¿Quien eres..?

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02 ᴅᴇ ғᴇʙʀᴇʀᴏ 2018

𝐇𝐎𝐒𝐏𝐈𝐓𝐀𝐋 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐓𝐀 𝐆𝐋𝐎𝐑𝐈𝐀

El hospital estaba en silencio. El leve pitido de las máquinas que monitoreaban a Sarah era lo único que rompía la calma en aquella habitación estéril. Sarah yacía inmóvil en la cama conectada a un sinfín de cables y tubos. Desde el exterior, Sarah parecía atrapada en un sueño profundo del que no podía despertar.

Pero en su mente, no había nada de eso. Sarah estaba en un jardín, era un poco soso, con colores apagados, neblina, pero era bonito solo que incómodamente familiar. Los árboles que la rodeaban estaban llenos de flores de colores fríos. Era un lugar de paz... o al menos, eso pensaba al principio.

Caminó lentamente por el sendero de piedra, sus pies descalzos sintiendo el frescor de la tierra. No sabía cómo había llegado allí, pero algo en su interior le decía que no debía quedarse por mucho tiempo. El jardín, por más tranquilo que pareciera, tenía un aire pesado, era... Tétrico.

De repente, frente a ella, apareció una mesa de té blanca. A su alrededor, flores marchitas y hojas caídas se amontonaban en el suelo. Sentado al otro lado de la mesa, un hombre delgado y elegante la esperaba. Llevaba un traje negro impecable, y sus ojos, oscuros como la noche, la miraban con una calma inquietante, su piel era blanca y su nariz algo larga, por lo visto no tenía cabellera y no la necesitaba puesto tenía un gorro que combinaba a su atuendo.

—Te estaba esperando, Sarah —dijo el hombre con una voz suave pero con autoridad—

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—Te estaba esperando, Sarah —dijo el hombre con una voz suave pero con autoridad—. Soy Atem. Por favor, siéntate.

Sarah, dudando al principio, se acercó con lentitud y se sentó en la silla frente a él. Todo en aquel hombre le resultaba extraño, pero al mismo tiempo, había algo en su presencia que la obligaba a permanecer en calma, como si no tuviera otra opción.

—¿Dónde estoy? —preguntó finalmente, mirando alrededor.

Atem sonrió levemente mientras le servía una taza de té.

—Estás en un lugar entre el sueño y la realidad. Un jardín de tu mente, por así decirlo. Un refugio, tal vez. Pero, como puedes ver, las flores aquí no son eternas. Algunas se marchitan. Todo depende de ti.

—Que. :[

Sarah frunció el ceño. No entendía lo que Atem le decía, y había algo profundamente inquietante en su tono, como si estuviera hablando en acertijos.

—No entiendo —dijo, llevando la taza de té a sus labios—. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué ha pasado?

Atem la observó detenidamente antes de hablar, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—JaJaJa.. Ha pasado algo terrible, Sarah —dijo, con voz suave—. Estás aquí porque algo oscuro ocurrió en el mundo real. Hubo una pelea… ¡una traiciOooooooooon~! —Dijo con un tono de humor y drama—

Sarah sintió un escalofrío recorrer su columna. Los recuerdos vagos de la fiesta comenzaron a asomar en su mente, como sombras que no podía ver del todo.

—¿Una traición? —preguntó, confusa—. ¿Qué quieres decir con eso?

Atem inclinó levemente la cabeza, sus ojos brillando con un destello de malicia apenas perceptible.

—Fue Martín —dijo sin rodeos—. Te golpeó, Sarah. Lo hizo con un jarrón, y fue brutal. ¡Hizo PAM! Luther estaba allí… pero no hizo nada. Se quedó congelado, mirando como.. —Los ojos de Atem se dilataron y se volvieron ridículamente grandes, claramente mofandose de Luther— Y Michael… bueno, él intentó intervenir, pero es un debilucho del cojones, no pudo ni soplarlo.

Sarah se quedó helada al escuchar esas palabras. Los recuerdos que habían estado rotos comenzaron a tomar forma en su mente. La fiesta. El alcohol. La pelea. El grito. Y el dolor... el dolor en su cabeza antes de que todo se volviera negro.

—No… —susurró, llevándose una mano al cabello y jugando con él de manera nerviosa, tratando de procesar lo que Atem le estaba diciendo—. Luther no haría eso. Él... él me quiere. ¿Por qué no hizo nada?

Atem dejó su taza de té en la mesa, inclinándose un poco hacia adelante, acercándose más a ella.

—Es difícil de aceptar, ¿verdad? —dijo con tono suave, pero cargado de una oscura verdad—. Pero es lo que ocurrió. Estás aquí, atrapada, porque ellos te fallaron. Porque en el momento en que más los necesitabas, te abandonaron.
Si tanto te quiere.. ¿Porque quedó ahí, uh? ¿Se cagó el bóxer y si intervenía se le salía la mierda por las piernas?

Las palabras de Atem la perforaban como cuchillos. Un nudo de dolor se formó en su pecho. La confusión y la tristeza comenzaron a dar paso a algo más: una rabia creciente. ¿Cómo podía ser cierto? ¿Cómo había llegado a esto?

—¿Por qué me estás diciendo esto? —preguntó finalmente, sintiendo que su voz temblaba—. Tú no eres de mi familia… ¿Por qué apareciste tú aquí y no ellos?

Atem esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Porque no siempre son las familias las que te acompañan en este tipo de caminos —respondió—. A veces, es alguien que puede ayudarte a ver la verdad, incluso si esa verdad es dolorosa. Estoy aquí para guiarte, Sarah. Para ayudarte a ver el odio que debería estar naciendo en ti por lo que te hicieron.

Sarah lo miró fijamente. Sabía que había algo raro en Atem, algo que no cuadraba del todo, pero no podía evitar sentir que lo que él decía tenía una horrible verdad detrás.

—¿Cuánto tiempo estaré aquí? —preguntó, tratando de reprimir las lágrimas que amenazaban con salir—. ¿Cuánto tiempo seguiré atrapada en este… lugar?

Atem inclinó la cabeza nuevamente, observándola como si estuviera estudiando cada movimiento.

—Eso depende de ti —respondió—. Depende de tu fortaleza. Si eres lo suficientemente fuerte, podrías despertar. Pero… tendrás que aceptar lo que te han hecho. Tendrás que aprender a vivir con el dolor.

Sarah apretó los puños. El dolor, la traición, el miedo… todo se mezclaba en su interior. Atem le había dejado claro que despertar dependía de ella, pero lo que más le dolía era saber que cuando lo hiciera, nada sería igual.

—Sí… —dijo finalmente, con la voz quebrada—. Seré fuerte, por favor quiero ver a mi familia.

Atem sonrió satisfecho y se reclinó en su silla, como si hubiera cumplido su propósito.

—Eso es lo que quería escuchar y recuerda.. No tienes amigos.

En ese instante, el jardín comenzó a desvanecerse. Los colores fríos comenzaron a apagarse más, las flores se marchitaban más rápido, y el cielo se tornaba gris. Todo a su alrededor parecía desmoronarse.

De vuelta en el hospital, el cuerpo de Sarah, aún tendido en la camilla, comenzó a temblar levemente. Sus párpados se movían rápidamente, como si estuviera en medio de un sueño inquieto. El monitor que medía sus signos vitales pitaba con un ritmo más acelerado.

Y entonces, con un leve suspiro....

Sus ojos se abrieron.

ೄྀ¡ƳO ᎯᏬ𐒐 ᎿᏋ Ꭿ𐒄𐒀!ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora