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Era una tarde tranquila en el departamento. Olivia estaba sentada en el sillón, leyendo un libro, mientras la música de fondo sonaba suave desde la computadora. Mateo, en cambio, no podía quedarse quieto. Caminaba de un lado a otro con una energía que parecía que no encajaba en las cuatro paredes de su casa.

-¿Qué hacés, Mateo? No parás de moverte -dijo Olivia, levantando la vista de su libro con una sonrisa.

-Tengo ganas de tirar un par de rimas, ¿viste? -contestó él, alzando los hombros y sonriendo de lado-. Pero, nada, acá estoy, no te quiero molestar...

Olivia dejó el libro a un costado y se acomodó, mirándolo con esa complicidad que tanto la caracterizaba. -Dale, tirá, que quiero escucharte. Hace mil que no me hacés un freestyle...-

Mateo sonrió más amplio, encantado de tener su atención. Se acercó a la computadora y subió un poco el volumen del beat. Se acomodó la gorra, como siempre hacía antes de ponerse a rapear, y empezó a marcar el ritmo con las manos.

Olivia lo miraba con una mezcla de admiración y cariño. Le encantaba verlo así, tan auténtico, fluyendo con cada palabra. Mateo empezó a tirar rimas, primero algo tranquilo, calentando motores, y después se fue soltando más, con versos que hablaban de ellos dos, de lo mucho que la quería, y de cómo era su compañera en todo.

-Esta va para vos, mi reina, mi sol, la que me banca en todas, la que nunca me dejó, aunque a veces soy un bardo y te hago enojar, sé que sos la que quiero hasta el último freestyle...-

Olivia sonrió y sacudió la cabeza. -¿Así que me querés hasta el último freestyle? ¿Qué pasa si dejás de rapear, eh? ¿Me sacás de tu vida? -le dijo en joda, levantándose para acercarse a él.

Mateo soltó una risa y dejó de rapear para abrazarla. -No digas pavadas, sabés que te quiero más allá de los beats, Oli. Pero igual, si me bancás un par de rimas más, capaz te hago una canción...-

Olivia apoyó la cabeza en su pecho y suspiró, sintiéndose en casa. -Dale, Mateo, seguí. Pero que sea buena, eh, si no, te jodo toda la tarde...-

Mateo volvió a sonreír y retomó el freestyle, inventando una canción improvisada sobre ella, sobre las tardes juntos, sobre cómo, a pesar de todo, siempre encontraban la manera de disfrutar de los pequeños momentos. Olivia lo escuchaba, sonriendo de oreja a oreja, porque aunque las palabras salían al ritmo del beat, sentía que cada una de ellas venía del corazón.

one shots-truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora