Capítulo 14

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Una vez roto el huevo, la tormenta empezó a aplacarse. Luego, la lluvia a amainar y el viento a ceder hasta que el cielo se despejó del todo cuando ya amanecía.

Tinkerbell despertó. Estaba boca abajo sobre una pieza de porcelana y, la verdad, era un milagro que no se hubiera cortado, aunque eso sí, sentía que la cabeza le iba estallar del dolor. Se llevó la mano a la frente y sintió un chichón del tamaño de un grano de pimienta sin moler. Lo tocó con fuerza y tuvo que morderse los labios para no gritar. «Pero, ¿qué fue lo que ocurrió?», se preguntaba.

Se sentó bien. Poco a poco recobró la memoria. Se puso de pie con un salto pero se fue de bruces, la cabeza dándole vueltas. Tenía que encontrar a Madre Paloma a como diera lugar, de manera que volvió a ponerse de pie, esta vez con más calma y empezó a caminar oteando el cielo en busca de halcones. No tenía polvillos de
estrella, así que, en realidad, no podía volar, entonces, empezó a batir las alas con fuerza para volar dando saltos y carreritas a pie.

Cruzó a toda prisa por un campo de cañas de bambú aplastadas, un campo además cubierto de ramas y rocas y hasta del mástil del barco pirata. Pasó al lado de una ardilla aún perpleja y de una alondra con las plumas de la cola ensangrentadas. A la alondra le gritó a su paso que intentaría encontrar un hada con talento animal.

Por todas partes se veían hadas ayudándose unas a otras o bandeándose por sí solas para salir de algún atolladero. La Reina Clarion logró desatascar el zapato que la tenía atrapada. Un explorador escuchó los gritos de Rani y la descolgó de la rama. La mamá de los topos regresó a la madriguera y Beck pudo seguir su camino. Terence pudo por fin soltar la raíz de la que se había aferrado, cubierto de lodo, sí, pero vivo.

La primera en encontrar a Madre Paloma fue Prilla. A medio camino entre la Casa del Árbol y el Círculo Encantado había caído a las aguas del arroyo Havendish, y se hubiera ahogado de no ser porque la corriente bajaba crecida; así las cosas, la
quebrada la arrojó con rapidez en la playa donde se puso de pie y pudo subir hasta la punta de una duna. Cuando el cielo aclaró, desde allí alcanzó a ver a Madre Paloma.

Corrió sobre la arena. Las alas de Madre Paloma descansaban formando un ángulo extraño y tenía las plumas cubiertas de arena endurecida como barro. Pero lo
que a Prilla más le impresionó fueron sus ojos: hundidos y abatidos.

Madre Paloma ululó:
—Prilla…

Prilla lloraba, las lágrimas le rodaban por las mejillas y la voz de Madre Paloma era tan débil que apenas si se alcanzaba a oír:
—Prilla… alcancé a pensar que de pronto tú vendrías.

—Ay, Madre Paloma… Ay…

Quizá fuese la juventud de Prilla o quizá simplemente fueran sus peculiares hombros, el hecho es que éstos se negaban a sacudirse aun mientras lloraba y entonces Madre Paloma empezó a creer que quizá todavía era posible hacer algo por
su pobre huevo. Y, si su huevo estuviera todavía entero y a salvo, y ella pudiera reunirse con él, entonces, pensó, quizá incluso ella misma podía sanar de nuevo.

Hurgó en sus reservas de conocimientos y sabiduría ancestral de Nunca Jamás y concluyó que en efecto sí tenía una oportunidad más.
Como el huevo había sido creado por fuego y por fuego había sido destruido, entonces quizá también por fuego podía ser restaurado. Sin embargo, el fuego tendría que ser muy caliente… como el de un infierno. ¿Dónde conseguir fuego de ese calibre? La montaña Torth no había hecho erupción desde hacía siglos.

Y allí estaba el dragón Kyto.
Pero Kyto, ¿por qué habría de ayudar?

Madre Paloma suspiró:
—Busca a la Reina Clarion y a Beck y tráelas aquí.

Prilla asintió y salió a toda prisa ayudándose en su carrera con cortos trechos de vuelo. Madre Paloma cerró los ojos y meditó.

Iba Prilla más allá de mitad de camino, camino al Refugio de las Hadas, cuando se cruzó con Beck, quien descendía cojeando hacia la playa. Prilla se limitó a apuntar
con el dedo en dirección a donde había quedado Madre Paloma y continuó su carrera.

El País de Nunca Jamás y el secreto de las hadas  1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora