Capítulo 18

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Durante el día se mantuvo trabajando sin parar.
Era fin de semana por lo que su jornada laboral se extendía al punto de no recibir descanso alguno hasta el anochecer que finalmente se podía abandonar la mansión.

Los jardines de la familia York eran inmensos y espectaculares, por lo que detrás llevaban un arduo trabajo de toda la temporada mientras esperaban la llegada del invierno que arrasaría con la belleza y paz que allí habitaba.

Extrañamente, había cierta incómodidad en su pecho, siendo invadido por unas fuertes ganas de llorar y una extraña nostalgia, como si estuviera presintiendo algo, pero tenía claro qué.

— ¿Estás bien? — le preguntó Amy, notando la incómodidad en su rostro y como sus ojos amenazaban con desprender lágrimas — ¿Por qué quieres llorar?

— No sé — respondió seco, fregando sus ojos para eliminar el escozor que causaban sus próximas lágrimas.

— Sólo me preocupo por ti — reclamó la rubia —, ¿por qué eres tan distante conmigo ahora?

— Lo siento, Amy — se disculpó, sabiendo que no debía ser grosero con ella por su propio malestar —. Últimamente me he sentido mal, es todo.

— Imagino por quien es — pudo notar como rodaba sus ojos evidentemente fastidiada —. ¿No ha pasado ya suficiente tiempo para que te olvides de ella?

—Amy, te pido de favor que no hables de ella — suplicó con un tono notable de advertencia —. Entiendo si te preocupas por mi y que no debo tratarte mal a causa de mi mal humor, pero no voy a tolerar ningún comentario referente a ella.

La más joven se mostró sorprendida por su actitud; hablando totalmente serio y con un deje de amenaza reluciendo en sus ojos azules, luciendo bastante intimidante para ser él.

— ¿Que demonios ocurrió contigo? — ella preguntó con un evidente tono de molestia — Tú no eras así, Damian.

— No me importa que se metan conmigo, Amy — aclaró, suficientemente frustrado para intimidar a la rubia con su voz —. No me importa que digan cosas de mi o siquiera que busquen hacerme daño a mi, pero es muy diferente meterse conmigo a meterse con la persona que amo.

— ¿Qué?

— Así que, te pido por última vez, deja de hablar de esa forma de ella, deja de querer ensuciar su nombre — casi exigió —, porque no importa cuanto me digas de ella, esa mujer es el amor de mi vida, te guste o no.

Con una evidente frustración, se alejó de la hermana de su amigo que le miraba con grandes ojos, totalmente anonadada por sus respuestas.

Y es que nadie esperaba que el dulce y sumiso Damian Archer actuase de aquella forma, rudo y amenazante, buscando luchar con uñas y dientes si era necesario, todo esto únicamente a causa de Daisy.

La oscuridad se apoderó del cielo dando paso a una fresca noche, las estrellas reluciendo en lo alto, acompañando a la hermosa luna en su momento más precioso.

El malestar en Damian no disminuyó, se sentía aun más enfermo con el pasar del tiempo, sintiendo como su corazón se oprimía y le causaba sensaciones que no entendía.

Era como si el universo quisiera que supiera algo.

Y rápidamente lo relacionó con Daisy, supo entonces ue algo le estaba ocurriendo a su señorita, sabía que aquellas sensaciones eran porque esta se encontraba en peligro o sufiriendo, pero también conocía su cruda realidad y entendía que por más que todo su ser desease correr hasta dónde ella estaba para finalmente envolverla con su calor y cuidado, simplemente se le hacía imposible aquello.

Daisy se había encargado de persuadirlo hasta el punto de convencerlo que lo mejor era mantener su romance como algo nocturno, mismo que durante el día ni siquiera tenía permitido existir.
Todo esto para mantener a sus sentimientos controlados y no sucumbir ante la necesidad que tenían de correr hacia el otro.

Honestamente, estaba asustado, aquel presentimiento y lo agria que era la brisa le estaban carcomiendo la conciencia y no podía evitar pensar infinidades de crueles escenarios que podrían estar ocurriendo en la mansión de los Taylor.

Y aun así, no estaba ni cerca de entender lo que en realidad ocurría.

— Damian — la fuerte voz de un hombre llamó su atención antes de finalmente cerrar el granero en el que guardaban las herramientas.

— Joven Levi — saludo con voz seria —. Tanto tiempo sin saber de usted.

— Eres insoportable — él rodó los ojos y se cruzo de brazos —. ¿Sabes algo de Daisy?

— ¿Algo como qué? — totalmente a la defensiva, preguntó.

— ¿Eres idiota? Obviamente me refiero a si sabes si está bien, sana o... lo que sea — con su largo dedo indice pico su pecho —. No pareces estar muriendo de dolor, así que es obvio que aun se siguen viendo, por lo que te recomiendo no mentirme.

Damian únicamente se mantuvo en silencio. No se llevaba bien con Levi, no le agradaba nadie de esa familia honestamente, y en realidad Levi York se veía involucrado simplemente por compartir apellido con ellos.

Sabía bien que sin ayuda de él su romance se habría complicado en demasía, quizá y hasta se habría desmoronado más rápido de lo que ya estaba sucediendo, por lo que era conciente que él no era malo del todo, pero apesar de saber aquello, no podía evitar sentir repudio por esa desagradable familia, para su mala suerte, Levi era incluido inconscientemente en esa lista.

— Deja de mirarme así, no es como si yo hubiera querido que se case con Lester — el hombre de cabellos castaños se cruzó de brazos —. Es mi hermana, evidentemente quiero lo mejor para ella y que se haya ido a vivir con el hijo de puta que mató a Agnes no me hace sentir cómodo, ¿vale?

— Ella no está bien — respondió finalmente, cediendo un poco ante su mayor —. Sé que intenta ocultarlo, pero he podido notar como su felicidad se desvanece apenas se va.

— Eso temía — suspiró agotado —, por ello estuve moviendo algunos contactos para que Lester se case nuevamente.

— ¿Qué?

— Damian es el única esposa que hay en esa mansión con ese grupo de cavernicolas — le recordó —. Está viviendo sola con un hombre que vio morir a su primer esposa a sagre fría.

— ¿Y eso que tiene que ver?

— ¿No has oído hablar del síndrome de la primer esposa? — él arqueo una ceja y lo miró con curiosidad.

— Mi escuela es para personas de clase baja como yo, no me van a enseñar sobre situaciones que viven los hombres de clase alta por tener unos veinte esposas — le explicó reacio —. ¿Qué significa eso?

— Damian, no tienes ni idea del infierno que debe estar viviendo Daisy en este momento — le dijo él con evidente preocupación en su tono de voz.

El mundo se le vino abajo y el sentimiento de impotencia lo invadió por completo, sintiendose un inútil total al no poder evitarle ese sufrimiento a su amada. Por no poder salvarla del fuego de un infierno que ella misma había elegido.

La venganza está llena de sufrimiento y dolor disfrazados de satisfacción por ver caer a quien tanto daño te ha causado.

Butterfly Garden ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora