Capítulo 8: Temor Incesante

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La situación con las amenazas no había cesado. Al contrario, parecían intensificarse con el paso de los días. Caitlyn no podía negar que estaba en constante alerta, observando cada mensaje que llegaba a su teléfono, cada mirada en la calle. Vi, por su parte, hacía todo lo posible por mantenerse calmada, pero su instinto protector estaba en su punto máximo. Ya no se trataba solo de su propia seguridad, sino de la de Caitlyn y de las personas más cercanas a ambas.

Esa mañana, mientras el sol se asomaba apenas por las cortinas de la habitación, Caitlyn sintió cómo Vi se movía a su lado. Habían pasado la noche en el apartamento de Vi, y aunque no compartían la misma cama aún, siempre encontraban formas de estar cerca.

—Buenos días, amor. —dijo Vi con voz suave, girando para encontrarse con los ojos de Caitlyn, todavía adormilada.

—Buenos días. —respondió Caitlyn, sonriendo ligeramente antes de tomar la mano de Vi—. No sé cómo me habría enfrentado a todo esto sin ti.

Vi le devolvió la sonrisa, pero el brillo en sus ojos estaba teñido de preocupación. Las amenazas eran constantes, y el miedo a que algo terrible ocurriera seguía latente en ambas.

—Vamos a resolverlo. —Vi acarició suavemente la mejilla de Caitlyn—. Lo prometo, cariño.

Ese tipo de palabras, tan llenas de cariño y apoyo, se había vuelto algo común entre ellas, pero no lo sentían forzado ni excesivo. Eran la única manera que tenían de recordarse mutuamente que, a pesar de todo el caos, estaban juntas en esto.

Después de días lidiando con abogados, la policía y sistemas de seguridad, ambas sabían que era el momento de hacer algo que habían estado evitando: hablar con sus familias. Aunque tanto los Kiramman como los Parker eran familias adineradas y bien conectadas, ninguna de ellas estaba acostumbrada a lidiar con una amenaza directa como la que ahora enfrentaban.

—Amor, no me gusta esto. —Caitlyn confesó mientras se preparaba para salir—. No quiero que nuestras familias se reúnan por esta razón, y después de tanto tiempo... no sé, siento que se suponía que sería por algo más feliz.

Vi asintió en silencio, poniéndose una chaqueta de cuero. —Lo sé, pero necesitamos tomar medidas. Ellos tienen derecho a saber lo que está pasando, y quiero que estén a salvo también.

Caitlyn respiró profundamente, sintiendo la presión en su pecho. Sabía que Vi tenía razón, pero la tristeza de reunir a sus familias por algo tan oscuro pesaba sobre ambas.

Ya en la casa de los Kiramman, la atmósfera se sentía tensa. La madre de Caitlyn, siempre tan elegante y compuesta, parecía preocupada, mientras que Vander, ahora una figura paterna importante en la vida de Vi, se mantenía cerca, observando a ambas chicas con atención.

Caitlyn fue la primera en romper el silencio. —Mamá, Vander... no quería que nos reuniéramos por algo así. —Su voz temblaba ligeramente—. Sé que han pasado muchas cosas y hemos cambiado, pero esto es serio.

La madre de Caitlyn asintió, manteniendo una expresión comprensiva pero firme. —Lo entiendo, cariño. Y no voy a permitir que nadie te lastime. A ninguna de ustedes.

Vi, que hasta entonces se había mantenido en silencio, intervino con un tono suave. —Hemos estado recibiendo amenazas, y son reales. No son simples palabras. El hombre que perdió la demanda ha demostrado que puede hacer mucho daño, y no quiero que ustedes queden atrapados en esto.

—¿Y cuál es el plan? —preguntó Vander, su tono serio.

—Necesitamos reforzar la seguridad. —respondió Caitlyn—. Hay que estar atentos, evitar situaciones donde puedan quedar expuestos. Sé que es mucho pedir, pero no puedo soportar la idea de que algo les pase por mi culpa.

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