de polvillos de estrella:
—Mis corazones —empezó a decir en voz alta—, me temo que no tenemos más remedio que desplumar a Madre Paloma en este mismo instante. Si esperamos a que muera, es muy probable que sus plumas ya no sirvan para nada, que no tengan ningún
poder.

Prilla, así como casi todos los demás, estaba horrorizada. No faltaban, sin
embargo, algunas hadas que pensaban que bien valía la pena considerar la sugerencia.

Si desplumaban a Madre Paloma, tendrían suficiente polvito mágico para un año.

Y Madre Paloma sabía que Vidia tenía razón: si llegaba a morir, sus plumas
perderían todo su poder. Si la situación llegara hasta tal extremo, pensó Madre Paloma, les diré que lo hagan, que me desplumen.

Tinkerbell dijo:
—Cualquiera que venga con la idea de desplumarla, primero tendrá que pasar sobre mi cadáver.

—Y el mío —dijo Terence.

«Y el mío también», pensó Prilla.

La Reina Clarion, a su vez, opinó:
—Vergüenza debería darte, Vidia. Nadie va a desplumar a Madre Paloma.

Depositaremos toda nuestra confianza en el éxito de nuestra expedición salvadora.

Prilla se preguntó si le sería posible seguir a escondidas la expedición, en caso, por ejemplo, de que necesitaran a alguien durante una emergencia.

—Y bien —continuó Clarion —, por ahora lo que quiero es que cada una de ustedes se acerque a su taller y habitación y me traiga un informe de los daños sufridos en la Casa del Árbol.

Dicho esto, ordenó a todo el mundo retirarse, excepto a Rani.

—¿Yo? —preguntó Rani, sorprendida, y acto seguido se sonó con una hojapañuelo.

Madre Paloma susurró:
—Prilla también, que se quede.

—¿Prilla? —preguntó Ree—. ¡Pero si es tan joven!

—Sí, Prilla… y Vidia.

—¡Vidia!

Madre Paloma asintió con la cabeza y agregó:
—Por su velocidad.

Obedeciendo aquellas órdenes, Ree llamó a las dos y éstas se volvieron.

Prilla no podía creer que hubiera sido llamada de vuelta. Se preguntaba si aquello quería decir que la Reina le había visto algún talento. La expedición no sólo sería una gran
aventura sino que la haría en compañía de Rani, su hada favorita.

Dicho todo, Clarion se sentó sobre una rama que había dejado la marea y Rani la acompañó. Prilla se sentó cerca, sobre la arena, a unos pocos pies de Tinkerbell  quien, en ese momento, arrodillada al lado de Madre Paloma, le sacudía arena de las
plumas.

Pero Madre Paloma hubiera preferido que Tinkerbell dejara de hacerlo.

Cada vezque Tink zarandeaba una de sus plumas, el dolor era mucho, pero mucho peor.

Vidia permanecía de pie, un poco retirada, y empezó a decir:
—Ajá, cuando me necesitan, entonces sí no soy tan detestable, ¿verdad, mis
cari…?

—¿… ños? —terminó Rani, robándole la palabra—. Todos tenemos algo bueno, me parece.

Y Clarion dijo:
—Todas ustedes han oído hablar de Kyto, ¿cierto?

Prilla dijo que no, negando con la cabeza.

—Mira, Kyto es un dragón. Un dragón furioso que bota fuego —explicó Clarion, secándose el sudor de la frente.

Un dragón que vivía encerrado, prisionero, en una cueva alta en la montaña Torth que se alzaba en medio de Nunca Jamás. Los Niños Perdidos y la reina anterior a Clarion
lo habían atrapado cuando todavía era un dragón muy joven. En fin, Clarion continuó:
—Madre Paloma piensa que el huevo se puede reparar con fuego, si el fuego alcanza una temperatura suficiente. Y bien, el fuego de Kyto…
Rani terminó la oración:
—… es lo suficientemente caliente.

—Pero —preguntó Prilla—, ¿no se cocinará el huevo puesto al fuego?

—No, mi huevo no —replicó Madre Paloma, en voz muy baja pero muy
orgullosa—. Un huevo común y corriente se cocinaría al fuego, el mío no.

Vidia intervino:
—Mis dulzuras, ¿acaso creen que Kyto va a ayudar a sanar el huevo por pura
amabilidad?

—Kyto no tiene ni sombra de amable —dijo Rani.

Vidia dejó ver una de sus sonrisitas más irritantes y opinó:
—Ya lo sé, corazón mío.

Y en efecto, Kyto era absolutamente malvado. Hasta la perfidia del Capitán
Garfio palidecía al lado de la de Kyto.

Su capacidad de hacer daño era ilimitada y su alma no albergaba ni pizca de compasión o bondad.

—Pero, ¿no será que a Kyto también le interesa salvar el huevo? —insistió Prilla.

—. ¿Acaso no lo mantuvo joven también a él?

—No —contestó Clarion —. Madre Paloma dice que el huevo no tiene efecto sobre Kyto.

—Mis corazones —intervino Vidia otra vez—, la libertad es lo único que podría interesarle a…

—… ese dragón. Pero no vamos a dejarlo en libertad, ¿verdad? —interrumpió Rani, fiel a su costumbre.

—¡No! —exclamó Ree—. Sería demasiado peligroso. Además, ni siquiera todas las hadas juntas tendrían la fuerza para hacerlo. Sin embargo, Madre Paloma dice que
quizá Kyto repare el huevo, aun sin prometerle la libertad, a cambio de algo para su botín.

—¿Qué es un botín? —preguntó Prilla.

—Los dragones coleccionan cosas —le explicó Clarion—, y el botín, en este caso, es una colección de objetos hermosos y fuera de lo común, tan caros para él como su…

—Fuego. —Rani intervino, frunciendo el ceño—. ¿Pero qué cosa tenemos que Kyto quisiera tener?

—Nada —dijo Clarion—. Primero, tendríamos que conseguir lo que quiera que fuera.

—Obviamente —dijo Vidia.

—¿Cosas como qué? —preguntó Rani.
Pero Madre Paloma ya había pensado mucho en este asunto. Los dragones
aprecian mucho el oro y las joyas, pero aprecian mucho más aun las rarezas. Cuanto más difícil de encontrar sea una cosa, no importa cuál, más la desean. De manera que
Madre Paloma había llegado a la conclusión de que tres cosas podrían tentar a Kyto.

Y Ree se las comunicó:
—Se trata de, para empezar, una pluma del Halcón Dorado…

—Ja —dijo Vidia riendo con amargura—, ahora que tenemos que desplumar a un Halcón Dorado, que sin duda nos matará, está muy bien; pero en cambio arrancarle una sola a Madre Paloma no.

—No está bien desplumar a nadie, pero cuando hay que hacerlo, hay que hacerlo

—susurró Madre Paloma.

Ree continuó:
—La doble boquilla de plata del Capitán Garfio para sus tabacos y una peineta de sirena… esas son las tres cosas.

Se hizo silencio. Sería un milagro conseguir siquiera una de esas cosas.

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Gracias por leer...


El País de Nunca Jamás y el secreto de las hadas  1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora