07

118 4 0
                                    

Era un sábado tranquilo en Buenos Aires, y la tarde se había vestido de un clima perfecto. Olivia estaba en su departamento, ultimando detalles para una noche de relax con Mateo. Habían decidido pasar el día juntos, lejos del bullicio de los conciertos y la locura de los fans.

— ¡Oli! —llamó Mateo, entrando con una bolsa llena de cosas. Su cabello estaba un poco desordenado y su sonrisa iluminaba el lugar.

— ¿Qué trajiste? —preguntó ella, intrigada.

— ¡Pizza y un par de películas! —anunció él, mientras sacaba las cajas de la bolsa. — Y, por supuesto, tu bebida favorita.

— ¡Sos un amor! —dijo Olivia, abrazándolo con fuerza. — No sé qué haría sin vos.

— Probablemente seguirías viendo esas series aburridas —bromeó él, haciéndola reír. — Pero hoy no, hoy es nuestro día.

Mateo puso la pizza en la mesa y, después de preparar todo, se sentaron en el sofá, cubiertos por una manta. La primera película comenzó, pero Olivia no podía concentrarse. Estaba más interesada en cómo Mateo se movía a su lado, riendo y comentando sobre cada escena.

— ¡Mirá eso! —dijo él, apuntando a la pantalla, pero Olivia solo lo miró a él, disfrutando del momento.

— ¿Por qué no haces una película? —le preguntó, juguetona.

— ¿Yo? No sé, tal vez una comedia romántica sobre una chica que se enamora de un rapero famoso —respondió, guiñándole un ojo.

— ¡Y que lo engaña con un tincho! —añadió Olivia, riendo.

Mateo se hizo el ofendido. — ¡Eh! No soy solo un rapero, soy un tipo re divertido también.

— Lo sé, lo sé —dijo ella, mientras le acariciaba el brazo. — Pero a veces me encanta hacerte enojar.

La película continuó, pero Olivia no podía dejar de mirar a Mateo. A su lado, sentía que el mundo era perfecto. Después de un rato, él se inclinó hacia ella y le dio un beso suave en los labios.

— ¿Te gusta el plan? —le preguntó, mientras sonreía.

— Me encanta, pero creo que tengo que hacer un pedido especial —dijo ella, mirándolo a los ojos.

— ¿Qué? —se sorprendió, inclinándose un poco más hacia ella.

— Quiero más besos, menos pelis —confesó Olivia, con una sonrisa pícara.

Mateo soltó una risa y se acercó más. — ¡Dale! Yo puedo cumplir ese pedido.

Se besaron nuevamente, perdiéndose en ese momento. La química entre ellos era innegable, y Olivia se sentía afortunada de tener a Mateo a su lado.

Después de un rato de mimos y besos, decidieron retomar la película. Pero, antes de que pudiera pasar algo en la pantalla, el sonido de un mensaje interrumpió la calma.

— ¿Quién será? —preguntó Mateo, revisando su teléfono.

— No sé, pero seguro que son tus fans —bromeó Olivia.

— Nah, no creo. Esperá —dijo, mientras miraba la pantalla. — Es mi productor. Dice que tenemos que hablar sobre el próximo álbum.

Olivia lo miró, sintiendo un pequeño nudo en el estómago. Sabía que el trabajo de Mateo era importante, pero no podía evitar sentirse un poco triste por la interrupción.

— ¿Es algo urgente? —preguntó.

— Por lo general, sí. Pero no te preocupes, yo no me voy a ir de tu lado. Solo un segundo —respondió, mientras comenzaba a responder los mensajes.

Olivia suspiró y decidió aprovechar el momento. Se puso de pie y fue a la cocina, buscando algo para picar. Mientras revolvía en la heladera, se sintió un poco desanimada. No quería que la tarde terminara así.

Cuando volvió al sofá, Mateo ya había terminado de contestar sus mensajes.

— Listo, ya está. Ahora, ¿dónde estabas? —dijo, volviendo a centrar su atención en ella.

— En la heladera, buscando algo rico para acompañar la película —respondió, sonriendo de nuevo.

— Sos la mejor, ¿sabés? —dijo él, mientras la miraba con cariño. — Aunque, no puedo mentir, preferiría tenerte aquí que ver el celular.

Olivia sonrió, sintiéndose amada. — No hay problema, ya no me voy a mover.

Mateo la abrazó con fuerza, disfrutando de la calidez de su cuerpo. — ¡Así me gusta!

La tarde continuó con risas, películas y un montón de abrazos. A medida que avanzaba la noche, Olivia se sintió cada vez más agradecida por esos momentos simples pero significativos.

Cuando finalmente terminaron la última película, Mateo se levantó y estiró los brazos.

— ¡Qué día! ¿Te gustaría salir a dar una vuelta?

— ¿A esta hora? —se sorprendió Olivia.

— Sí, ¿por qué no? Puede que haya un lugar lindo para comer algo más —propuso.

— Suena perfecto. Vamos, entonces —dijo ella, emocionada.

Mientras se preparaban para salir, Olivia pensó en cómo una simple tarde de pelis y pizzas se había convertido en un momento especial con Mateo. Sabía que, sin importar lo que hicieran, siempre habría amor entre ellos.

one shots-truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora