Las expedicionarias se dirigieron camino a la Bahía de los Piratas.
Prilla entonces comenzó a decir:
—Somos una especie de talento, ¿verdad? Somos hadas…—… expedicionarias —dijo Rani sintiendo lástima por Prilla—. Un talento es algo ligeramente distinto, Prilla.
—Completamente distinto, si vamos a ello —dijo Vidia—. Por ejemplo, mi
querida criatura, cuando tienes un talento, tú admiras, quieres y cuidas a quienes lo comparten contigo.«¡Qué mala onda!», pensó Prilla.
—¡Vidia! —dijo Rani, subiendo el tono de la voz—. Aquí cuidamos unas de
otras.—Yo me preocupo por Rani —dijo Prilla, enfática, y Rani se sonó la nariz, conmovida.
—Mi adorada criatura, la verdad poco me importa si me odias o no, pero veamos a ver si yo cuido de ti, si me interesas. Ven, veamos si tu talento es para el vuelo — dijo Vidia al tiempo que aceleraba su vuelo gritando por encima del hombro—: ¡Alcánzame!
Prilla batió sus alas tan fuerte y rápido como pudo. Agitó piernas y brazos. No quería tener nada que ver con Vidia pero sí superarla, ganarle. Y por supuesto, quería un talento.
Deseó desde el fondo de su alma que soplara un viento a favor para ayudarla, sólo a ella.
Pero no sopló viento alguno y, sin importar lo que hiciera, apenas si era un poco más rápida que Rani. Y no tenía ni la más remota posibilidad de alcanzar a Vidia, que ya era un punto en la distancia.
Vidia las esperó en la playa. Cuando llegaron, le dijo a Prilla:
—Criatura adorada, me temo que tu talento es no tener ningún talento.—No le prestes atención, Prilla —dijo Rani—. Vidia, no tenemos tiempo para
insultos.—Preciosa, tampoco para tortugas —contestó Vidia, que en el acto voló al agua.
Y así, volaron los tres cuartos de milla que las separaban del barco. Era tal el
silencio y la calma de la noche, que casi se podía escuchar al País de Nunca Jamás pensando. En el barco pirata, el hombre a cargo del timonel cabeceaba.Las hadas volaron de ojo de buey en ojo de buey preguntándose cuál de las
ventanillas sería la del camarote del Capitán Garfio. Por equivocación, se metieron por el ojo de buey que daba a los camarotes de la tripulación y los ronquidos las expulsaron fuera.Tres ojos de buey más adelante, lograron entrar a la cabina de Garfio.
También el Capitán roncaba, pero un ronquido más elegante, pausado.
Roncaba en pentámetros yámbicos, soltando un ocasional y breve espondeo de cuando en cuando.
Prilla revoloteó sobre la cómoda de Garfio en donde doce rosas reposaban tal y como al Capitán le gustaban: los tallos en el agua y las flores decapitadas alrededor del florero.
Vidia aterrizó sobre el escritorio del Capitán, justo en medio de su colección de cigarreras para el rapé.
Rani voló a la cama.Allí, apretada entre los dientes del Capitán, estaba la boquilla, con dos enormes tabacos puestos pero sin encender.
Garfio yacía boca arriba. Se había deshecho de su cobija y su almohada arrugada se hundía bajo el peso de su cabeza. La mano derecha descansaba sobre la espada, a su vez sujeta a su camisón de dormir. Mientras Rani lo observaba, el Capitán se sacudió un poco y luego se rascó la barriga con el garfio.
De pronto, dejó de roncar y empezó a hablar; fue tal el susto de Prilla, que se paralizó en el aire y casi cae como plomo. El Capitán farfulló:
—Capitán Joshua Abreu, seis de marzo, veintidós paseados por la tabla.
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El País de Nunca Jamás y el secreto de las hadas 1#
Fantasía‧₊˚ ⸙ Todos en el Refugio de las Hadas están hablando de la llegada de una nueva hada. Su nombre es Prilla y la pobre no tiene la menor idea de cuál es su talento, aunque hay algo de ella que es extrañamente humano. Prilla está desesperada y necesi...