Nuevas sombras, viejos demonios

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Estos días habían sido una locura para Luther. Se había aislado completamente, evadiendo las llamadas de sus pocos amigos y familiares, viviendo entre la culpa. No podía quitarse de la cabeza el recuerdo de Sarah en la cama del hospital, frágil y rota. Cada día se sentía más hundido, incapaz de perdonarse por no haber actuado cuando más la necesitaba.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐑𝐎𝐏𝐈𝐂𝐀𝐋 𝐂𝐎𝐂𝐎𝐍𝐔𝐓, 𝐁𝐀𝐑.
12:33𝐀𝐌

Esa noche, como tantas otras, terminó en un bar. La música, las luces y el olor a licor lo marcaban lentamente, pero nada podía calmar el caos que reinaba en su mente. Bebía solo, con la cabeza apoyada en sus manos, cuando sintió una presencia cerca de él. ¿Alguien se le había acercado?

-¿Puedo... sentarme? -preguntó una voz suave, casi musical.

Luther levantó la vista, sorprendido. Frente a él estaba una chica que no reconocía al principio, pero su sonrisa amigable lo desconcertó. Vestía ropa casual, una chaqueta de cuero y jeans gastados, pero había algo en su presencia que le resultaba reconfortante, como si irradiara una extraña calma.

-Haz lo que quieras -murmuró Luther, sin energía para discutir.

Ella tomó asiento y pidió una cerveza. Al principio, ninguno de los dos habló. Solo bebieron en silencio, compartiendo el espacio, hasta que ella rompió el hielo.

-Te recuerdo de la fiesta -dijo con una media sonrisa, con un toque de picardía en la voz-. Estabas... bueno, no en tu mejor momento, ¿cierto?

Luther frunció el ceño, intentando ubicarla en su memoria. ¿Una fiesta? ¿Había más gente viéndolo esa noche? Los detalles de la noche fatídica le resultaban borrosos, casi dolorosos de recordar.

-¿La fiesta? -repitió, confundido.

-Sí, la última. La de Sarah. Yo... bueno, no nos presentaron, pero vi cómo te fuiste cuando todo se desmoronó. Parecías muy mal.

Luther la miró más detenidamente, y poco a poco, los recuerdos comenzaron a encajar. Ella estaba ahí, entre las sombras, en los momentos más oscuros. Había visto su colapso, su huida de la escena. Pero no lo había juzgado. No lo había detenido. Solo lo había observado.

-Sí, bueno... no fue una buena noche para nadie -dijo Luther, soltando una risa amarga mientras jugueteaba con su vaso vacío.

Roselia, así se presentó, lo miró con compasión, pero sin el rastro de lástima que tanto odiaba. Había algo distinto en ella, una autenticidad que lo hizo bajar las defensas.

-Parece que has pasado por muchas cosas. -Roselia le sonrió-. Yo también he tenido noches como esas. ¿Quieres hablar de ello?

-...

-¡Oh, perdón! Me estoy excediendo, es que me preocupo mucho.

Al principio, Luther dudó. ¿Por qué debería abrirse con alguien que apenas conocía? Pero, ¿qué tenía que perder? Ya estaba en lo más bajo. Bebió un largo trago de su cerveza y comenzó a hablar. Las palabras salían como un torrente contenido, de la fiesta, de Sarah, del momento en que todo se rompió.

-Martín se volvió loco... No supe qué hacer. Me quedé... me quedé paralizado. Sarah confió en mí, ¿sabes? Yo debía protegerla... pero no pude... -Luther soltó una risa vacía, como si quisiera castigarse con cada palabra-. Y ahora... nadie me escucha, nadie cree en mí. Todos me culpan.

Roselia asintió mientras lo escuchaba atentamente, sorbiendo de su cerveza. No lo interrumpía, solo le dejaba hablar.

-Es increíble cómo, cuando más necesitas ayuda, todos te dan la espalda. -Dijo ella finalmente-. La vida tiene una forma extraña de jodernos en el momento más crítico.

ೄྀ¡ƳO ᎯᏬ𐒐 ᎿᏋ Ꭿ𐒄𐒀!ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora