El aire fresco de la mañana llenaba el auto mientras Orm se concentraba en el volante, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. A su lado, el instructor de manejo, un hombre de aspecto sereno, observaba atentamente cada movimiento.
La ruta era tranquila, pero Orm sabía que no podía permitirse distracciones. Tras haber practicado durante semanas, sentía que había llegado a este momento.
La carretera se extendía ante ella, y Orm maniobraba con cuidado, recordando las indicaciones del instructor. Cada giro, cada señal, cada cambio de marcha le traía un torrente de adrenalina. El instructor le daba consejos cortos y directos, y Orm se esforzaba por seguir cada instrucción, sintiendo la confianza crecer en ella.
Al llegar a un cruce complicado, Orm respiró hondo, analizando la situación. Siguió las señales de tránsito y, tras verificar que no venían autos, tomó la decisión correcta y giró con seguridad. Sintió que, a pesar de los nervios, había hecho un buen trabajo.
Finalmente, tras sortear una serie de obstáculos, Orm se detuvo en el punto de finalización de la prueba. El instructor tomó un momento para reflexionar antes de girarse hacia ella. Sus ojos mostraban una mezcla de seriedad y una leve sonrisa.
—Has hecho un buen trabajo, Orm. Has pasado el examen.
Una oleada de alivio y alegría inundó a Orm, y una sonrisa amplia se dibujó en su rostro.
Orm salió del auto dando saltos de alegría, su risa resonando en el aire fresco de la mañana. La adrenalina de haber pasado el examen de conducción la llenaba de felicidad, y no podía contener la euforia. Al voltear, vio a Ling a unos metros, con una sonrisa radiante. La mirada de Ling, llena de orgullo y emoción, hizo que el corazón de Orm latiera aún más rápido.
Sin pensarlo dos veces, Orm corrió hacia ella, sus brazos abiertos como si estuviera lista para abrazar el mundo entero. Cuando llegó, la envolvió en un abrazo apretado, dejando escapar una exclamación de felicidad. Ling la recibió con los brazos abiertos, las piernas de Orm envolvieron la cintura de Ling y esta comenzó a darle vueltas.
—¡Pasé la prueba!—gritó Orm, sus palabras llenas de emoción, como si hubiera conseguido el mayor logro del mundo.
Ling se echó a reír. No podía evitar sonreír al ver a Orm tan entusiasmada.
—¡Lo sabía! —respondió Ling, su voz llena de orgullo.
Orm se separó un poco, mirando a Ling a los ojos, sintiendo una oleada de cariño y admiración. La luz del sol iluminaba el cabello de Ling, dándole un brillo especial.
Su esposa si que era hermosa.
—¡Te llevaré a todos lados! ¡Vas a ver! ¡Seré la mejor conductora del mundo! Primero, ¡al trabajo!
Ling soltó una risita y sacudió la cabeza.
—Por lo regular el chofer se encarga de eso pero muchas gracias por la oferta.
—Después comprare la despensa ¡Puedo ir al mercado y cargar todas las bolsas! Las meteré a la cajuela...
Ling sonrió.
—También tenemos empleadas para eso.
—Y condiciré a casa, también—hizo una pausa pensativa—te llevare de compras al centro comercial y te compraré ropa...
—De hecho, pido mi ropa por línea.
Orm, viendo que Ling estaba disfrutando de su pequeña broma, se inclinó hacia ella y, con un dedo en los labios de Ling, la interrumpió.
—¡Shh! ¡Deja de molestarme!
Ling soltó una risa suave. Le encantaba ver cómo se iluminaba el rostro de Orm al imaginar con todas las cosas que podía hacer.
