Ling se sentó en el despacho de la madre superiora, cruzando las piernas mientras observaba el lugar con atención. Las paredes estaban adornadas con fotografías de niños y niñas que alguna vez habían crecido en el orfanato. Una nostalgia extraña la invadió, aunque ella nunca había vivido allí. Era un lugar triste, un lugar en donde ella no habría querido estar.
Aceptó la taza de té que la madre superiora le ofrecía, sus dedos acariciando el cálido borde de porcelana mientras observaba el modesto pero acogedor despacho.
—¿Y que la trae por aquí, señorita Kwon?
—La verdad, recientemente me enteré de que mi esposa creció en este lugar, y estaba pensando que ... con el aniversario del orfanato acercándose, me gustaría hacer una donación en nombre de mi esposa—dijo, manteniendo su tono ligero y generoso
—Oh—la madre la miró fijamente, esperando más información pero al ver que Ling guardaba silencio, se animó a preguntar—¿Su esposa?
—Orm...Orm kornnaphat.
—Orm Kornnaphat—repitió la madre alzando la vista, tratando de dar con la imagen o el recuerdo de aquella niña—No recuerdo ese nombre, pero tendrá que disculparme, llevo prácticamente toda mi vida en este lugar, acordarme de todos los niños, me es imposible.
Ling trato de no mostrar signos de decepción mientras se llavaba la tasa a los labios.
—Lo entiendo—dijo con una ligera sonrisa—Aunque estoy un poco decepcionada, me hubiera gustado escuchar alguna anécdota de ella, ver alguna imagen de pequeña, a ella, como comprenderá, no le gusta hablar mucho de su infancia, la pone triste, pero me hubiera encantado saber más de ella a una edad pequeña.
La madre superiora sonrió con calidez.
—Bueno—dijo pensativa—Tal vez si me dice de que años estamos hablando, pueda encontrarlo en los informes...
—2004—respondió Ling.
La madre superiora hizo una pausa, sorprendida—Me esta hablando de hace veinte años—murmuró mientras se levantaba—Vere que puedo hacer, pero seguro tenemos algo.
La madre superiora caminó con pasos lentos hacia el enorme archivero que dominaba una pared de su despacho. Ling observaba con atención mientras la mujer deslizaba los dedos por las carpetas etiquetadas con fechas. Finalmente, detuvo su mano en la sección correspondiente al año. Abrió uno de los cajones y sacó varias carpetas desgastadas, comenzando a hojearlas con calma.
—Aquí guardamos todos los archivos de los niños que han pasado por este lugar —explicó, su tono tranquilo pero con un leve indicio de cautela—. Siempre tomamos fotografías de cada uno de ellos cuando ingresan. Si hay alguna duda, la foto debería aclararlo.
Ling asintió, observando cómo la madre revisaba una carpeta tras otra. Su mirada seguía los movimientos de la madre superiora, hasta que una fotografía emergió de una de las carpetas que la madre abrió.
Era Orm, o más bien una versión mucho más joven de ella, pero Ling estaba segura que era ella, no había cambiado mucho a pesar de que en esa foto debia tener cinco o seis años. Sus ojos eran inconfundibles, la miraban desde la imagen.
—Ahí...esa es Orm—dijo, inclinándose ligeramente hacia adelante, intentando leer el nombre bajo la foto. Pero no decía Orm.
—Ira... —murmuró Ling, desconcertada.
—¿Ella es su esposa? —preguntó la madre superiora, cerrando la carpeta de golpe antes de que Ling pudiera leer el apellido completo. El sonido seco resonó en la pequeña oficina.